Perú respalda Uruguay fracasa sueño K d liderar Sudamerica!
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Perú respalda Uruguay fracasa sueño K d liderar Sudamerica!
Perú respalda a Uruguay y fracasa el sueño K de liderar Sudamérica |
El canciller peruano, José García Belaúnde, respaldó con elegancia el veto de Uruguay a la candidatura de Néstor Kirchner a la Secretaría de Unasur, la Unión de Naciones Sudamericanas. “Debe ser una secretaría consensuada”, advirtió el diplomático. Por Joaquin Murat*/Sergio Israel** Esta posición confirma una brecha cada vez mayor entre Argentina y Perú, dos tradicionales aliados que comparten a San Martín como Libertador y que no se habían distanciado ni con la venta ilegal de armas a Ecuador. El presidente Alan García está muy enojado con los Kirchner, a quienes criticó recientemente en un foro internacional. Problema. Cristina trató ante sus pares de la región de superar el veto a su marido, pero no tuvo éxito. La furia que, según sus allegados, despertó en Néstor Kirchner la decisión del uruguayo Tabaré Vázquez de vetar su candidatura a la Secretaría General de Unasur (Unión de Naciones Sudamericanas) podría haber sido mayor de saber que Colombia y Perú también estaban en la fila del veto. Los presidentes Alvaro Uribe y Alan García no miran con mucha simpatía el encumbramiento del santacruceño a una posición tan codiciable. Con relación a Uribe, no hace falta mucha perspicacia para imaginar que ni el propio Bolívar redivivo hubiera sido un candidato que lo removiera de su tenaz y muy activa indiferencia por todo lo que no venga bendecido por Washington. Pero en el caso de García, líder de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) –primer partido nacido con ambiciones continentales en estas playas–, la cosa es más intrigante, y por lo tanto quizá más reveladora. En Lima, PERFIL pudo consultar al canciller peruano, José García Belaunde, quien, como era previsible, negó el rechazo de su país a la candidatura del argentino pero se escudó detrás de la franqueza de Uruguay. —¿Perú se opuso a la candidatura del ex presidente argentino Néstor Kirchner para ocupar la Secretaría General de Unasur? —No. Nosotros lo que señalamos es que la Secretaría de Unasur debe ser una Secretaría consensuada, y hubo un país que desde el primer momento dijo que no estaba de acuerdo con esa candidatura. Uruguay lo manifestó formalmente cuando Chile, en la Cumbre de Santiago, pidió a todos los países que se pronunciaran sobre este tema. Pero desde el primer momento supimos eso nosotros, porque nos llamó el canciller uruguayo para decir que ellos tenían dificultad para aceptar eso. Lo demás son especulaciones de los diarios que yo simplemente le contesto. —¿Y cómo se resolverá la cuestión de la Secretaría de Unasur? —Yo no sé. No sé cómo se resolverá, es un tema que tiene que manejar (la presidenta chilena Michelle) Bachelet, que tiene la presidencia, ¿no? —¿Perú continúa interesado en el proyecto de Unasur? —El interés de Perú continúa firme. Obviamente, no somos candidatos a nada. Contigo en la distancia. Como anfitrión de la cumbre del foro de Cooperación Económica de Asia Pacífico (APEC), que reunió a 20 países en Lima, García no se privó en sus discursos de ironizar sobre sus diferencias con la Argentina de los Kirchner. El presidente peruano reservó varios momentos para aludir a la Argentina en forma sesgada, afirmando, por ejemplo, que países que maquillan la inflación, “y saben a quién me refiero”, no pueden tener la confianza de los inversores. O que Perú garantiza la estabilidad del sistema financiero y el Estado no se apropia de recursos “que no le corresponden, y prefiero no mencionar de qué estoy hablando”. Si se pregunta sobre el tema a un peruano bien informado, dirá que lo que distancia a Alan García de Kirchner consiste sobre todo en la política económica que consideran necesaria para salir del atolladero. Ambos gobiernos podrían blandir las cifras de crecimiento, las más altas de los últimos años en la región, gracias a que su punto de partida fueron economías devastadas. La diferencia es que, en la misma semana en que el Congreso argentino aprobó la estatización de las AFJP, García juraba ante los líderes de las veinte economías de la APEC, que suman 55% del PIB del planeta, que lo único que puede resolver la crisis es la liberalización económica total. Además de los tratados de libre comercio (TLC) con Estados Unidos y China, ya negociados, García inició conversaciones para lo mismo con Canadá y con un bloque formado por Singapur, Tailandia, Chile y México. A todos les aseguró que por ese camino Perú reforzaría su estabilidad. Dejando de lado, es claro, que el propio García alcanza una popularidad de 25%, las denuncias de corrupción contra funcionarios de su gobierno se multiplican y los conflictos sociales son cada vez más virulentos, sobre todo en el sur. Pero al peruano le gusta apostar fuerte: lanzó durante la APEC la propuesta del Arco del Pacífico, un bloque comercial de países americanos con Canadá, Estados Unidos, México, Colombia, Perú y Chile como columna vertebral. El veto explícito del uruguayo Tabaré Vázquez evitó el choque abierto entre García y los K, y permitió la abstención de Lima. Lo que la abstención peruana deja como primera conclusión es que la posición uruguaya, al alegar que la candidatura de Kirchner es inaceptable por el tema de las papeleras, no sólo clausura un posicionamiento público de todos los países, sino que además oculta la raíz de todo el problema: la pretensión de realizar una tarea de dimensiones ciertamente históricas sobre una base políticamente inconsistente. Adónde vamos, y de dónde venimos. Visto desde las actitudes de Argentina y Perú hacia Unasur, el impasse por la Secretaría revela que los gobiernos con problemas internos, que atraviesan un período de transición incierta, buscan una salida al exterior (en sentidos opuestos) que sirva para enfrentar las sombrías perspectivas de la crisis internacional. Perú, en una alianza asimétrica con los grandes players mundiales; Argentina, queriendo jugar el papel de árbitro que cree reservado a su condición de “potencia media” regional. Las posiciones contrastantes y el papel de cada uno en el rompecabezas sudamericano quedaron en evidencia en el que fue hasta ahora el instante de mayor trascendencia de Unasur, la reunión de emergencia del 15 de septiembre en Santiago de Chile para tratar la crisis boliviana. El Gobierno argentino, acosado por el acelerado desgaste que sufrió en el primer semestre, estuvo entre los principales impulsores para que Unasur actuara ante el agravamiento de la crisis en Bolivia, con Santa Cruz (de la Sierra) sitiada y en una situación fuera de control tanto para el gobierno de Morales como para la oposición derechista cruceña que amenazaba con un contagio impredecible al país. La resolución común en la defensa del estado boliviano potenció la candidatura de Kirchner, que al principio habría sido vista con poca simpatía hasta por el propio Lula da Silva. Para el matrimonio presidencial, la Secretaría General sería el trampolín para proyectar el “modelo” de su gestión de la crisis en el país al plano de la política internacional. Con buenas razones, otros gobernantes piensan que no es una idea muy convincente. En el otro extremo, García fue el único mandatario sudamericano que no asistió a Santiago. La justificación de su ausencia fue primero que la Constitución no le permitía salir del país, luego que el Congreso no aprobó su salida a tiempo, y finalmente que debía permanecer en Lima porque había una huelga de maestros. Sólo que al día siguiente de la reunión viajó a Brasil... para hablar en una feria empresarial. El canciller García Belaúnde dejó clara la posición peruana, y en forma explícita descalificó antes del encuentro el papel de Unasur a favor de la Organización de Estados Americanos (OEA), es decir, de la participación de Wa-shington. “Hay una institucionalidad en la OEA y una experiencia e instrumentos legales dentro de ella para trabajar este tema”, dijo reforzado por el coro de la oposición pinochetista a Bachelet. La mandataria chilena, que asumió la Presidencia pro-témpore de Unasur en mayo ante la negativa de Uribe para tal, enfrenta una presión en dos frentes. Por un lado, debe cumplir con el compromiso de llevar a buen puerto el asunto de la Secretaría General, y por el otro, enfrenta una cerrada oposición de la derecha parlamentaria a la ratificación del tratado. El riesgo es que termine su mandato sin obtener la aprobación de su propio país, lo que la dejaría en una posición humillante ante sus colegas sudamericanos. O gigante adormecido. Hay que recordar que el problema de la Secretaría General vacante se remonta al momento de la firma del tratado de Unasur. El ex presidente ecuatoriano Rodrigo Borja –en una muestra de salud mental– renunció a asumir el cargo, por la falta de interés de los gobiernos para impulsar desde allí la integración, creando un foro y no una institución orgánica. Borja subrayó que en el tratado constitutivo se establece un órgano ejecutivo de ¡12 miembros!, uno por país, dejando a la Secretaría con muy pocas competencias. Y demasiados problemas. La decisión de Borja, sumada a la negativa inicial de Colombia en adherir al Consejo Sudamericano de Defensa (CDS) propuesto por Brasil, empañó la “histórica ceremonia” realizada el 23 de mayo en Brasilia. A las apuradas, además, porque originalmente la reunión estaba prevista en Colombia. Pero como el proceso de creación de Unasur fue literalmente ”bombardeado” por Uribe en territorio ecuatoriano, Lula se dio el gusto de organizar en unos días “la creación de la Gran Nación Sudamericana” (sic). En aquel momento, el brasileño todavía no contaba con otra movida de Alan García, que enseguida de su faltazo a Santiago en septiembre le propuso un TLC, para lo que deberían, según él, ser revisados tanto el Mercosur como la Comunidad Andina de Naciones (CAN). Lula respondió que por el momento no, gracias. Pero García insiste: en APEC, su argumento favorito para que los asiáticos se asocien a Perú fue que así conseguirían una vía directa al mercado brasileño. En la Unasur, el problema de la Secretaría General no es el único y la entrada en vigor del propio tratado parece postergarse para un futuro indeterminado. Según el artículo 26, el bloque tendría realidad jurídica 30 días después de recibir el noveno instrumento de ratificación, trámite que hasta ahora sólo han cumplido Bolivia y Venezuela. Los más entusiastas con la propuesta vigente de unión sudamericana esperan que el peso económico y político de Brasil y la decisión de Lula resuelvan el impasse. Pero entre las motivaciones del Planalto está la perspectiva de desplegar inversiones en toda la región a partir de financiamientos del BNDES (Banco Nacional de Desarrollo) y de emprender grandes obras de infraestructura a cargo de las constructoras brasileñas. Pero precisamente desde Quito, ciudad elegida para sede de la Secretaría General, Rafael Correa acusó a la mayor constructora verdeamarela, Odebrecht, de estafar al gobierno ecuatoriano, y denunció que préstamos recibidos del BNDES fueron contraídos de forma fraudulenta. El próximo capítulo de la novela de Unasur se juega en Salvador de Bahía, a mediados de diciembre, en la reunión ampliada del Mercosur, a la cual están invitados también mandatarios centroamericanos. Una movida de Lula coherente con estos tiempos en que está de moda resolver los (graves) problemas del mundo con fugas hacia adelante. Como sea, el episodio, si asisten los actores principales, con el sabroso aderezo de la presencia de Raúl Castro, promete ser muy entretenido. *Desde Lima. Las razones uruguayas Las relaciones entre el Palacio Santos y el Palacio San Martín se mantienen congeladas desde que el presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, decidió vetar, a fines de octubre, al ex presidente Néstor Kirchner como secretario de la Unasur. Fuentes de la Cancillería uruguaya dijeron a PERFIL que la decisión adoptada fue ampliamente discutida el mes pasado y pese a que algunos integrantes del gobierno estaban a favor de una negociación, finalmente se impuso la posición del presidente Vázquez. A nivel de la diplomacia de Montevideo ganó la idea de que “Uruguay no tenía otra opción para no perder seriedad” ante el mantenimiento del bloqueo de puentes por parte de militantes ambientalistas argentinos como protesta por la instalación de la pastera finlandesa Botnia cerca de Fray Bentos. La oposición a Vázquez, que ha criticado a menudo el manejo de la política exterior del gobierno del Frente Amplio especialmente en relación con la Argentina, respaldó casi de forma unánime la postura de firmeza expresada. Entre tanto, el canciller Gonzalo Fernández se reafirmó en la idea de que el veto de su gobierno es compartido por otros países –extraoficialmente se mencionó a Perú y Colombia–, que, sin embargo, lo dejaron “hacer el gasto”. Las declaraciones del canciller Fernández el jueves 20 en el semanario local “Búsqueda” advirtiendo que Uruguay no está solo en los cuestionamientos a Kirchner fueron interpretadas como una forma de evitar cualquier intento de imponer al ex presidente aun con un solitario voto en contra. El canciller Fernández expresó también que Uruguay está preparado para enfrentar “reacciones adversas”. Esas reacciones ya se empezaron a sentir a nivel económico y de la cooperación internacional porque la frialdad de las relaciones se trasladó también a otros niveles del gobierno. “Nos va a costar mucho”, se lamentó un alto funcionario de la Cancillería uruguaya. Entre tanto, una alta fuente del Palacio Santos consultada señaló que, en vistas a la cumbre de la Unasur en Salvador (Brasil), “no ha habido ninguna señal del gobierno de Argentina desde que Uruguay anunció su posición de vetar a Kirchner”, pero que “en la medida que recibamos alguna señal Uruguay está dispuesto a revisar esa posición porque las relaciones con Argentina son muy importantes”. **Desde Montevideo. |
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