03 de octubre 2008. - A dos semanas de que comience la conferencia internacional sobre el futuro de Osetia del Sur, la cual deberá reunirse en Ginebra, Suiza, como uno de los entendimientos del plan de paz Medvediev-Sarkozy, consensuado por los presidentes de Rusia y Francia (en nombre de la Unión Europea) para poner fin al derramamiento de sangre en el Cáucaso, la violencia volvió a irrumpir hoy en esta disputada región.
Dos atentados con bomba, que las autoridades surosetias atribuyen a los servicios secretos de Georgia, cuyo gobierno con el apoyo de Estados Unidos y sus aliados europeos sigue reivindicando su soberanía sobre la república separatista reconocida por Rusia, Nicaragua y Somalia, dejaron un saldo preliminar de nueve muertos y un elevado número de heridos.
La explosión más potente –equivalente a 20 kilogramos de TNT (trinitrotolueno)– ocurrió en el cuartel general del ejército ruso en Tsjinvali, la capital surosetia, al estallar un coche bomba proveniente de Georgia, que los militares habían confiscado, junto con otro vehículo, al encontrar armas de corto alcance y municiones en un retén cerca del poblado de Disevi, a seis kilómetros de Tsjinvali.
En ese atentado, el peor desde la guerra que enfrentó a Rusia y Georgia después de que ésta pretendió resolver por la fuerza el problema del separatismo surosetio, al lanzar una ataque masivo contra Tsjinvali la madrugada del 8 de agosto anterior, “murieron siete soldados rusos y dos civiles, y por lo menos otros siete militares y un número de civiles aún no determinado resultaron heridos”, informó esta noche el general Marat Kulajmetov, comandante de las tropas de Rusia en Osetia del Sur.
La explosión se produjo en el momento en que los militares procedían a revisar vehículos con placas georgianas retenidos en Disevi y, conforme a lo que ha trascendido, los dos civiles que murieron habían sido detenidos como sospechosos, igual que otros dos que resultaron heridos. Kulajmetov también relató que la onda expansiva causó daños severos a la sede del cuartel y a la mayoría de los edificios en un radio de 500 metros.
Horas antes, según dio a conocer el ministro del Interior en funciones de Osetia del Sur, Mijail Mindzayev, tuvo lugar un fallido atentado contra la vida del titular de la administración del distrito de Leninogorsk, Anatoli Marguiyev, quien ha recibido múltiples amenazas en fechas recientes.
A una distancia de sólo 20 metros del vehículo en que iba el funcionario, un camión de carga pasó por encima de una mina, la cual explotó y causó graves heridas al conductor y su acompañante.
El presidente de Osetia del Sur, Eduard Kokoiti, responsabilizó a los servicios secretos georgianos de los atentados, los cuales –según él– “confirman que Georgia no ha renunciado a su política de terrorismo de Estado y busca desestabilizar la región y nulificar el plan de paz Medvediev-Sarkozy”.
Los atentados tuvieron lugar apenas dos días después de que, en cumplimiento de otro de los acuerdos alcanzado por los presidentes ruso y francés, empezó labores la Misión de Observadores de la Unión Europea (EUMM, por sus siglas en inglés), encargada de patrullar, en territorio georgiano, las franjas de seguridad adyacentes a Osetia del Sur y Abjazia, la otra región separatista.
La EUMM, integrada por 200 observadores militares, pero que no portarán armas, y 152 miembros de su equipo de apoyo logístico, asimismo deberá verificar que los soldados rusos, en un plazo máximo de 10 días, concluyan su retiro de esas zonas en territorio de Georgia, donde llegaron a tener 25 retenes y puestos de control.
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