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La agricultura y los retos para la ciencia del siglo XXI 2ra

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Mensaje  dayrdan Sáb Mar 01, 2008 2:00 pm

Desde este discurso de dominación se presenta la “genial” idea de usar los alimentos para producir biocombustibles, lo que ha generado reacciones muy diversas: para el capitalismo dominante, que las promueve, la oportunidad del empleo y del crecimiento productivo para el tercer mundo, con ello el mejoramiento de la vida, para otros que de una manera reflexiva asumen el asunto en sus contradicciones, significa el encarecimiento de los alimentos y con ello el aumento de la crisis alimentaria, hambre para millones de personas, más de la que ya muchos tienen, todo para poder satisfacer las ansias de consumo del occidente industrializado.
Aquí el obrar correctamente o incorrectamente, lo tolerable o lo intolerable se confunde, no están absolutamente demarcados, pero de lo que no debe quedar duda es que el asunto tiene dimensiones políticas, éticas, culturales y filosóficas que desbordan lo meramente técnico y económico. Con la particularidad de que las exigencias reflexivas no pueden esperar por la urgencia manifiesta de soluciones prácticas, soluciones que no pueden salir de conciencias parceladas: es como que las tradicionales humanidades irrumpen públicamente los tradicionales laboratorios experimentales y los sistemas estadísticos de los economistas, es que hacer ciencia agrícola ya no es solo mediciones, estadísticas y experimentos.
La noción de examen profundo, de cautela, de responsabilidad debe acompañar la investigación, la revolución del saber ha sido tal que unido a certezas logradas, adoptan presencia aguda las amenazas de lo incierto, por lo que la presencia de estos valores alcanza un mayor significado, no como un anexo sino como un componente del conocimiento. Más si se tiene en consideración que detrás de este desarrollo se encuentran los intereses de las transnacionales agrícolas que movidas por la codicia del lucro sitúan sus intereses por encima de los pueblos y de la naturaleza misma.
Otro ángulo en el análisis que plantea nuevas exigencias a la ciencia, es el relacionado con los procesos migratorios, una primera contradicción consiste en que por un lado el mundo occidental desarrollado necesita inmigrantes en sus plantaciones agrícolas, por otro los reprime y crea todo tipo barreras y muros, más las consiguientes reacciones xenófobas, indiscutiblemente este no es solo un asunto para los políticos, es un asunto aparentemente externo a la agricultura, pero en realidad no es así, los estudios sobre la agricultura están obligados a asumirlos desde cualquier iniciativa, necesita de saberes integrados y soluciones integradas, que potencien procesos de superación de la miseria en los países emisores de inmigrantes, de lo contrario continuaremos observando en las noticias el desagradable espectáculo de las embarcaciones llegando o sin llegar a la costas de Occidente o muriendo por la insolación y la falta de alimentos en medio del mar. Es evidente que entre los muros, construidos por occidente y la agricultura actual hay un nexo indudable.
Un asunto que debe concentrar el interés de los científicos es lo que debe ser conservado de la agricultura tradicional campesina. El componente incluido de violencia que transformó los campos en haciendas capitalistas, proceso que comenzó con los cercados en Inglaterra y que expulsó miles de campesinos de sus tierras obligándolos a ir a las ciudades, se aceleró con la “Revolución Verde”, dicha penetración de las relaciones capitalistas de mercado en el campo se desarrolló desde los principios de la ciencia clásica y desde el instrumentalismo burgués, y en estos cuatro siglos no ha dejado de arruinar la agricultura tradicional, puede afirmarse que gracias a su capacidad de resistencia y de subsistencia todavía existe, en parte como verdadera “pesadilla” para los neoliberales, pero sin liberarse de la amenaza del desalojo.
Esta tendencia tuvo en las ciencias agrícolas su componente, en los dos últimos siglos se absolutizó determinadas formas de hacer agricultura ligadas al liberalismo de racionalidad occidental, con descrédito de la diversidad de prácticas milenarias que los distintos contextos culturales han desarrollado, desde esta configuración de dominación impuesta con el lenguaje de la razón científica con lo que se borra de la memoria valores del saber acumulado por pueblos, etnias, familias y comunidades representativas de códigos excluidos por el lenguaje totalizador, es por eso que esta ciencia, aunque use el método científico, es de por sí un dispositivo más del discurso político dominante que acompaña al colonialismo, al neocolonialismo y a todas las variantes de explotación humana de los últimos siglos. La agricultura y los retos para la ciencia del siglo XXI 2ra 333_1_2



Esta agricultura tradicional, reservorio de saber, de prácticas de convivencia y coherencia con la naturaleza, pueden no ser científicos, pero si válidos, eficaces y sostenibles en determinadas circunstancias, y a pesar de los esfuerzos de la FAO, de algunos asociados a la agroecología y al movimiento de campesino a campesino, siguen estando amenazados, en una época necesitada de tolerancia y de respeto a la diversidad cultural.
Los agrónomos encerrados en sus fincas de laboratorio, aun aquellos que no pertenecen a ningún partido o movimiento social, y aunque les parezca ridícula la idea, también son políticos. Desentrañar esta madeja de conexiones ante las creencias establecidas, debe ser un objetivo de la ciencia y de la educación, y resulta improbable llegar a esta comprensión a partir de las estructuras de formación de científicos instituidas en las universidades.
El egocentrismo característico de esos patrones de comportamiento cimentados, asociados a la modernidad, tienen que ser tomados en consideración por las ciencias agrícolas aunque hayan sido diseñados por la ilustración y aparentemente no tengan nada que ver con los ingenieros.
También el recelo ante la innovación y la transferencia de tecnología, que de una manera espontánea existe en estos agricultores tradicionales puede ser asimilado por los científicos y los ingenieros, como barrera ante el exceso de optimismo. El estudio de este tipo de comportamiento puede dejar lecciones educativas para un mundo de desenfreno tecnológico.
La ciencia agrícola del siglo XXI debe ser para incluir, no para excluir, la exclusión es intolerancia, fundamentalismo aunque no se haga en nombre de Cristo o de Alá, sino del mercado que se presenta como otro “Cristo u otro Alá”, al final el resultado es semejante.
Un último argumento a favor de nuevas concepciones en la organización y realización de las investigaciones científicas sobre agricultura, está relacionado con los modelos de producción agrícola. Ante los fracasos y virtudes de modelos y estructuras agrícolas conocidos, para la ciencia existen muchas interrogantes, sobre cuál debe ser el camino a recorrer, si la agricultura industrial, con su variante de Agricultura de Precisión, la agricultura orgánica, la agroecología, o la agricultura familiar.
Todos los caminos tienen defensores y acusadores, en realidad pueden ser variados los caminos escogidos, las decisiones tomadas y diversas las opiniones, sin embargo, ha sido dominante la idea de un modelo único: agricultura industrial, fin esperado y solución alimentaria para el mundo humano, pero como se ha demostrado dicho concepto tiene profundas grietas y encierra amenazas destructivas.
La agricultura no puede tener un modelo único, ni se pueden imponer modelos, esta es diversa, porque la cultura humana y sus ideales son diversos, la naturaleza en que se desarrolla es diversa, por lo que la creencia de hacer extensivos los resultados de las investigación a otros contextos sin entrar a considerar circunstancias culturales, geográficas, históricas es errónea, viola la relativa independencia del otro.
En resumen puede afirmarse que en las actuales reglas subyugadas por el mercado y las transnacionales y la búsqueda de alternativas superadoras y viables desde la ciencia, no está desvinculado de interrogantes como pueden ser ¿cuál es la mejor variedad de caña para producir azúcar en un tipo de terreno? o ¿cuál es la mejor forma de organizar una granja y hacerla producir? Se necesita de “una gran religación de los conocimientos resultantes de las ciencias naturales con el fin de ubicar la condición humana en el mundo” [1] www.ecoportal.net

* Alberto Matías González. Profesor Auxiliar del Centro Universitario de Sancti Spíritus José Martí Pérez, Cuba. Master en Ciencia Tecnología y Sociedad (2000) y Doctorado por Universidad de Girona (2006)
Bibliografía:
Delgado Díaz, Carlos J. La educación ambiental desde la perspectiva política. “Cuba Verde”, Editorial Félix Varela, La Habana, 2006.
Martí, José. La América grande. “Obras Completas, Tomo 8, La Habana, 1991.
Morín, Edgar. Los 7 saberes necesarios para la educación del futuro. UNESCO
Nota:
[1] Edgar Morín “Los 7 saberes necesarios para la educación del futuro” UNESCO

dayrdan

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