EL LIDERAZGO DE VÁZQUEZ DESPUÉS DEL VETO
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EL LIDERAZGO DE VÁZQUEZ DESPUÉS DEL VETO
EL LIDERAZGO DE VÁZQUEZ DESPUÉS DEL VETO
Rosario Touriño (Brecha)
La decisión de Tabaré Vázquez de vetar tres capítulos de la ley de
salud sexual y reproductiva, a contrapelo de su bancada y con más de
medio gabinete en rebeldía, fue histórica. Sólo algunos medios y
analistas políticos parecieron comprender la magnitud de lo ocurrido.
Fueron demasiados los títulos que se centraron en las visiones
"oficiales" del Poder Ejecutivo y pocos los informes que se adentraron
en las profundidades de la soledad del presidente.
El suceso, por lo pronto, no pasó desapercibido para el director de
Factum, Oscar Bottinelli: "No se conoce que un presidente haya quedado
en minoría combatiente frente a la mayoría del Poder Ejecutivo",* Como
adelantó Brecha la semana pasada, más de la mitad del gabinete se
mostró reacia a estampar su firma al pie del proyecto de veto y sólo
tres ministros no tenían reparos en acompañar la decisión: María Julia
Muñoz (Salud), Héctor Lescano (Turismo) y Víctor Rossi (Transporte). La
secretaría de la Presidencia fue la encargada de recabar las voluntades
de los jerarcas, pero se encontró con la férrea negativa de Daisy
Tourné, María Simón y Marina Arismendi y la solidaridad de varios de
sus colegas con ellas.**
La jugada de la Presidencia, para Bottinelli, fue arriesgada. A su
criterio, requerir la firma de sus ministros, sin preaviso y a
sabiendas de la consistente sensibilidad de varios de ellos, "fue un
gesto extremo de autoridad y una jugada límite de caudillo" debilitante
de la democracia de partido. De acuerdo al analista, Vázquez logró
imponer el veto de manera muy "oblicua " y al borde del fair-play
constitucional. "No he visto promulgación u observación de ninguna ley
que implicara modificar un código sin la firma del titular del
Ministerio de Educación o en su momento del Ministerio de Instrucción
Pública", apuntó a Brecha. Tampoco existen antecedentes en la historia
uruguaya de un presidente enfrentado al 95 por ciento de los
legisladores de su partido y alineado, en un extraño juego de espejos,
con el 96 por ciento de la oposición. Por eso, según el director de
Factum, el modo en que se procesó el veto arriesga costos y desgastes
no menores. La sensación de perplejidad t
ambié
n pareció embargar a la politóloga y docente del Instituto de Ciencia
Política Constanza Moreira: "Lo raro es que este conflicto se exprese
entre el ala 'presidencial' (puesto que la mayoría de los miembros del
gabinete no acompañaron espontáneamente la decisión del presidente) y
la bancada parlamentaria de un mismo partido". ***
SEDUCCIÓN DE UN EXTRAÑO
Los últimos acontecimientos fueron especialmente reveladores para
intentar de construir el liderazgo de Vázquez. En primer lugar, la
actitud del presidente ante la ley de salud sexual y reproductiva
parece reafirmar su impronta sui géneris, con visos ajenos a la
identidad de izquierda. "Tabaré Vázquez es un cuerpo extraño en la
izquierda uruguaya, cuyos valores más profundos no comparte", describe
Bottinelli. Uno de los esbozos más fuertes de ese perfil fue su
peculiar interpretación del Nunca más. Su postura, para algunos en la
línea de la teoría de los dos demonios, generó fuertes rechazos en la
militancia frenteamplista. Hace pocos meses trascendió su disposición a
analizar la rebaja de la edad de imputabilidad.
De algún modo, la agenda "vazquista" parece trascender a la agenda de
izquierda (y sin duda también a la de su partido, ya que deben existir
pocas marcas registradas socialistas tan nítidas como la
despenalización del aborto). Pero otras señas de identidad pueden
quedar en entredicho con el veto presidencial. Moreira cree que la
decisión de Vázquez implica un retroceso en lo que algunos concibieron
como el "tercer batllismo" esbozado por el primer gobierno de
izquierda. La medida fue algo así como un balde de agua fría para el
republicanismo. "Es claro -interpreta la politóloga- que el modus
operandi en este caso es lo contrario a cualquier versión republicana."
Es que el veto no fue sólo un golpe para todo un proceso acumulativo,
sino "la voluntad de uno contra la voluntad 'pública'". Moreira se
permite recordar el origen etimológico de "república": la cosa pública
("lo que es de todos, decidido entre todos").
Y para delimitar aun más el aislamiento del mandatario y proyectar el
impacto de su acción en las nuevas generaciones, hasta la juventud de
su partido -el PS- rechazó su actitud (al igual que los jóvenes de la
Vertiente Artiguista). Algunos prestigiosos medios internacionales
también mostraron su extrañeza frente a este posicionamiento de un
presidente socialista y uruguayo. La periodista de El País de Madrid
Soledad Gallego Díaz narró que el veto "echa por tierra las esperanzas
de los movimientos sociales y de mujeres, no sólo uruguayas sino
también del resto de América Latina, que confiaban en que el pequeño y
moderno Uruguay fuera capaz de abrir una brecha en la monolítica
posición antiabortista de prácticamente todos los gobiernos
latinoamericanos".
Bottinelli insiste en que la soledad en la que cayó el mandatario es
"absolutamente excepcional" en la historia moderna del país, pero
también percibe la confirmación de cosas ya sospechadas: "Vázquez hace
mucho que demuestra tener una agenda y una estructura de pensamiento
bastante diferente a lo que podríamos llamar el pensamiento clásico del
Frente Amplio", resumió a Brecha. Es más, para él, ha existido una
especie de "negación" de parte de su dirigencia y militancia,
deslumbrada ante las potencialidades de Vázquez para llevar a su fuerza
al triunfo electoral ("hay un poder de encantamiento que elude toda
confrontación, incluso entre dirigentes críticos y reflexivos").
NEGRAS SEMANAS
A menos de un año de las elecciones de 2009, el liderazgo del
presidente no parece estar en las mejores condiciones. Desde el "PPS"
hasta el veto presidencial la tensión ha sido permanente. Un indicador
elocuente parece ser la suspensión del Consejo de Ministros abierto que
se iba a desarrollar en Montevideo el 25 de noviembre. El secretario de
la Presidencia, Miguel Toma, fue bastante evasivo y esbozó que la
decisión respondería al especial "debate político " en el que se
encuentra inmersa la fuerza de gobierno. Sin embargo, fuentes oficiales
admitieron a Brecha que en la reunión de gabinete del lunes 17 Vázquez
mencionó como una de las razones de la suspensión la situación
producida a raíz del veto. La posibilidad de ser "escrachado" por las
organizaciones militantes a favor de la despenalización del aborto
debió pasar por su cabeza.
El director de Factum cree que el presidente se ha caracterizado por un
estilo de redoble de la apuesta frente a los temas más difíciles. Por
lo general, opina, es una estrategia que le ha salido bien. Pero
también ha tenido grandes frustraciones al imponer algunas de sus
líneas entre las huestes frenteamplistas. Las tres más notorias, según
Bottinelli, han sido el Día del Nunca más, la fórmula Astori-Mujica y
la rebelión de más de medio gabinete frente al veto. El último sinsabor
además fue doble: no logró impedir que se aprobara la ley de
despenalización en el Parlamento, y luego tampoco obtuvo el apoyo
mayoritario en el Ejecutivo para el veto.
LA REBELIÓN DE LOS MINISTROS. CRÓNICA DE UN JUEVES MALDITO
Pasadas las 8 de la noche del jueves 13, el ministro Héctor Lescano
seguía brindando la versión "oficial": el veto había sido firmado
exclusivamente por la ministra María Julia Muñoz por razones de
"rapidez" de trámite. En la edición vespertina de índice 810 de El
Espectador, el titular del Ministerio de Turismo desmentía
"terminantemente" que la Presidencia le hubiera solicitado la firma a
todo su gabinete. Sin embargo, durante toda esa jornada una camioneta
salía desde el Edificio Libertad hasta el despacho de varios ministros,
con el fin de reclutar el máximo aval político para el veto
presidencial.
La primera que se vio sometida al disgusto de ser fiel a sus
convicciones o acompañar la decisión presidencial fue Daisy Tourné.
Luego le tocó el turno a otros y otras: José Bayardi, Marina Arismendi,
María Simón y Ernesto Agazzi. Los teléfonos comenzaron a hervir. "¿ Ya
te llamaron ?, era la pregunta de rigor. Los ministros no podían
entender lo que estaba sucediendo. Nunca el presidente les había
trasmitido la intención de procurar su firma. Todo ocurrió de
improviso. Algunos recibieron una llamada del secretario de la
Presidencia, Miguel Toma -un hombre de origen colorado-, anunciándoles
la intención.
En esa misma conversación, algunos ya le adelantaron que no iban a
firmar el documento. Tourné le mandó decir a Vázquez que lo quería
mucho, pero que no podía firmar y ponía su cargo a disposición. Simón
no ocultaba su indignación. Con el correr de las horas quedó en
evidencia que a lo sumo tres o cuatro ministros iban a suscribir el
veto. No quedaba otra que poner marcha atrás y emitir el veto con la
firma exclusiva de Muñoz. Algunos miembros del gabinete, cada vez más
incrédulos por el procedimiento y el emisario, se preguntaban si la
movida no sería una idea de Toma. Luego ellos mismos se convencían de
que el abogado no sería capaz de ensayar una acción tan audaz sin el
aval del mandamás.
EL FINAL DEL PROCESO
La bancada frenteamplista resolvió agotar todo el proceso legislativo y
convocar a la Asamblea General con el fin de procurar levantar el veto.
Al cierre de esta edición, la sesión estaba en pleno curso. Para
levantar la observación se requiere el voto de los tres quintos de los
legisladores presentes de cada Cámara. Si bien en la de senadores
existía la posibilidad de alcanzar las voluntades mínimas, en Diputados
era prácticamente imposible. El debate fue inaugurado por la senadora
socialista Mónica Xavier, quien procuró rebatir la fundamentación
utilizada por el presidente. Paralelamente, un grupo de legisladores
del FA trabaja en el borrador de un proyecto de ley con el fin de
intentar despenalizar los abortos practicados en caso de riesgo de vida
de la madre o malformaciones congénitas del feto incompatibles con la
vida extrauterina. En estos casos se contaría con el aval de Vázquez.
-
* En El Observador, domingo 16.
** Los ministros que Brecha pudo confirmar no acompañaron el veto
fueron Daisy Tourné, Marina Arismendi, José Bayardi, María Simón,
Eduardo Bonomi y Ernesto Agazzi. Tampoco Jack Couriel (ministro
interino de Vivienda), Daniel Martínez y Alvaro García habrían
acompañado la decisión.
*** La República, lunes 17.
Rosario Touriño (Brecha)
La decisión de Tabaré Vázquez de vetar tres capítulos de la ley de
salud sexual y reproductiva, a contrapelo de su bancada y con más de
medio gabinete en rebeldía, fue histórica. Sólo algunos medios y
analistas políticos parecieron comprender la magnitud de lo ocurrido.
Fueron demasiados los títulos que se centraron en las visiones
"oficiales" del Poder Ejecutivo y pocos los informes que se adentraron
en las profundidades de la soledad del presidente.
El suceso, por lo pronto, no pasó desapercibido para el director de
Factum, Oscar Bottinelli: "No se conoce que un presidente haya quedado
en minoría combatiente frente a la mayoría del Poder Ejecutivo",* Como
adelantó Brecha la semana pasada, más de la mitad del gabinete se
mostró reacia a estampar su firma al pie del proyecto de veto y sólo
tres ministros no tenían reparos en acompañar la decisión: María Julia
Muñoz (Salud), Héctor Lescano (Turismo) y Víctor Rossi (Transporte). La
secretaría de la Presidencia fue la encargada de recabar las voluntades
de los jerarcas, pero se encontró con la férrea negativa de Daisy
Tourné, María Simón y Marina Arismendi y la solidaridad de varios de
sus colegas con ellas.**
La jugada de la Presidencia, para Bottinelli, fue arriesgada. A su
criterio, requerir la firma de sus ministros, sin preaviso y a
sabiendas de la consistente sensibilidad de varios de ellos, "fue un
gesto extremo de autoridad y una jugada límite de caudillo" debilitante
de la democracia de partido. De acuerdo al analista, Vázquez logró
imponer el veto de manera muy "oblicua " y al borde del fair-play
constitucional. "No he visto promulgación u observación de ninguna ley
que implicara modificar un código sin la firma del titular del
Ministerio de Educación o en su momento del Ministerio de Instrucción
Pública", apuntó a Brecha. Tampoco existen antecedentes en la historia
uruguaya de un presidente enfrentado al 95 por ciento de los
legisladores de su partido y alineado, en un extraño juego de espejos,
con el 96 por ciento de la oposición. Por eso, según el director de
Factum, el modo en que se procesó el veto arriesga costos y desgastes
no menores. La sensación de perplejidad t
ambié
n pareció embargar a la politóloga y docente del Instituto de Ciencia
Política Constanza Moreira: "Lo raro es que este conflicto se exprese
entre el ala 'presidencial' (puesto que la mayoría de los miembros del
gabinete no acompañaron espontáneamente la decisión del presidente) y
la bancada parlamentaria de un mismo partido". ***
SEDUCCIÓN DE UN EXTRAÑO
Los últimos acontecimientos fueron especialmente reveladores para
intentar de construir el liderazgo de Vázquez. En primer lugar, la
actitud del presidente ante la ley de salud sexual y reproductiva
parece reafirmar su impronta sui géneris, con visos ajenos a la
identidad de izquierda. "Tabaré Vázquez es un cuerpo extraño en la
izquierda uruguaya, cuyos valores más profundos no comparte", describe
Bottinelli. Uno de los esbozos más fuertes de ese perfil fue su
peculiar interpretación del Nunca más. Su postura, para algunos en la
línea de la teoría de los dos demonios, generó fuertes rechazos en la
militancia frenteamplista. Hace pocos meses trascendió su disposición a
analizar la rebaja de la edad de imputabilidad.
De algún modo, la agenda "vazquista" parece trascender a la agenda de
izquierda (y sin duda también a la de su partido, ya que deben existir
pocas marcas registradas socialistas tan nítidas como la
despenalización del aborto). Pero otras señas de identidad pueden
quedar en entredicho con el veto presidencial. Moreira cree que la
decisión de Vázquez implica un retroceso en lo que algunos concibieron
como el "tercer batllismo" esbozado por el primer gobierno de
izquierda. La medida fue algo así como un balde de agua fría para el
republicanismo. "Es claro -interpreta la politóloga- que el modus
operandi en este caso es lo contrario a cualquier versión republicana."
Es que el veto no fue sólo un golpe para todo un proceso acumulativo,
sino "la voluntad de uno contra la voluntad 'pública'". Moreira se
permite recordar el origen etimológico de "república": la cosa pública
("lo que es de todos, decidido entre todos").
Y para delimitar aun más el aislamiento del mandatario y proyectar el
impacto de su acción en las nuevas generaciones, hasta la juventud de
su partido -el PS- rechazó su actitud (al igual que los jóvenes de la
Vertiente Artiguista). Algunos prestigiosos medios internacionales
también mostraron su extrañeza frente a este posicionamiento de un
presidente socialista y uruguayo. La periodista de El País de Madrid
Soledad Gallego Díaz narró que el veto "echa por tierra las esperanzas
de los movimientos sociales y de mujeres, no sólo uruguayas sino
también del resto de América Latina, que confiaban en que el pequeño y
moderno Uruguay fuera capaz de abrir una brecha en la monolítica
posición antiabortista de prácticamente todos los gobiernos
latinoamericanos".
Bottinelli insiste en que la soledad en la que cayó el mandatario es
"absolutamente excepcional" en la historia moderna del país, pero
también percibe la confirmación de cosas ya sospechadas: "Vázquez hace
mucho que demuestra tener una agenda y una estructura de pensamiento
bastante diferente a lo que podríamos llamar el pensamiento clásico del
Frente Amplio", resumió a Brecha. Es más, para él, ha existido una
especie de "negación" de parte de su dirigencia y militancia,
deslumbrada ante las potencialidades de Vázquez para llevar a su fuerza
al triunfo electoral ("hay un poder de encantamiento que elude toda
confrontación, incluso entre dirigentes críticos y reflexivos").
NEGRAS SEMANAS
A menos de un año de las elecciones de 2009, el liderazgo del
presidente no parece estar en las mejores condiciones. Desde el "PPS"
hasta el veto presidencial la tensión ha sido permanente. Un indicador
elocuente parece ser la suspensión del Consejo de Ministros abierto que
se iba a desarrollar en Montevideo el 25 de noviembre. El secretario de
la Presidencia, Miguel Toma, fue bastante evasivo y esbozó que la
decisión respondería al especial "debate político " en el que se
encuentra inmersa la fuerza de gobierno. Sin embargo, fuentes oficiales
admitieron a Brecha que en la reunión de gabinete del lunes 17 Vázquez
mencionó como una de las razones de la suspensión la situación
producida a raíz del veto. La posibilidad de ser "escrachado" por las
organizaciones militantes a favor de la despenalización del aborto
debió pasar por su cabeza.
El director de Factum cree que el presidente se ha caracterizado por un
estilo de redoble de la apuesta frente a los temas más difíciles. Por
lo general, opina, es una estrategia que le ha salido bien. Pero
también ha tenido grandes frustraciones al imponer algunas de sus
líneas entre las huestes frenteamplistas. Las tres más notorias, según
Bottinelli, han sido el Día del Nunca más, la fórmula Astori-Mujica y
la rebelión de más de medio gabinete frente al veto. El último sinsabor
además fue doble: no logró impedir que se aprobara la ley de
despenalización en el Parlamento, y luego tampoco obtuvo el apoyo
mayoritario en el Ejecutivo para el veto.
LA REBELIÓN DE LOS MINISTROS. CRÓNICA DE UN JUEVES MALDITO
Pasadas las 8 de la noche del jueves 13, el ministro Héctor Lescano
seguía brindando la versión "oficial": el veto había sido firmado
exclusivamente por la ministra María Julia Muñoz por razones de
"rapidez" de trámite. En la edición vespertina de índice 810 de El
Espectador, el titular del Ministerio de Turismo desmentía
"terminantemente" que la Presidencia le hubiera solicitado la firma a
todo su gabinete. Sin embargo, durante toda esa jornada una camioneta
salía desde el Edificio Libertad hasta el despacho de varios ministros,
con el fin de reclutar el máximo aval político para el veto
presidencial.
La primera que se vio sometida al disgusto de ser fiel a sus
convicciones o acompañar la decisión presidencial fue Daisy Tourné.
Luego le tocó el turno a otros y otras: José Bayardi, Marina Arismendi,
María Simón y Ernesto Agazzi. Los teléfonos comenzaron a hervir. "¿ Ya
te llamaron ?, era la pregunta de rigor. Los ministros no podían
entender lo que estaba sucediendo. Nunca el presidente les había
trasmitido la intención de procurar su firma. Todo ocurrió de
improviso. Algunos recibieron una llamada del secretario de la
Presidencia, Miguel Toma -un hombre de origen colorado-, anunciándoles
la intención.
En esa misma conversación, algunos ya le adelantaron que no iban a
firmar el documento. Tourné le mandó decir a Vázquez que lo quería
mucho, pero que no podía firmar y ponía su cargo a disposición. Simón
no ocultaba su indignación. Con el correr de las horas quedó en
evidencia que a lo sumo tres o cuatro ministros iban a suscribir el
veto. No quedaba otra que poner marcha atrás y emitir el veto con la
firma exclusiva de Muñoz. Algunos miembros del gabinete, cada vez más
incrédulos por el procedimiento y el emisario, se preguntaban si la
movida no sería una idea de Toma. Luego ellos mismos se convencían de
que el abogado no sería capaz de ensayar una acción tan audaz sin el
aval del mandamás.
EL FINAL DEL PROCESO
La bancada frenteamplista resolvió agotar todo el proceso legislativo y
convocar a la Asamblea General con el fin de procurar levantar el veto.
Al cierre de esta edición, la sesión estaba en pleno curso. Para
levantar la observación se requiere el voto de los tres quintos de los
legisladores presentes de cada Cámara. Si bien en la de senadores
existía la posibilidad de alcanzar las voluntades mínimas, en Diputados
era prácticamente imposible. El debate fue inaugurado por la senadora
socialista Mónica Xavier, quien procuró rebatir la fundamentación
utilizada por el presidente. Paralelamente, un grupo de legisladores
del FA trabaja en el borrador de un proyecto de ley con el fin de
intentar despenalizar los abortos practicados en caso de riesgo de vida
de la madre o malformaciones congénitas del feto incompatibles con la
vida extrauterina. En estos casos se contaría con el aval de Vázquez.
-
* En El Observador, domingo 16.
** Los ministros que Brecha pudo confirmar no acompañaron el veto
fueron Daisy Tourné, Marina Arismendi, José Bayardi, María Simón,
Eduardo Bonomi y Ernesto Agazzi. Tampoco Jack Couriel (ministro
interino de Vivienda), Daniel Martínez y Alvaro García habrían
acompañado la decisión.
*** La República, lunes 17.
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