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Mi..."¿Querido?'...FBI (II Parte)

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Mensaje  dayrdan Miér Abr 14, 2010 2:27 pm

Mi..."¿Querido?'...FBI (II Parte) Contexto1875_62Mi..."¿Querido?'...FBI (II Parte)
La magnitud y la cantidad de los hechos criminales cometidos por los mafiosos terroristas de origen cubano en estas décadas, pone sobre el tapete el dudoso papel del FBI en su enfrentamiento

Para nadie es un secreto hoy la confabulación de los feds en algunos de los 638 planes de atentado contra Fidel, teniendo el FBI el triste mérito de haber sido la precursora de las agencias norteamericanas en organizar el primero de ellos el 28 de diciembre de 1958. De la misma manera, el FBI ha tenido conocimiento pleno de muchos de los casi cinco mil actos terroristas cometidos contra Cuba en estas décadas, que han provocado la pérdida de la vida a 3 478 víctimas inocentes, 2 099 lesionados y heridos.


Por: Percy Francisco Alvarado Godoy
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Una larga historia de crímenes, desmanes y sucias actividades contra Cuba y otras víctimas inocentes

Cuatro han sido, fundamentalmente, las misiones desarrolladas por el FBI contra Cuba en las últimas décadas, sirviendo como instrumento incondicional de la hostilidad de las administraciones norteamericanas para propiciar la caída de la Revolución. En primer lugar, el Buró ha vendido a su gobierno la falsa imagen de que Cuba se ha convertido en un paraíso de terroristas y delincuentes comunes, quienes son protegidos por el gobierno de la Isla. En segundo lugar, el Buró ha desarrollado en los últimos años una descomunal campaña contra el llamado espionaje cubano en Estados Unidos, totalmente parcializada y politizada, siguiendo procedimientos y métodos que solo se aplican a personas de nacionalidad cubana, sin la complacencia con la que tratan a espías de otras nacionalidades cuya peligrosidad para la seguridad nacional están debidamente probadas y tienen alta notoriedad. Por último, el FBI ha usado, entrenado y protegido, mediante los más abominables contubernios, a los grupos mafiosos y terroristas de origen cubano radicados en Estados Unidos, haciéndose de la vista gorda ante sus crímenes y tratándolos con una cómplice benevolencia. No podía faltar, por supuesto y, como elemento adicional, su comprometimiento en varias acciones terroristas contra la Isla, incluidos planes magnicidas contra el Comandante Fidel Castro.

Para nadie es un secreto hoy la confabulación de los feds en algunos de los 638 planes de atentado contra Fidel, teniendo el FBI el triste mérito de haber sido la precursora de las agencias norteamericanas en organizar el primero de ellos el 28 de diciembre de 1958, cuando infiltró en las serranías orientales de Cuba al agente del FBI, Allen Robert Nye, portando un fusil Remington con mirilla telescópica, calibre 30.06, y con la misión de asesinar al líder rebelde. Si bien el FBI ha participado de manera directa solo en algunos de estos planes magnicidas, distribuidos de la siguiente manera a los largo de las administraciones norteamericanas: Eisenhower (38), Kennedy (42), Johnson (72), Nixon (184), Carter (64), Reagan (197), George Bush padre (16) y Clinton (21), sin tener en cuenta aquellos que se han fabricado en el más absoluto silencio con posterioridad al 2007, ha recibido información sobre varios de ellos y ha hecho mutis al respecto, llegando a proteger, incluso, a los confabulados en estos criminales intentos.

De la misma manera, el FBI ha tenido conocimiento pleno de muchos de los casi cinco mil actos terroristas cometidos contra Cuba en estas décadas, que han provocado la pérdida de la vida a 3 478 víctimas inocentes, 2 099 lesionados y heridos, así como cuantiosas pérdidas materiales, sin que haya realizado decisivos y serios intentos por detener a los grupos terroristas que los han ejecutado. Tampoco ha parecido importarle que muchos de estos crímenes, casi 500 de ellos, se hayan realizado dentro de los EE UU y que fueran asesinados impunemente en su territorio cerca de 35 personas, incluidas el ex canciller chileno Orlando Letelier y el diplomático cubano Félix García Rodríguez.

La magnitud y la cantidad de los hechos criminales cometidos por los mafiosos terroristas de origen cubano en estas décadas, pone sobre el tapete el dudoso papel del FBI en su enfrentamiento. ¿Incapacidad o confabulación?, se preguntarán muchos. Por mi parte, como demostraré en esta serie de artículos, existieron siempre una clara confabulación y compromiso de tipo político y operacional entre los federales y los grupos mafiosos anti cubanos radicados en Miami, New Jersey y Nueva York. Muchos de estos terroristas, a la par que colaboradores del Buró, fueron leales empleados de otras agencias como la CIA y la DEA, así como ejecutores de la guerra sucia impuesta por EE UU contra Cuba.

Baste citar como ejemplo la investigación desarrollada por el Comité Church del Senado norteamericano en el año 1975, en la que se comprobó que varias agencias estadounidenses, entre ellas el FBI, se vieron involucradas en planes de atentado contra la vida de Fidel Castro. En un informe secreto al que tuvo acceso el citado Comité, fechado el 23 de mayo de 1967, se prueba que el entonces inspector general CIA, F.S. Earman, coordinó con el FBI el reclutamiento de personas para cumplimentar los planes magnicidas. Como resultado de estas coordinaciones inter agencias, Richard M. Bissell, jefe de operaciones encubiertas de la CIA, solicitó al entonces director de la Oficina de Seguridad de la CIA, el coronel Sheffield Edwards, la tarea de buscar a los ejecutores de los planes, siendo el enlace entre la CIA, el FBI y los mafiosos ítalo americanos John Roselli, Sam Giancana y Santo Trafficante, nada menos que el ex agente del FBI Robert Maheu.

El FBI, por orientaciones de su gobierno, presenta a Cuba como refugio de terroristas y delincuentes comunes

Cuba, que padeció durante cinco décadas el robo descarado de sus aeronaves por parte de delincuentes y batistianos, ha sido acusada injustamente de proteger a terroristas y secuestradores por parte de las administraciones norteamericanas y, particularmente, por los voceros del FBI. Parecen haber olvidado que en el período que medió entre 1959 hasta el 2001, fueron desviados al ''país de las grandes oportunidades'' nada menos que 51 aeronaves cubanas de distinto tipo, la gran mayoría de las cuales fueron virtualmente robadas por el gobierno estadounidense. Fueron contados con los dedos los secuestradores que recibieron algún tipo de pena judicial, ya que la gran mayoría de ellos fueron exonerados de cargos y recibidos como héroes por la mafia miamense.

Estados Unidos permaneció impasible ante estos hechos delictivos, irrespetando los dos Acuerdos de Extradición de 1904 y 1926 existentes entre ambas naciones, y solo tomó cartas en el asunto cuando el secuestro de aviones se volvió contra ellos en un efecto boomerang. Del estímulo descarado, se pasó a una real preocupación. Entre el lapso que medió entre 1968 y 1984 fueron desviadas a Cuba 71 aeronaves norteamericanas y de otras nacionalidades. Cuba, sin embargo, nunca se apropió de alguna de ellas y las devolvió de inmediato. Los secuestradores, por su parte, en un número de 69, fueron condenados por los tribunales cubanos a largas penas de prisión.

Fue tal la preocupación de las autoridades norteamericanas por el secuestro de sus aeronaves, no solo hacia Cuba sino hacia otras naciones, que implementaron una apresurada legislación en la que se enmarcada la figura del secuestro como acto de piratería, presionando a otros países y a organismos como la IATA y la OACI para crear una legislación internacional al respecto. Con Cuba, de manera particular, los EE UU firmaron un acuerdo bilateral para la devolución de secuestradores de aviones, irrespetado frecuentemente por la parte norteamericana.

Uno de los elementos de la política detractora contra Cuba fue la presentación el 11 de mayo de 1995 de una lista elaborada por el FBI, en la que se acusaba a la Isla de mantener bajo su protección a 78 delincuentes norteamericanos y de otras nacionalidades requeridos por la justicia estadounidense, mezclando en la misma, de manera deliberada, a un grupo de luchadores independentistas borinqueños y a la luchadores norteamericanos por la igualdad racial, con una mayoría de transgresores comunes de la ley.

La abultada lista, fruto de la invención de algunos oficiales del FBI incluye a personas que ni siquiera han estado en Cuba o se duda de su existencia. La lista existe, sin embargo, como instrumento de la sucia campaña ideológica anticubana, de la que se ha valido el Departamento de Estado para lanzar sus diatribas contra la Isla, provocando el enrarecimiento de las relaciones entre ambas naciones.

La lista de fugitivos del FBI está encabezada por Robert Lee Vesco, quien fuera acusado de fraude multimillonario por las autoridades norteamericanas y quien falleció en Cuba de un cáncer pulmonar el 23 de noviembre de 2007.

William Potts, quien en marzo de 1984 secuestró una aeronave norteamericana y la desvió a la Habana, y dijo pertenecer al Ejército de Liberación Negro, fue sentenciado por las autoridades cubanas a una larga condena por ese delito. Hoy se encuentra en Cuba tratando de regresar a su país.

Otro de los mencionados en la lista, Charlie Hill, quien fue acusado de asesinar a policía estatal en Nuevo México, devenido posteriormente en secuestrador de una aeronave en 1971, purgó también prisión en Cuba. Dijo pertenecer a un grupo secesionista negro denominado ''New Afrika''.

Otros dos norteamericanos acusados de secuestro, Ralph Goodwin y Michael Finney, ya fallecieron. El primero ahogado en el mar y el segundo de cáncer.

Sí se pudo comprobar ciertamente la presencia en Cuba de Víctor Manuel Gerena, hace algún tiempo, aunque se desconoce su destino actual, y de Luis Soltren, independentistas boricuas que han luchado a favor de la justa causa de su pueblo. En el caso del segundo de ellos, Luis Soltren, éste tomó la decisión personal de retornar a los Estados Unidos el 19 de marzo de 2010, enfrentando actualmente un proceso legal en ese país. En el caso de Gerena, éste es buscado en relación con un robo a mano armada de a una compañía de seguridad en West Hartford, Connecticut, en 1983. Fue miembro del Movimiento Independentista Revolucionario Armado Los Macheteros.

Otra de las personas de la lista del FBI es Assata Shakur (Joanne Deborah Byron Chesimard), activista del Black Liberation Army y tía del fallecido rapero Tupac Shakur, quien fue condenada a cadena perpetua por el supuesto asesinato el 2 de mayo de 1973 de un oficial de policía de Nueva Jersey. Shakur se fugó de la cárcel, donde había sufrido innumerables torturas, y escapó a Cuba en 1984, ocasión en que le fue otorgado el asilo político. A pesar de ser acusada por el Buró y de que su nombre haya sido incorporado el 2 de mayo de 2005 a la lista de Terroristas Buscados por el FBI, Assata ha recibido un amplio apoyo por parte de diversas organizaciones como la National Conference of Black Lawyers y Mos Def, así como varios grupos progresistas norteamericanos. Es autora del libro titulado ''An Autobiography''.

Otra luchadora norteamericana radicada en Cuba desde 1990 y buscada por el FBI es Nehanda Abiodun (Cheri Dalton), a la que se acusa de haber integrado el comando que liberó a Shakur y de haber cometido varios robos. Escritora incansable, sigue promoviendo una revolución socialista en Estados Unidos.

La abultada y vieja lista del FBI, ubica en Cuba, además de los ya mencionados, a los norteamericanos Eldridge Cleaver, James Patterson, Palm William, Teresa Grosso, William Brent, Clinton Smith, George Wright, Patrick Latortue, Montfort Ambrosa, Catherine Kerkow, Donald Rider y Francisco Teroll.

Asimismo, integran la lista del FBI los ciudadanos de origen cubano Richard Linares, Juan Marques, Orestes Bello, Cosme Iglesias, Bárbara Álvarez, Ofelia Bernardo, José Tuñón Bernardo, Ernesto Ferrero, Fidel Rego Otaño, Vicente Rego Otaño, Nacasio Delgado, Miguel Sánchez, Ricardo Coro, Rosalino Rodríguez Cabria, José Montero, Héctor Ochoa, Mario Fonseca, Divaldo Rojas Reyes, Wilfredo Oquendo, Eduardo Salgado, Roberto Salgado, Carlos Arias Valdez, Marino Samon, Rolando Cadenas, Silvio Cabrera, Crescencio Zamora, Sergio Rojas, Juan García, Robert Gracial, Ciro Granda, Santiago Guerra Valdez, Ramón Delgado, Brian Wilson, Héctor González, Daniel Abad, Joaquín Estrada Babin, Miguel Aguiar, Rogelio Leyva, Roberto Aguiar, José Caballero, Gilberto Calero, Miguel Toledo, Nelson Molina, Manuel Vargas Agüeros, Armando Díaz La Rossa, Esmeraldo Ramírez Castañeda, José García Sánchez, Pedro De Quesada, Rigoberto González Sánchez, Ramón Martín, Jesús Armenteros y Gilberto González Carrazana.

No podían faltar, igualmente, en la lista del FBI sobre presuntos delincuentes refugiados en Cuba, un grupo de ciudadanos de otros países como el colombiano Eduardo Jiménez, los dominicanos Payano Antajares y Félix Coolin, el ciudadano de Islas Vírgenes nombrado Ismael Ali y el italiano Rafaele Minichiello.

''Ni son todos los que son, ni están todos los que están'', reza un viejo refrán que puede ser endilgado a esta lista inventada por el FBI y que está llena de incongruencias y de nombres cuyos dueños se desconoce se encuentren en Cuba o hayan estado en la Isla alguna vez. Por abultada, es sospechosa y apócrifa como son los enredos calenturientos que se fabrican por trasnochados y bostezadores jefes del Buró desde sus oscuras y aburridas oficinas. Sin embargo, su existencia es una dañina y falsa acusación contra Cuba, que sirve de base a frecuentes ataques que la involucran injustamente como ''paraíso'' de delincuentes.

[size=11]El manido tema del espionaje cubano en los Estados Unidos[/size]

Un coronel retirado de los servicios de contra inteligencia militar de Estados Unidos, Chris Simmons, se ha encargado de capitanear la actual campaña anticubana desarrollada por el FBI, la ultraderecha norteamericana y los representantes de los grupos mafiosos de Miami sobre una creciente actividad de espionaje cubano en Estados Unidos. Con la sobredimensionada fama de ser un ''innato cazador de espías cubanos'', por haber participado en las operaciones de detección de la actividad de algunos supuestos agentes cubanos, se ha dedicado a confraternizar frecuentemente con los senadores de la intolerante ultraderecha contrarrevolucionaria de La Florida, Ileana Ros-Lehtinen, Mario y Lincoln Díaz-Balart, así como con notorios terroristas de la FNCA y del Consejo por la Libertad de Cuba, con vistas a lograr ese sucio propósito.

No hace mucho, Simmons montó un show propagandístico en unión de Ileana Ros Lehtinen, al declarar que, dada su experiencia, así como su labor como jefe del Cuban Intelligence Research Center, desde que lo fundó en el 2007, podía asegurar que Cuba cuenta con cerca de 250 ''espías'' en EE UU, de los que 175 se encuentran actuando en la ciudad de Miami. La Lehtinen, devenida también en burlesca cazadora de espías, aseguró a continuación que 30 de los espías actúan desde la Sección de Intereses de Cuba en Washington y otros en la Misión de Cuba en Nueva York. Lo sorprendente de las declaraciones de la Loba Feroz es que asevera que existen 69 posibles espías cubanos infiltrados en las altas esferas gubernamentales y otros 12 en Universidades como la de New York, Columbia, Georgetown, la Florida International University, Barry University, University of Miami, Harvard y Yale.

Lo peligroso de estas febriles aseveraciones de Simmons y la Ros Lehtinen es que anuncian y estimulan una cacería de brujas dirigida hacia todos aquellos ciudadanos norteamericanos que visiten la Isla o participen en los intercambios culturales y científicos entre las dos naciones. El neo macartismo de estos histéricos émulos de Edgar Hoover tiene un fin claro: enrarecer el acercamiento promovido por varios sectores del Congreso y la nación hacia Cuba, fomentar la falsa imagen de que la Isla es una amenaza potencial para la seguridad nacional de EE UU y, por último, enfrentar la creciente campaña a favor de la liberación de los Cinco Héroes injustamente condenados en ese país.

Simmons, impulsado por un enfermizo afán de protagonismo, sabe bien lo que hace al seguirles el juego a los enemigos de Cuba. Su papel en la detección y posterior captura de Ana Belén Montes, la analista principal sobre Cuba en la Agencia de Inteligencia en el Pentágono en el año 2001, así como su rol en la mascarada que llevó a la expulsión de 14 diplomáticos cubanos de EE UU bajo el falso cargo de espionaje, estimuló su egocentrismo y lo convirtió, a su vez, en instrumento de las apetencias mafiosas de la ultraderecha de origen cubano. Falsario redomado, acusó a Cuba de enviar agentes para monitorear la actividad de las organizaciones cubanas en Miami y espiar en las instalaciones militares norteamericanas.

Las maniobras en las que participó Simmons como enlace de la contrainteligencia militar y varios funcionarios del FBI, entre los que se encontraba el agente a cargo en Miami, Héctor Pesquera, con la finalidad de involucrar a funcionarios diplomáticos cubanos en actos de espionaje, tuvo una digna respuesta por parte del MINREX de Cuba el 13 de mayo de 2003, en una declaración en la que desmiente tales burdas acusaciones. La referida declaración, expresó: ''La expulsión de catorce diplomáticos cubanos es un irracional acto de venganza del gobierno de los Estados Unidos contra Cuba. Es una señal de la creciente desesperación de los sectores extremistas que reclaman un endurecimiento del bloqueo y nuevas agresiones contra el pueblo al que no han podido doblegar tras más de cuarenta y cuatro años de heroica resistencia.''

El gobierno de Estados Unidos ha empleado en más de una oportunidad al FBI como instrumento para propiciar montajes anticubanos en determinados momentos políticos de particular importancia. El primero de ellos ocurrió cuando se llevaba a cabo la batalla legal por la devolución del niño Elián González a partir de 1999. En este caso particular, el FBI, con Héctor Pesquera a la cabeza, fabricó una conspiración de espionaje cubano en EE UU que involucraba a un alto funcionario del INS y a dos diplomáticos cubanos. De acuerdo con el FBI, Mariano Faget, en esos momentos el subdirector del Servicio de Inmigración y Naturalización en La Florida, fue acusado de entregar información clasificada a la DGCI cubana, y detenido en el 17 de febrero del 2000. Posteriormente, sin pruebas y evidencias de peso, fue condenado a cinco años de privación de libertad.

El montaje de una supuesta actividad de espionaje cubano en EE UU y su sobredimensionamiento mediático por la prensa vinculada a la mafia anticubana, plagada de histeria y de mentiras, no tenía otra finalidad que sabotear la fuerte campaña a favor de la devolución a Cuba del niño secuestrado en Miami y predisponer a la opinión pública con respecto a la Isla. Era también un golpe bajo al INS, favorable al retorno del niño a su país de origen. Solo se buscaba, a todas luces, matar tres pájaros de un solo tiro.

Tanto el Director Regional de la Oficina Federal de Investigaciones, Paul Mallet, como su contraparte en Miami, Héctor Pesquera, involucraron falsamente a Faget con los diplomáticos cubanos José Imperatori y el vicecónsul Luis Molina, los que fueron instados a abandonar EE UU. La macabra conspiración anticubana estaba en pleno apogeo, al extremo que no se hizo esperar la complacencia de la Fundación Nacional Cubano-Americana, la que exigió a la administración de Clinton la suspensión de la deportación de Elián a Cuba, dado que el INS estaba comprometido en actividades de espionaje a favor de Cuba.

Otro caso que involucró al FBI y al propio Simmons fue el de Ana Belén Montes, ciudadana estadounidense de origen puertorriqueño, quien laboró inicialmente como analista de la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) en la Base Bolling de la Fuerza Aérea estadounidense y luego como funcionaria del Pentágono, acusada de espiar para Cuba, la que fue condenada a 25 años de prisión el 16 de octubre de 2002.

Con una entereza digna de admiración, Ana Belén Montes reconoció haber colaborado con los servicios cubanos por convicción ideológica, lo que confirmó ante el juez federal Ricardo Urbina, luego de conocer la larga pena a la que fue sentenciada: ''La política de nuestro gobierno hacia Cuba es cruel e injusta''. (...) ''Me sentí moralmente obligada a ayudar a la isla a defenderse de nuestros esfuerzos por imponerle nuestros valores y nuestro sistema político''.

Tanto para el caso de Ana Belén Montes, así como para otros norteamericanos como Walter Kendall Myers y su esposa Gwendolyn Steingraber, capturados el 21 de noviembre de 2009 por colaborar voluntariamente a favor de Cuba, son válidos y precisos los pronunciamientos de Fidel en una de sus Reflexiones del 7 de junio de 2009: ''Los que de una forma u otra contribuían a proteger la vida de cubanos frente a planes terroristas y los proyectos de asesinar a sus dirigentes, de los numerosos programados por varias administraciones de EE.UU., lo hicieron por imperativos de sus conciencias y merecen, a mi juicio, todos los honores''.

Como resultado de la captura de Ana Belén Montes, se fabricó el 6 de noviembre de 2002 una sucia maniobra que comprometió falsamente a varios diplomáticos cubanos. Sabiendo que las acusaciones carecían de fundamento, el Departamento de Estado declaró personas ''non grata'' a cuatro diplomáticos cubanos, acusados de estar vinculados con la actividad de Montes. Dos de estos funcionarios, Oscar Redondo Toledo y Gustavo Machín Gómez, trabajaban en Washington, y los otros dos en las Naciones Unidas, en Nueva York.

La hipócrita maniobra fue sellada con una declaración de Charles Barclay, portavoz del Departamento de Estado en la Oficina de Asuntos Hemisféricos, quien declaró: ''En respuesta a ciertas actividades inaceptables, hemos decidido actuar enérgicamente''.

No todo, sin embargo, salió a pedir de boca para los obcecados jefes del Buró. Una de las chapuzas del FBI y de la contrainteligencia militar norteamericana en relación con el supuesto espionaje cubano en La Florida, involucró a Alberto Coll, quien en ese entonces presidía el Departamento de Investigaciones Estratégicas del Colegio de Guerra Naval en Newport, Rhode Island. Supuestamente, Coll habría sido reclutado por la DGI cubana en un viaje que realizó a Cuba en el 2004. La alharaca levantada en torno a Coll, quien sirvió entre 1990 y 1993 como subsecretario adjunto en el Departamento de Defensa, puso en ridículo al FBI y a su investigación sobre esta persona, a la que no se pudo probar vínculos con los servicios de inteligencia de la Isla.

Aún en el año 2009, el FBI se mantenía renuente a desclasificar la investigación realizada contra Coll, alegando que la misma es considerada ''top secret'', en un evidente intento de ocultar una de sus frecuentes meteduras de pata. Solo se pudo comprobar a Coll el haber mentido sobre su visita a la Isla, pues en lugar de visitar a una tía enferma, como declaró, el verdadero motivo de su viaje fue visitar a una novia que tenía en Cuba. Sin embargo, el romántico Coll fue sentenciado el 7 de junio del 2005, por mentir sobre los motivos de su viaje a Cuba, a un año de privación de libertad y a una multa de 5 000 USD, perdiendo a su vez su puesto en el Colegio de Guerra Naval en Newport. Ahora labora en la Universidad DePaul, en Chicago.

Otra de las burdas maniobras en las que participó el FBI para implicar a Cuba en actividades de espionaje que ponían en peligro la seguridad nacional de EE UU ocurrió el 31 de mayo de 2002, cuando agentes del Buró y del INS capturaron al ciudadano cubano Juan Emilio Aboy, quien había arribado en 1996, bajo el cargo de intentar infiltrarse en las fuerzas armadas para conseguir información para Cuba, así como monitorear a los grupos terroristas asentados en Miami.

Sin poder demostrar las acusaciones de espionaje esgrimidas por el FBI, Aboy fue deportado a Cuba en abril de 2005 ante su renuencia a aceptar los cargos que se le imputaban y declararse en huelga de hambre durante 38 días en digna respuesta ante las falsas acusaciones. Sacado por la fuerza del Centro de Detención de Krome, fue enviado a Cuba donde fue atendido de inmediato en el Hospital Salvador Allende.

La familia de Aboy libra hoy continuas batallas legales para lograr su retorno al seno de su familia, luego de que una apelación en el 11no Circuito de la Corte de Apelaciones en Atlanta, diera un espaldarazo a su deportación a Cuba.

No cabe duda que la acusación contra Aboy fue una chapuza del FBI y que su deportación a su país de origen fue la fórmula idónea encontrada por el Buró para cubrir sus espaldas ante el manejo cuestionado de la investigación, los cargos infundados que se levantaron y mantener, a toda costa, la histeria anticubana para complacer a sus socios terroristas de Miami.

Un nuevo caso de espionaje manejado por el FBI en Miami, encaminado a complacer a sus socios mafiosos anticubanos de esa ciudad y demonizar los acercamientos culturales y científicos entre las dos naciones tuvo lugar el 20 de diciembre de 2006, cuando Carlos Álvarez y su esposa Elsa Prieto, ambos trabajadores de la Universidad Internacional de Florida (FIU), en Miami, fueron arrestados bajo la acusación de ser agentes no registrados a favor de Cuba, así como espiar para este país desde 1970, dentro del marco de un programa de intercambios del Instituto de Investigaciones Cubanas de FIU.

El juez federal de Miami, K. Michael Moore les condenó, luego de un arreglo con la fiscalía, de la siguiente manera: Carlos Álvarez a 5 años y a su esposa a 3 años de privación de libertad.

El último caso de espionaje montado por el FBI, calificado por Fidel como una ''ridícula historieta'' del supuesto fisgoneo cubano contra EE UU, tuvo lugar en junio de 2009 cuando fueron arrestados los ancianos Walter Kendall Myers y su esposa Gwendolyn Steingraber Myers, residentes en Washington DC, acusados de realizar actividades de espionaje a favor de la Isla.

Como resultado de la ridícula acusación montada por el FBI, los Myers fueron condenados el 21 de noviembre de 2009 por el juez de Distrito Reggie B. Walton, luego de arribar a un acuerdo con la fiscalía. Walter Kendall Myers, quien había trabajado desde 1977 en el Departamento de Estado hasta su retiro en el 2007, recibió una condena de cadena perpetua y la sanción accesoria de pagar 1,7 millones de USD correspondientes a su salario devengado en dicha institución durante sus 24 años de servicio. La esposa, Gwendolyn Steingraber Myers, fue condenada a siete años y medio de prisión.

Tal como ocurrió en el caso de Ana Belén Montes, los Myers actuaron ''no por motivos egoístas o en busca de ganancias personales, sino debido a su conciencia y compromiso personal'', según manifestó su abogado defensor Bradford Berenson.

El análisis de los casos mencionados en este artículo pone al desnudo una verdad que no puede ocultarse: en la mayoría de los casos de supuesto espionaje cubano en Estados Unidos, los procesos investigativos del Buró han sido viciados políticamente por los sectores más intolerantes de la ultraderecha norteamericana, sirviendo de instrumentos para enrarecer las relaciones entre las dos naciones. Cuba, es cierto, se ha visto obligada a protegerse de los grupos terroristas ante la impunidad con la que los mismos actúan ante los ojos del FBI. Muchos cubanos valientes han asumido con orgullo, honra y sencillez, el papel de defenderla en las entrañas del monstruo. También aquellos nacidos en otros países que han colaborado en la defensa del pueblo cubano, actuando no por dinero sino por plena convicción, son legítimos depositarios de la admiración de todo ese pueblo.

Mientras cierro este artículo, nuevamente el FBI parece haber hecho el ridículo al endilgarle a un diplomático de Qatar la acusación de terrorismo mientras viajaba en el vuelo 633 de United Airlines entre las ciudades de Washington y Denver. Arrestado mediante un aparatoso despliegue policial, que incluyó el despegue de dos cazas a reacción de la Fuerza Aérea, el tercer secretario qatarí Al Modadi, fue interrogado por agentes federales hasta que se comprobó que no poseía explosivos en su poder. Por supuesto, el FBI tuvo que disculparse, argumentando que se trató de ''un mal entendido''.

Pero si la metedura de pata del FBI ha sido sonada, peor ha sido que el agente del Buró John Thomas Shipley, haya sido acusado hace dos días en una corte federal de traficar armas de manera reiterada desde el 2005 hasta el 2008, para destinarlas al crimen organizado y narcotraficantes. El monto de sus ventas ascendió a cerca de 118 000 USD.

Lo interesante del caso es que este agente del FBI era poseedor de dos fusiles Barrett, calibre 50, idénticos a los que pensaban utilizar los terroristas de la FNCA en el atentado contra Fidel Castro en Isla Margarita, Venezuela, en 1997. No resultaría extraño, pues, que el propio FBI, interesado en exculpar a los magnicidas capturados en el yate ''La Esperanza'', cerca de Puerto Rico, haya provisto o, al menos, se los hayan facilitado a sus dueños terroristas como Francisco José Hernández Calvo.

Un lugar especial en el controvertido papel del FBI contra el supuesto espionaje cubano, asumiendo el rol de instrumento de los intereses de la política ultraderechista de la mafia anticubana, lo representa el descubrimiento de la llamada Red Avispa y el amañado proceso judicial seguido contra nuestros Cinco Héroes, lo cual analizaremos en el próximo artículo. Las mentiras fabricadas por el FBI a solicitud de la mafia miamense, las oscuras y sucias confabulaciones saldrán a la luz en toda su putrefacta dimensión.

Para cerrar este artículo nada mejor que un fragmento aparecido en el día de hoy en el Editorial del Diario Granma: ''El enemigo usa todas las armas de presión. Utiliza el chantaje político y ordena el aniquilamiento mediático de quienes pretendan ser solidarios con Cuba. Intenta acallar cualquier voz que discrepe de su dictado.'' (...) ''Daremos la pelea con nuestras ideas, en nuestras calles y en todos los escenarios internacionales.''
http://www.telesurtv.net/noticias/contexto/1875/mi-iquestqueridofbi-ii-parte/

dayrdan

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Mensaje  dayrdan Miér Abr 14, 2010 11:02 pm

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Mi...'¿Querido?'... FBI (III Parte)


Quien lee la historia del FBI en Miami no puede menos que dolerse de que el esfuerzo legítimo de un grupo de valerosos hombres y mujeres, dedicados a combatir el crimen organizado, los delitos significativos y el narcotráfico, haya sido mancillado por la actividad complaciente y cómplice de algunos de sus agentes y jefes los cuales, respondiendo a los dictámenes de la ultraderecha norteamericana y de los grupos y organizaciones mafiosas que controlan la política de la ciudad, hayan convertido al Buró en un sórdido instrumento de sus maquinaciones y lo hayan sumergido en oscuras componendas y compromisos, transformándolo en tácito compinche de delitos como el terrorismo y el narcotráfico.
La magnitud y la cantidad de los hechos criminales cometidos por los mafiosos terroristas de origen cubano en estas décadas, pone sobre el tapete el dudoso papel del FBI en su enfrentamiento


































Por: Percy Francisco Alvarado Godoy
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Una larga historia de crímenes, desmanes y sucias actividades contra Cuba y otras víctimas inocentes
El FBI de Miami entre el dilema de cazar "espías" y terroristas de origen cubano



Quien lee la historia del FBI en Miami no puede menos que dolerse de que el esfuerzo legítimo de un grupo de valerosos hombres y mujeres, dedicados a combatir el crimen organizado, los delitos significativos y el narcotráfico, haya sido mancillado por la actividad complaciente y cómplice de algunos de sus agentes y jefes los cuales, respondiendo a los dictámenes de la ultraderecha norteamericana y de los grupos y organizaciones mafiosas que controlan la política de la ciudad, hayan convertido al Buró en un sórdido instrumento de sus maquinaciones y lo hayan sumergido en oscuras componendas y compromisos, transformándolo en tácito compinche de delitos como el terrorismo y el narcotráfico.

Para vergüenza de la memoria de agentes fallecidos en el cumplimiento del deber en Miami, como Jerry Dove y Benjamin P. Grogan, muertos el 11 de abril de 1986, mientras enfrentaban a dos delincuentes comunes, así como la de sus cinco compañeros heridos en dicho tiroteo, otros oficiales se han dedicado a falsificar pruebas para inculpar a antiterroristas con falsos cargos de espionaje, a proteger sistemáticamente a sospechosos de terrorismo y a favorecerlos con una detestable colaboración. Es por ello que al leer la presentación de la Unidad del FBI de Miami, aparecida en su sitio web, y donde se expresa: "Nuestra gente en Miami posee una mezcla de talento y experiencia que nos permiten ayudar a proteger a ustedes, sus familias y sus lugares de trabajo de una amplia gama de amenazas a la seguridad nacional y los principales problemas del crimen", no puede uno menos que experimentar sentimientos encontrados entre los que se entremezclan la admiración y el repudio.

La historia del FBI en Miami se remonta a octubre de 1924, cuando un agente especial a cargo nombrado Howe, inició su actividad combatiendo diferentes delitos que incluían la prostitución y el robo de automóviles. Luego la unidad de Miami cobraría notoriedad en 1929 al capturar al gánster Al Capone, por faltar a una citación federal.

Ya en 1937 el FBI instaló su propia oficina en Miami bajo el mando del Agente Especial a Cargo Robert L. Shivers, quien capitaneó una profunda cruzada contra la corrupción pública, el crimen organizado, los secuestros y la prostitución interestatal.

En 1942 el FBI de Miami se anotó un importante triunfo al capturar a un grupo de saboteadores nazis en Ponte Vedra Beach, Florida, recuperando una gran cantidad de armas y explosivos. Para los años 50, el FBI de Miami contaba con cerca de 150 agentes especiales y otros colaboradores.

Sin embargo, por arte y magia del diferendo impuesto por Estados Unidos a Cuba a partir del primero de enero de 1959, el FBI se supeditaría a la guerra sucia implementada por las administraciones norteamericanas contra la Isla. A pesar de que el Buró continuaría la lucha contra el delito como se demostró en el arresto del roba bancos Jerry Clarence Rush en 1963, en la detención de John Wesley Davis y Joel Leo Vedder, quienes planeaban sabotear el East Florida Ferrocarril en 1964; y la captura del terrorista Henry Kiter Jr. en agosto de 1969, quien amenazó con sabotear aviones de la compañía Delta Airlines; así como el combate a la delincuencia de cuello blanco, la corrupción, sobornos, malversación de fondos, pornografía infantil, otras actividades ilegales como el narcotráfico y el fraude en las décadas siguientes, su función principal fue investigar las actividades de las organizaciones terroristas de origen cubano en el propio territorio norteamericano en una vasta investigación denominada FREIGHTBOM, la que les permitió identificar a numerosos terroristas y organizaciones que desarrollaban acciones violentas contra Cuba, en abierta violación de la Ley de Neutralidad. No obstante, como analizaremos en los dos próximos artículos, nunca se tomaron medidas radicales contra estos grupos extremistas, protegidos por las administraciones de turno y la CIA.

La oleada de casi medio millón de cubanos dio un giro diferente a la soleada Miami. Los viejos males de la seudo república derrotada, se "exiliaron" junto a los miles de lumpen, funcionarios corruptos, criminales de toda laya, asesinos y sicarios, así como mafiosos enriquecidos a costa de expoliar a su propio pueblo, convirtiéndola en nuevo centro del vicio y el delito en EE. UU. Es tal la magnitud de los delitos que cometen ciudadanos de origen cubano que Timothy Delaney, agente especial adjunto a cargo de la oficina del FBI en Miami y jefe del programa nacional contra el fraude a los servicios médicos entre el 2000 y el 2004, declaró asombrado al iniciar su gestión en esa ciudad: "Yo sabía que en Miami la situación era mala, pero cuando llegué quedé asombrado". (...) "Aquí hay fraude como en ninguna otra parte del país. Los Ángeles está en segundo lugar, pero a mucha distancia'".

La base principal de las actividades delictivas en aumento en Miami estuvo en el auto titulado exilio cubano, quienes promovieron de inmediato el narcotráfico, los juegos ilegales de azar, las corruptelas, el robo y particularmente, el terrorismo y los asesinatos violentos. Una prueba de ello es que ya el 19 de abril de 1965, por citar un ejemplo, un cubano que alcanzaría funesta notoriedad por sus crímenes, Luis Posada Carriles, se vio involucrado en Miami, junto al ricachón guatemalteco Roberto Alejos Arzú, dueño de la Finca Helvetia en la que se había preparado en 1961 la derrotada Brigada invasora 2506, en una operación subversiva contra el gobierno de Guatemala, contando por supuesto con el apoyo de la CIA y del FBI, de los que era activo colaborador.

Un documento del FBI, desclasificado en virtud de la Ley Pública 102-526. Con fecha de 28 de abril de 2005, referido al Archivo Nro. 2-380 y emitido por el Buró el 17 de mayo de 1965, acusó a Roberto Alejos Arzú, guatemalteco, residente en el 180 Palm Drive, en Palm Island, Miami Beach, de conspirar junto a Posada Carriles, el cubano Luis Sierra López y otros de sus co nacionales, de poseer un vasto arsenal compuesto por dos ametralladoras calibre 30, M-1919A4; 1 fusil automático Browning, 1 lanza llamas, con tanques y fusil No. M2A1, 6 carabinas M-1, 1 subametralladora Thompson calibre 45, modelo 1928; 1 pistola Colt automática calibre 45, 10 fusiles Grease M-3 calibre 45; 1 lanzacohetes de 3.5 pies, M-20 (bazooka); 2 morteros de 60 mm, M-5, con trípode, placa de base y cañón; 2 cureñas, con trípode, calibre 30, M-2; 2 cureñas, con bípode, calibre 30, M-2; 15 fusiles Garand, miles de cartuchos para estas armas; 28 adaptadores de granadas, fusil Garand M-1; 32 bloques de C-4 (2½ libra cada uno) 80 libras; 12 bloques de C-3 (2½ libra cada uno) 28 libras; 24 bloques de TNT (1 libra cada uno) 24 libras; 8 bloques de Pinolite (1 libra cada uno ) 8 libras; 2 latas de Napalm (3 galones cada una) 6 galones; 16 proyectiles de bazooka (de 3.5 pulgadas de diámetro, de alto poder explosivo); 44 barras de TNT (utilizadas por el ejército) 1 libra cada una, 44 libras; 46 cartuchos, proyectiles de morteros de 57 milímetros; 51 granadas de mano M-21 (de fragmentación): 3 granadas de gases lacrimógenos; 6 fusiles lanza granadas; 5 rollos de mecha Orange-wax, marca Clover (170 pies en total); 20 encendedores de mecha; 2 detonantes de gran potencia (de una libra cada uno); 1 caja de detonantes y encendedores (100 de cada uno); 53 detonadores; 1 rollo de cable para detonadores, aproximadamente ¼ de milla; 1 bolsa de municiones, fusil Garand M-1; 1 rifle Winchester semiautomático, calibre 12; así como otros medios de guerra.

A pesar de todas las pruebas en su poder y pleno conocimiento de la conspiración, el FBI solo se limitó a recoger el armamento y a exonerar de cargos a los implicados, lo que se convertiría en un hábito en los próximos años. Bastaría saber que entre 1959 y el año 2001, el Buró tuvo conocimiento de cerca de 360 actos terroristas realizados en suelo norteamericano, 186 de ellas afectando directamente intereses estadounidenses y, sin embargo, solo una mínima parte de los ejecutores fueron capturados y recibieron tan solo bochornosas condenas.

La posición contemplativa del FBI ante el asesinato de 35 personas en suelo norteamericano, incluidos nacionales de ese país; de 14 atentados contra aeropuertos norteamericanos, como los de La Guardia y John F. Kennedy (Nueva York), el Miami Internacional Aiport y el de Newark, Nueva Jersey; así ataques contra oficinas gubernamentales como las propias sedes del FBI y del INS en varias ciudades, la sede de las Naciones Unidas (ONU), embarcaciones de varias nacionalidades, aeronaves y otros objetivos como consulados de Nicaragua, México, Venezuela y otras naciones; agencias de viajes y centros nocturnos, prueba esta aseveración.

Aunque el Buró se vanagloria de haber llevado a cabo varios casos graves de terrorismo como el que involucró a José Padilla, el 22 de noviembre de 2005, así como la captura en el 2006 de siete hombres de la Florida acusados de conspiración para proveer apoyo material a Al Qaeda, lo cierto es que se ha hecho de la vista gorda en relación con las decenas de terroristas de origen cubano que han actuado y actúan con total impunidad en Miami. Adempero, sí ha hecho el Buró una fijación enfermiza sobre un supuesto espionaje cubano en La Florida, sobre todo a partir de la década de los 90, ante la imposibilidad de haber podido capturar con anterioridad a alguno del numeroso grupo de combatientes anónimos que enfrentan en Miami al terrorismo contra Cuba.

Si el FBI cumpliera a cabalidad su papel contra el terrorismo de la mafia anticubana, incluso cuando Cuba le ha facilitado abundante información al respecto, como lo ha hecho en varias oportunidades, no fuera necesaria la presencia de los luchadores de la Seguridad del Estado en EE UU. Eso es una verdad de Perogrullo.
La batalla cubana por su defensa en las entrañas del monstruo



Uno de los primeros valiosos compañeros infiltrados dentro de los grupos terroristas de Miami, particularmente Alpha 66, fue José "El Chino" Fernández Santos, quien inició su labor, apenas triunfó la Revolución, en las filas del Departamento de Investigaciones del Ejército Rebelde (DIER) y, posteriormente, dentro del Departamento de Seguridad del Estado (DSE). Su largo historial como agente, que lo hizo merecedor de la Medalla Al Valor "Eliseo Reyes", tuvo sus inicios en 1961 cuando infiltró en Cuba a varias organizaciones contrarrevolucionarias, entre ellas el Movimiento de Renovación Revolucionaria (MRR).

A partir de 1968, ya en Miami, trabó contacto con Andrés Nazario Sargén, quien lo incorporó a Alpha 66, donde logró identificar los principales centros de entrenamiento de este grupo terrorista. En 1974, por encargo de Sargén y ascendido a capitán, dirigió una expedición integrada por Hugo Gascón, Roberto del Castillo, Ramón Cala, Jesús Vega, Santiago Acosta, y Mario Bello, la cual fue interceptada en Gran Inagua, en las Bahamas, el 12 de octubre de 1974. Comprometida su filiación revolucionaria, pudo escapar a Cuba burlando al FBI y a los propios sicarios de Alpha 66.

Su caso alcanzó renombre cuando Fernández testificó ante el "Tribunal Contra el Imperialismo", en la Habana y parte de su historia fue presentada en una de las obras de Luis Adrian Betancourt, titulada "Aquí las arenas son más limpias".

El FBI investigó varios casos de supuesto espionaje cubano, siendo uno de ellos el relacionado con René Valdés, representante de Alpha 66 en la ciudad de Los Ángeles, así como el de Edith Reinoso Hernández, quien más tarde lograría retornar a Cuba y publicar sus experiencias en un libro titulado "Testimonio de una emigrada". Otros casos monitoreados por el FBI en los que los supuestos agentes cubanos involucrados actuaban en Miami fueron los de Julio César Ramírez, Emérito González, Mario "El Gago" Estévez y Néstor López Molina, aunque luego se comprobó lo infundado de sus sospechas, principalmente en los tres últimos individuos.

Carlos Rivero Collado también fue espiado por los Feds hasta que regresó a Cuba en 1974, donde puso al desnudo el rol terrorista de la mafia miamense y publicó un libro titulado "Los sobrinos del tío Sam".

Otra pléyade de compañeros entre los que se encuentran Noel Salas Santos, Manuel Hevia Cosculluela, Juan Pablo Roque, así como el que escribe este artículo, estuvimos alguna vez infiltrados dentro de los grupos terroristas o vinculados a la actividad de la CIA, defendiendo en un terreno hostil la seguridad de nuestro pueblo, a la par que burlando las acechanzas del FBI, de la DIA y de la CIA. Por suerte, la labor abnegada de nuestros jefes, la orientación precisa y oportuna, así como el respeto a las medidas de compartimentación y seguridad, nos permitieron salir indemnes en nuestro avatar como revolucionarios en este campo de trabajo. Otros compañeros, dolorosamente, no corrieron la misma suerte, pues algunos murieron en este combate silencioso y anónimo, alejados de sus seres queridos y del privilegio de ser enterrados y llorados por los suyos, mientras que otros purgan injusta prisión por el simple hecho de defender a su Patria.

HÉCTOR PESQUERA, EL CASO DE LOS CINCO Y SU MANIPULACION POR EL FBI.

Es precisamente en la década de los 90, cuando Estados Unidos se duele con desesperación de la permanencia de la Revolución Cubana a pesar del derrumbe del campo socialista y cuando les fallan una tras otras otra las conspiraciones de asesinato contra Fidel y otros planes de atentado, luego de la oleada terrorista de 1997, que el FBI prioriza su labor de contra inteligencia contra un vasto y supuesto espionaje cubano en Miami. Otro elemento fue el bochorno sufrido ante las denuncias de los agentes Orión, Fraile, Olga, Félix y Julito, sobre el incremento de las actividades terroristas anticubanas desde Miami, que involucraban a la FNCA, al Ex Club, el CID y otras organizaciones extremistas ubicadas en la ciudad floridana, al amparo de la CIA y del FBI.

Para cumplir este sucio rol de promover una campaña mediática contra supuestos espías cubanos en La Florida, los mafiosos de la FNCA acudieron a Héctor Pesquera, promovido a jefe del FBI de Miami, en un intercambio de favores luego de que éste los protegiera, en octubre de 1997, durante los sucesos relacionados con el juicio que se les seguía por intentar asesinar a Fidel Castro en Isla Margarita. Pesquera propició la captura de la Red Avispa a pesar de las reticencias de la entonces Fiscal General, Janet Reno, de hacerlo, sabiendo la misma que no existían fundamentos de peso para elaborar la trama de espionaje que montó Pesquera. Su obcecado empecinamiento para favorecer a la mafia miamense, lo hizo caer en una trampa: Fue tal su empecinamiento en perseguir a los agentes cubanos, que descuidó a los grupos islámicos asentados en La Florida que, posteriormente, estarían directamente involucrados en el atentado a las Torres Gemelas de Nueva York, el 11 de septiembre de 2001.

Las oscuras artimañas y complicidades de Pesquera con los poderosos jefes de la FNCA, luego de la captura de los terroristas del yate "La Esperanza", en las aguas borinqueñas, el 27 de octubre de 1997, quien accedió al expediente manipulando pruebas y ocultando hechos comprometedores, condujeron a la bochornosa absolución de los terroristas implicados, entre ellos Francisco José Hernández Calvo, presidente de la FNCA.

El premio de Pesquera no demoró el tiempo en que se chasquea un dedo: los poderosos representantes floridanos en el Congreso "solicitaron" a Louis Freeh, entonces jefe del FBI, el traslado de Pesquera como Agente Especial a Cargo de la Unidad del FBI en la ciudad de Miami, en mayo de 1998. A partir de allí, la mafia contaría con otro aliado más para desarrollar sus campañas anticubanas y para proteger sus negocios sucios.

La primera acción anticubana del estrenado jefe del FBI en Miami fue la captura de los integrantes de la llamada Red Avispa, a las 5 de la madrugada del 12 de septiembre de 1998, acción que comunicó previamente a su ejecución a sus benefactores en la ciudad floridana, Ileana Ros Lehtinen y Lincoln Díaz Balart, así como presumiblemente a alguno de los jefes de la FNCA.

El egocéntrico jefe del FBI montó, en contubernio con la mafia anticubana, un sonado show mediático, en torno a la captura de una red de espías cubanos, la primera en la historia del FBI en Estados Unidos. En el propio cuartel general del Buró, situado en el 16320 NW 2nd Avenue, en North Miami Beach, Pesquera se regodeó con su momento de gloria. Parecía dejar atrás su oscura trayectoria en Tampa, Montevideo (Uruguay), Washington, las Islas Vírgenes y Puerto Rico, sin poder percibir que otro enemigo mayor y más peligroso, la red Al Qaeda, actuaba silenciosamente ante sus propias narices. Cegado por la vanidad y el odio contagiado a él por sus nuevos cómplices mafiosos, se ensañó en los antiterroristas cubanos, edificando falsas pruebas y acusaciones.

No pudiendo soportar el bochorno de su victoria pírrica en el campo del espionaje, ante su ceguera en cuanto a la actividad de los terroristas islámicos, renunció en el año 2003, siendo despedido en una opípara cena en la que participaron muchos de sus socios de la FNCA y de otras agrupaciones terroristas y mafiosas de Miami. Posteriormente, el 1 de abril 2004, Pesquera pasó a trabajar en el condado de Broward como enlace de la Oficina del Sheriff (OBS) con otras agencias locales, federales y del estado, bajo las órdenes del alguacil Ken Jenne.

El 14 de abril de 2004 fue ridiculizado por la prensa en Port Everglades, sobre su papel para prevenir los nefastos sucesos del 11 de septiembre y sus declaraciones ante la Comisión 9/11 en Washington, DC., cuestionado por haber usado solo a un agente del FBI para monitorear a los grupos de AlQaeda y no descubrir sus actividades preparatorias de los atentados, mientras destinada incontables recursos y agentes para monitorear a un grupo de cubanos a los que no se les pudo probar realmente cargos de espionaje.

Con desfachatez sin parangón dijo desconocer la nota de un agente de campo de Phoenix, Arizona, del 10 de julio 2001, en la que se recomendaba al FBI de Miami que investigara a un grupo de árabes entrenándose en escuelas de aviación en su ciudad.

Hoy, tras 12 años de estos bochornosos sucesos montados por el FBI, tiempo que nuestros hermanos llevan purgando inmerecida prisión, los funcionarios de la DIA como Chris Simmons y otros supuestos expertos en espionaje cubano, siguen especulando sobre la llamada la Red Avispa. Es evidente que no se ponen de acuerdo, pues la invención de espionaje fue tan absurda y apresuradamente elaborada, que recurrieron a falacias de las que ellos mismos no se acuerdan totalmente.

Según Simmons, por ejemplo, la Red Avispa contaba con 27 agentes, mientras las fuentes del FBI en Miami sustentan que el número de sus integrantes era de entre 13 y 16 miembros. Lo cierto es que 10 personas fueron capturadas con un aparatoso montaje de fuerzas en la madrugada del 12 de septiembre de 1998. De inmediato, fueron conducidos al Headquarter del FBI en Miami, donde fueron presionados con vistas a que se plegaran al montaje de supuesta actividad de espionaje preparado por Pesquera. Un tiempo después fueron trasladados al Federal Detention Center, situado en el Downtown de Miami.

Las presiones sicológicas, el burdo chantaje y todo tipo de amenazas surtieron efecto en cinco de los detenidos: Alejandro Alonso, Linda Hernández, Nilo Hernández Mederos, José Santos Cecilia y Amarylis Silverio García de Santos, quienes se prestaron al juego de Pesquera de intentar edificar un caso de espionaje a toda costa, aun teniendo que fabricar todo tipo de patrañas y acusaciones improbables. El premio a la traición cometida por estas personas, no solo por cooperar con el FBI y la Fiscalía reconociendo como válidas muchas de las quiméricas imputaciones, sino también por favorecer las falsas acusaciones contra sus compañeros, fueron reducidas sanciones y el ser agraciados por el Programa de Protección de Testigos luego de purgar sus breves condenas.

Otro grupo de los detenidos, integrado por René González Sehwerert, Antonio Guerrero Rodríguez, Manuel Viramontes (Gerardo Hernández Nordelo), Luis Medina (Ramón Labañino Salazar) y Rubén Campa (Fernando González Llort), con total entereza y dignidad, se negaron a cooperar con el FBI y las falsas imputaciones que debían aceptar a cambio de un deshonroso acuerdo.

Olga Salanueva, esposa de René, fue también acusada de pertenecer a la célula con el seudónimo de Ida, sin que se haya podido probar su participación real en la misma. Lo mismo ocurrió con Adriana Pérez O'Connor, esposa de Gerardo, a quien acusaron de ser la agente Bonsái y de actuar en Miami con una falsa identidad. Tales improbados argumentos sirven de dudosa base para impedirles que puedan visitar a sus esposos en prisión durante todos estos años.

Para las febriles manipulaciones de Pesquera y sus agentes, otros cuatro agentes de la red pudieron escapar a Cuba, entre los que se encontraban Juan Pablo Roque, Ricardo Villareal (Horacio) y Remigio Luna (Remi/Marcelino). A partir de allí y, siguiendo las instrucciones del gobierno norteamericanos y de la mafia miamense, Pesquera lanzó dos nuevas acusaciones: la primera de ellas estaba dirigida a comprometer a varios funcionarios diplomáticos cubanos de la Misión ante la ONU en Nueva York y de la Sección de Intereses de Cuba en Washington, en un claro intento de enrarecer las relaciones entre ambas naciones, lo que llevó a la inmerecida expulsión del primer secretario Eduardo Martínez Borbonet y de otro compañero. Por otro lado, Pesquera mantuvo latente la supuesta amenaza del espionaje cubano en Miami y la histeria anticubana, al decir que había otros agentes actuando y que su actividad estaba monitoreada por el FBI.

Dos hechos significativos marcaron el papel del FBI y del gobierno norteamericano en relación con los cinco miembros de la Red Avispa que no se plegaron a los chantajes y las presiones a que fueron sometidos.

En el primer caso, estos compañeros sufrieron permanentes maltratos y presiones sicológicas de todo tipo. Con total ensañamiento, luego de apenas dos días de su captura en que el agente Raúl Fernández entrega a la corte un amplio dossier de dudosas y fabricadas imputaciones, los Cinco son trasladados el día 29 de septiembre a la Special House Unit, burda forma de llamar al "hueco", una diminuta celda en la que se confina a peligrosos criminales y donde se les puede mantener solo por un período de 60 días. Los intransigentes y valientes cubanos son encerrados allí, en franca violación del Reglamento del Buró de Prisiones del Departamento de Justicia, por un término de 17 meses.

Una vez que el FBI y el gobierno movieron todo los resortes necesarios para montar un show mediático destinado a satanizar a los "espías" cubanos, con el pleno apoyo de los intolerantes Ileana Ros Lehtinen y los hermanos Díaz Balart, así como los principales capos de los grupos mafiosos y terroristas de La Florida, el 2 de octubre de 1998 se radicó la causa ante un Jurado Federal, acusándolos falsamente de los delitos de "cometer actos de espionaje, conspiración, conspiración para cometer actos de espionaje y de ser agente extranjero".

El compañero Alarcón, Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba desnudó en su momento esta macabra conspiración, cuando expresó: "La Fiscalía no acusó a ninguno de ellos de espionaje en sí por una razón muy simple: no existió nada semejante y por lo tanto nunca pudiera ser probado." (...) "Lo único que tenía que hacer la Fiscalía era "convencer" a los miembros del jurado que los acusados eran personas realmente malas capaces de concebir un intento de poner en peligro la Seguridad Nacional de los Estados Unidos en algún momento de un hipotético futuro."

En segundo lugar, y siguiendo la dirección denunciada por Alarcón, el FBI y la Fiscalía se dedicaron a montar una increíble trama de espionaje encaminada a desvirtuar la real misión de los agentes cubanos, presentándolos como amenaza para la seguridad nacional por su pretendida actividad de indagación sobre objetivos militares norteamericanos. De acuerdos con estos febriles inventos, se trató de incriminar a los compañeros con las siguientes acusaciones:

En el caso de Gerardo Hernández Nordelo (Giro/Giraldo), bajo la identidad falsa de Manuel Viramontes, se dijo ser poseedor en su casa de Miami Beach de una computadora y disquetes con información comprometedora, grabadoras y cámaras fotográficas de alta sensibilidad. Como el FBI dijo monitorear la actividad de la red desde 1995, expresó disponer de pruebas suficientes de su papel como líder del grupo, obtenidas mediante vigilancia electrónica y visitas subrepticias a su morada, donde accedieron a mensajes codificados y las claves de decodificación. Se le acusó igualmente de disponer documentos falsificados obtenidos ilegalmente por el gobierno cubano a nombre de dos cubanos residentes en Broward y West Palm Beach, Osvaldo Reina y Daniel Cabrera. Se dijo que Gerardo usó la primera falsa identidad y destinó la otra a Fernando González Llort. Otras falsas identidades correspondieron a dos niños fallecidos en California en los años 60.

En el caso de Ramón Labañino Salazar (Alan), para el FBI el sub jefe de la Red Avispa, éste era el encargado de ejecutar y dirigir el supuesto espionaje contra instalaciones militares de Estados Unidos en el sur de la Florida, tales como el Comando Sur, la base aeronaval de Boca Chica, en Cayo Hueso, así como la base de la fuerza aérea McDill, en Tampa. Otra burda acusación del FBI era que Labañino era el contacto entre la Red y los diplomáticos cubanos de la Misión de Cuba ante la ONU.

En el caso de Rubén Campa o Fernando González Llort (Vicky/Oscar), éste fue acusado de ser enlace con otros agentes de la Red y de monitorear la actividad de grupos extremistas en Miami, buscando la manipulación de información para denigrarlos ante la opinión pública. Esta absurda acusación es insostenible ante el grado de deterioro de imagen que padecen los principales grupos mafiosos por sus propias cuestionables acciones.

Antonio Guerrero fue acusado falsamente de espiar en la base naval y aérea de Boca Chica, donde era un simple empleado civil, imputándole igualmente un aparente interés por acercarse a personal militar y de poseer cientos de direcciones de militares asentados en Boca Chica.

Por su parte, René González Sehwerert (Castor), tenía como misión, de acuerdo con el FBI, de monitorear las actividades de organizaciones extremistas radicadas en La Florida como Hermanos al Rescate, Movimiento Democracia, Militares y Profesionales por la Democracia, Comando Unidos para la Liberación, Partido Unido Nacional Democrático (PUND), Comisión Nacional Cubana y la Asociación de Pilotos Cubano Americana. En su rol de colaborador del FBI en relación con actividades de narcotráfico, el FBI lo acusó de usar esa condición para denigrar a los grupos del "exilio" en Miami.

El 20 de septiembre del 2001, Héctor Pesquera quiso sobresalir para paliar su infortunado y cuestionado papel en relación con las redes de AlQaeda en La Florida, al declarar el arresto de otros dos agentes de la Red Avispa: Gerardo Gari (Luis) y Marisol Gari (Margot), quienes dijo eran colaboradores de Fernando González Llort en la actividad de "espionaje". El primero de ellos fue acusado de intentar infiltrar el Comando Sur en La Florida, particularmente en la base MacDill, en Tampa. Por su parte, Marisol fue acusada de usar su empleo en el Servicio Postal de Estados Unidos en el Miami International Airport, para recabar información confidencial, así como monitorear la actividad de la FNCA. Fueron acusados de espionaje con las sanciones de 7 años de prisión para Gerardo Gari y 3 años y seis meses para su esposa Marisol.

Otra vez Pesquera se vanaglorió de su éxito cuando declaró ante la prensa: "no fueron arrestados hace tres años porque tuvimos que ser selectivos. Esos arrestos fueron hechos con premura, porque sabíamos que algunos de ellos habían recibido la orden de regresar a la isla; en el caso de estos dos, teníamos la convicción de que no escaparían, como vino a suceder".

Los miembros de la Red Avispa fueron sometidos a un juicio amañado en una ciudad llena de animadversión contra ellos y sobre la base de inventadas acusaciones. Gerardo Hernández Nordelo recibió dos cadenas perpetuas más 15 años, bajo los cargos de conspiración por espiar y por el ilusorio cargo de asesinato premeditado en relación con los pilotos de Hermanos al Rescate, derribados el 24 de febrero de 1996. Ramón Labañino Salazar fue sentenciado a una cadena perpetua más 18 años, sin derecho a salida, por improbado espionaje contra bases militares norteamericanas. Antonio Guerrero fue condenado a una cadena perpetua más 10 años. René González Sehwerert fue condenado a 15 años de prisión, mientras Fernando González Llort a 19 años de prisión. Recientemente, por disposición de una corte de apelaciones, Antonio Guerrero, Ramón Labañino y Fernando González Llort recibieron nuevas condenas al ser re sentenciados por la misma jueza Joan Lenard: al primero le cambiaron la sentencia inicial por 21 años más 10 meses de prisión; Labañino fue re sentenciado, a su vez, a 30 años de cárcel. Por su parte, Fernando recibió una modificación de condena de 17 años más 9 mese de prisión, solo uno menos que la condena anterior. Tanto Gerardo como René fueron excluidos de este beneficio.

Tal vez la prueba más evidente de la politización del juicio a los Cinco por parte del FBI y del gobierno norteamericano, así como de una justicia parcializada y de una actitud de relativa falta de coherencia en los casos de espías capturados in fraganti, es que otros casos de espionaje más peligrosos y dañinos para la seguridad nacional estadounidense, se han caracterizado por la aplicación de penas menos severas y condescendientes con los acusados.

Tres casos ilustran esta aseveración:

● Khaled Abdel-Latif Dumeisi, acusado de ser un agente no registrado del gobierno de Saddam Hussein. Recibió una condena de 3 años y 10 meses de prisión en abril de 2004, en medio de la guerra de Estados Unidos contra Irak.

● Leandro Aragoncillo fue hallado culpable en julio de 2007 de transmitir cerca de 800 documentos clasificados relacionados con la defensa nacional de los Estados Unidos, mientras era asistente militar de los vicepresidentes Al Gore y Dick Cheney. Solo recibió una condena de 10 años de prisión. Su socio de labores de espionaje, Michael Ray Aquino, purga una sentencia de 6 años y 4 meses.

● Gregg W. Bergersen, funcionario del Departamento de Defensa, de suministró información de defensa nacional por dinero y otros beneficios materiales en julio de 2008, siendo sancionado solo a 4 años y 9 meses de prisión.

● Lawrence Anthony Franklin, un coronel de la reserva en el Departamento de Defensa, vendió información secreta a un gobierno extranjero y fue sancionado solo a 12 años y 7 meses de prisión.

El caso montado contra nuestros Cinco Héroes, al que se le otorgó el número 98-3493, con 27 páginas plagadas de mentiras que sustentan un apócrifa acusación de espionaje, constituye, sin lugar a dudas, una prueba del execrable papel del FBI de Miami, con Héctor Pesquera a la cabeza, para favorecer las apetencias anti cubanas de la mafia de Miami y de la ultraderecha norteamericana.

Por su parte, los alegatos de nuestros hermanos en su defensa, así como la actitud firme mantenida en prisión, demuestran de qué lado está la verdad.

http://www.telesurtv.net/noticias/contexto/1877/mi-iquestquerido-fbi-iii-parte/

dayrdan

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