Naomi Klein ||| Glosario del desencanto
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Naomi Klein ||| Glosario del desencanto
Esperanza por la base. Frase tipo: “Ya va
siendo hora de dejar de creer que la esperanza nos vendrá dada desde
arriba, y comenzar a impulsarla desde abajo, por la base.”
No todo va de maravilla en Obamafanland,
y no está muy claro a qué puede ser debido el cambio de humor. Quizás
sea debido al rancio aroma que emana del último rescate bancario
realizado por el Departamento del Tesoro. O a la noticia de que el
principal asesor económico del presidente, Larry Summers, ganó millones
de dólares con los mismos bancos y fondos de alto riesgo de Wall Street
a los que ahora protege de una nueva regulación. O quizás comenzó
antes, con el silencio de Obama durante el ataque de Israel a Gaza.
Sea cual sea la gota que colmó el vaso, un creciente número de
entusiastas seguidores de Obama están comenzando a entrever la
posibilidad de que su hombre no vaya, en realidad, a salvar el mundo,
por mucha esperanza que pongamos en ello.
Lo que, después de todo, es una buena cosa. Si la cultura de superfans que
llevó a Obama al poder ha de transformarse en un movimiento político
independiente con suficiente fuerza para producir programas capaces de
hacer frente a la actual crisis, vamos a tener que dejarnos, todos, de
esperanzas y comenzar con las demandas.
No obstante, un primer paso consiste en comprender totalmente esa
tierra de nadie en que se hallan muchos movimientos progresistas
estadounidenses. Para conseguirlo, necesitamos una serie de nuevos
términos, específicos para este momento de Obama. Ahí van unos cuantos.
Resaca de esperanza. Al igual que la otra, la resaca de
esperanza proviene de un exceso de alguna sustancia que en su momento
tenía buen sabor, pero que a fin de cuentas no era muy saludable, y que
ha llevado a sentimientos de remordimiento e incluso de vergüenza.
Frase tipo: “Cuando escuché el discurso económico de Obama el corazón
me arrebató. Pero más tarde, cuando intenté contarle a un amigo los
planes del presidente para los millones de despidos y ejecuciones
hipotecarias me di cuenta de que no tenía nada que decir. Tengo una
resaca de esperanza de mil demonios.”
Montaña rusa de esperanza. Como las otras montañas rusas,
ésta describe las emocionantes subidas y bajadas de la era de Obama,
los virajes que llevan de la alegría de tener un presidente que
promueve la educación sobre sexo seguro al desaliento de ver que se ha
descartado la posibilidad de alcanzar un sistema de salud de pagador
único [Nota de La Haine: implica quitar del medio a las compañías
aseguradoras privadas: el gobierno paga la cobertura y la gente
seguiría eligiendo el médico con quien desea tratarse e iría al
hospital de su preferencia], precisamente en un momento en que podría
hacerse realidad. Frase tipo: “Flipé cuando Obama dijo que iba a cerrar
Guantánamo, pero ahora quieren asegurarse de que los prisioneros de
Bagram no disfrutan de ningún derecho. ¡Paren esta montaña rusa que me
apeo!”
Nostalgia de esperanza. Como en la más corriente, la gente
afectada por la nostalgia de esperanza es intensamente nostálgica. Echa
a faltar el subidón de optimismo de la campaña electoral y sigue
intentando volver a capturar ese cálido y esperanzado sentimiento;
generalmente, utiliza para ello la exageración del significado de
acciones decentes relativamente poco importantes realizadas por Obama.
Frase tipo: “Estaba realmente afectado de nostalgia de esperanza por la
escalada en Afganistán, cuando vi un vídeo de YouTube con
Michelle en su huerto de cultivo orgánico y tuve la sensación de que
estábamos de nuevo en el día de toma de posesión. Pero unas horas más
tarde, cuando me enteré de que el gobierno de Obama iba a boicotear una
importante conferencia de las Naciones Unidas sobre el racismo, la
nostalgia de esperanza regresó con toda su fuerza. Así que me dediqué a
mirar fotos de Michelle vestida con ropas diseñadas por modistas
independientes de diferentes orígenes étnicos. Algo de ayuda sí fue.”
Colgados de la esperanza. A medida que retrocede la
esperanza, el colgado de la esperanza, como el colgado de la droga,
vive en el recogimiento, intentando cualquier cosa para apartarse de la
sustancia en cuestión. (Se trata de un estado relacionado con la
nostalgia de la esperanza, pero más grave y que afecta sobre todo a
varones de mediana edad). Frase tipo: “Joe me ha dicho que está
convencido de que Obama metió a Summers deliberadamente en todo esto
para que meta la pata con lo del plan de salvamento bancario, lo que
dejaría a Obama con la excusa que necesita para hacer lo que realmente
quiere hacer: nacionalizar los bancos y convertirlos en cooperativas de
crédito. Está realmente colgado (de la esperanza), este Joe.”
Esperanza destrozada. Como el amante que está con el corazón
destrozado, la fan de Obama con la esperanza destrozada no está
enfadada, sino terriblemente triste. Proyectó en su ídolo una serie de
poderes mesiánicos y ahora está desconsolada en su desencanto. Frase
tipo: “Creía sinceramente que Obama nos obligaría, por fin, a hacer
frente al legado del esclavismo en este país, y a iniciar un debate
nacional serio sobre cuestiones de raza. Pero, ahora, resulta que nunca
menciona el tema, y está utilizando argumentos legales bastante
retorcidos para no afrontar siquiera los crímenes de los años de Bush.
Cada vez que lo oigo decir 'Sigamos adelante', me destroza la esperanza
otra vez.”
Retroceso de la esperanza. Como cualquier otro retroceso
mecánico, se trata de un cambio de dirección de 180 grados de todo lo
relacionado con Obama. Los que sufren esta dolencia fueron en su día
los evangelistas más apasionados de Obama, y hoy son sus más acerbos
críticos. Frase tipo: “Por lo menos, con Bush todos sabíamos que era un
cretino. Ahora tenemos las mismas guerras, las mismas cárceles sin ley,
la misma corrupción en Washington, pero todos estamos tan pirados como
esos personajes de The Stepford Wives [Nota de La Haine: "Las
mujeres perfectas", novela satírica de Ira Levin, 1972; dos películas
(1975 y 2004, con Nicole Kidman, Matthew Broderick, Bette Midler) se
hicieron a partir de adaptaciones de esa novela sobre las crisis de
amas de casa de clase media en un suburbio estadounidense]. Vaya un
retroceso de la esperanza.”
Al comentar estas dolencias relacionadas con la esperanza, me
pregunto qué diría el recientemente fallecido Studs Terkel de nuestra
resaca de esperanza. Sin duda nos hubiera recomendado no ceder al
desánimo. Hace poco eché mano de uno de sus libros, Hope Dies Last
(La esperanza es lo último que muere), y no tuve que ir muy lejos: el
libro comienza con estas palabras: “La esperanza nunca ha goteado desde
arriba, siempre ha surgido de la base.”
Con esto queda todo dicho. La apelación a la esperanza fue un lema
estupendo para un candidato presidencial que no contaba entre los
favoritos. Pero como postura del presidente del país más poderoso de la
tierra, es peligrosamente deferente. La tarea que tenemos a medida que
seguimos adelante –como le gusta decir a Obama– no es abandonar la
esperanza, sino encontrar lugares más apropiados para ella: fábricas,
vecindarios y escuelas, lugares en los que las tácticas de las sentadas
(sit-ins) y las ocupaciones de instalaciones están viviendo un resurgimiento.
El politólogo Sam Gindin escribía hace poco que el movimiento obrero puede hacer algo más que proteger el statu quo.
Puede exigir, por ejemplo, que las fábricas de automóviles que han sido
cerradas se conviertan en futuras fábricas verdes, en las que se puedan
fabricar vehículos de transporte público basados en sistemas de energía
renovables. Gidin escribe: “Ser realista implica retirar la esperanza
de los discursos y ponerla en las manos de los trabajadores.”
Lo cual me lleva a la última entrada de este glosario:
Esperanza por la base. Frase tipo: “Ya va siendo hora de
dejar de creer que la esperanza nos vendrá dada desde arriba, y
comenzar a impulsarla desde abajo, por la base.”
The Nation. Traducido para Rebelión por S. Seguí
siendo hora de dejar de creer que la esperanza nos vendrá dada desde
arriba, y comenzar a impulsarla desde abajo, por la base.”
No todo va de maravilla en Obamafanland,
y no está muy claro a qué puede ser debido el cambio de humor. Quizás
sea debido al rancio aroma que emana del último rescate bancario
realizado por el Departamento del Tesoro. O a la noticia de que el
principal asesor económico del presidente, Larry Summers, ganó millones
de dólares con los mismos bancos y fondos de alto riesgo de Wall Street
a los que ahora protege de una nueva regulación. O quizás comenzó
antes, con el silencio de Obama durante el ataque de Israel a Gaza.
Sea cual sea la gota que colmó el vaso, un creciente número de
entusiastas seguidores de Obama están comenzando a entrever la
posibilidad de que su hombre no vaya, en realidad, a salvar el mundo,
por mucha esperanza que pongamos en ello.
Lo que, después de todo, es una buena cosa. Si la cultura de superfans que
llevó a Obama al poder ha de transformarse en un movimiento político
independiente con suficiente fuerza para producir programas capaces de
hacer frente a la actual crisis, vamos a tener que dejarnos, todos, de
esperanzas y comenzar con las demandas.
No obstante, un primer paso consiste en comprender totalmente esa
tierra de nadie en que se hallan muchos movimientos progresistas
estadounidenses. Para conseguirlo, necesitamos una serie de nuevos
términos, específicos para este momento de Obama. Ahí van unos cuantos.
Resaca de esperanza. Al igual que la otra, la resaca de
esperanza proviene de un exceso de alguna sustancia que en su momento
tenía buen sabor, pero que a fin de cuentas no era muy saludable, y que
ha llevado a sentimientos de remordimiento e incluso de vergüenza.
Frase tipo: “Cuando escuché el discurso económico de Obama el corazón
me arrebató. Pero más tarde, cuando intenté contarle a un amigo los
planes del presidente para los millones de despidos y ejecuciones
hipotecarias me di cuenta de que no tenía nada que decir. Tengo una
resaca de esperanza de mil demonios.”
Montaña rusa de esperanza. Como las otras montañas rusas,
ésta describe las emocionantes subidas y bajadas de la era de Obama,
los virajes que llevan de la alegría de tener un presidente que
promueve la educación sobre sexo seguro al desaliento de ver que se ha
descartado la posibilidad de alcanzar un sistema de salud de pagador
único [Nota de La Haine: implica quitar del medio a las compañías
aseguradoras privadas: el gobierno paga la cobertura y la gente
seguiría eligiendo el médico con quien desea tratarse e iría al
hospital de su preferencia], precisamente en un momento en que podría
hacerse realidad. Frase tipo: “Flipé cuando Obama dijo que iba a cerrar
Guantánamo, pero ahora quieren asegurarse de que los prisioneros de
Bagram no disfrutan de ningún derecho. ¡Paren esta montaña rusa que me
apeo!”
Nostalgia de esperanza. Como en la más corriente, la gente
afectada por la nostalgia de esperanza es intensamente nostálgica. Echa
a faltar el subidón de optimismo de la campaña electoral y sigue
intentando volver a capturar ese cálido y esperanzado sentimiento;
generalmente, utiliza para ello la exageración del significado de
acciones decentes relativamente poco importantes realizadas por Obama.
Frase tipo: “Estaba realmente afectado de nostalgia de esperanza por la
escalada en Afganistán, cuando vi un vídeo de YouTube con
Michelle en su huerto de cultivo orgánico y tuve la sensación de que
estábamos de nuevo en el día de toma de posesión. Pero unas horas más
tarde, cuando me enteré de que el gobierno de Obama iba a boicotear una
importante conferencia de las Naciones Unidas sobre el racismo, la
nostalgia de esperanza regresó con toda su fuerza. Así que me dediqué a
mirar fotos de Michelle vestida con ropas diseñadas por modistas
independientes de diferentes orígenes étnicos. Algo de ayuda sí fue.”
Colgados de la esperanza. A medida que retrocede la
esperanza, el colgado de la esperanza, como el colgado de la droga,
vive en el recogimiento, intentando cualquier cosa para apartarse de la
sustancia en cuestión. (Se trata de un estado relacionado con la
nostalgia de la esperanza, pero más grave y que afecta sobre todo a
varones de mediana edad). Frase tipo: “Joe me ha dicho que está
convencido de que Obama metió a Summers deliberadamente en todo esto
para que meta la pata con lo del plan de salvamento bancario, lo que
dejaría a Obama con la excusa que necesita para hacer lo que realmente
quiere hacer: nacionalizar los bancos y convertirlos en cooperativas de
crédito. Está realmente colgado (de la esperanza), este Joe.”
Esperanza destrozada. Como el amante que está con el corazón
destrozado, la fan de Obama con la esperanza destrozada no está
enfadada, sino terriblemente triste. Proyectó en su ídolo una serie de
poderes mesiánicos y ahora está desconsolada en su desencanto. Frase
tipo: “Creía sinceramente que Obama nos obligaría, por fin, a hacer
frente al legado del esclavismo en este país, y a iniciar un debate
nacional serio sobre cuestiones de raza. Pero, ahora, resulta que nunca
menciona el tema, y está utilizando argumentos legales bastante
retorcidos para no afrontar siquiera los crímenes de los años de Bush.
Cada vez que lo oigo decir 'Sigamos adelante', me destroza la esperanza
otra vez.”
Retroceso de la esperanza. Como cualquier otro retroceso
mecánico, se trata de un cambio de dirección de 180 grados de todo lo
relacionado con Obama. Los que sufren esta dolencia fueron en su día
los evangelistas más apasionados de Obama, y hoy son sus más acerbos
críticos. Frase tipo: “Por lo menos, con Bush todos sabíamos que era un
cretino. Ahora tenemos las mismas guerras, las mismas cárceles sin ley,
la misma corrupción en Washington, pero todos estamos tan pirados como
esos personajes de The Stepford Wives [Nota de La Haine: "Las
mujeres perfectas", novela satírica de Ira Levin, 1972; dos películas
(1975 y 2004, con Nicole Kidman, Matthew Broderick, Bette Midler) se
hicieron a partir de adaptaciones de esa novela sobre las crisis de
amas de casa de clase media en un suburbio estadounidense]. Vaya un
retroceso de la esperanza.”
Al comentar estas dolencias relacionadas con la esperanza, me
pregunto qué diría el recientemente fallecido Studs Terkel de nuestra
resaca de esperanza. Sin duda nos hubiera recomendado no ceder al
desánimo. Hace poco eché mano de uno de sus libros, Hope Dies Last
(La esperanza es lo último que muere), y no tuve que ir muy lejos: el
libro comienza con estas palabras: “La esperanza nunca ha goteado desde
arriba, siempre ha surgido de la base.”
Con esto queda todo dicho. La apelación a la esperanza fue un lema
estupendo para un candidato presidencial que no contaba entre los
favoritos. Pero como postura del presidente del país más poderoso de la
tierra, es peligrosamente deferente. La tarea que tenemos a medida que
seguimos adelante –como le gusta decir a Obama– no es abandonar la
esperanza, sino encontrar lugares más apropiados para ella: fábricas,
vecindarios y escuelas, lugares en los que las tácticas de las sentadas
(sit-ins) y las ocupaciones de instalaciones están viviendo un resurgimiento.
El politólogo Sam Gindin escribía hace poco que el movimiento obrero puede hacer algo más que proteger el statu quo.
Puede exigir, por ejemplo, que las fábricas de automóviles que han sido
cerradas se conviertan en futuras fábricas verdes, en las que se puedan
fabricar vehículos de transporte público basados en sistemas de energía
renovables. Gidin escribe: “Ser realista implica retirar la esperanza
de los discursos y ponerla en las manos de los trabajadores.”
Lo cual me lleva a la última entrada de este glosario:
Esperanza por la base. Frase tipo: “Ya va siendo hora de
dejar de creer que la esperanza nos vendrá dada desde arriba, y
comenzar a impulsarla desde abajo, por la base.”
The Nation. Traducido para Rebelión por S. Seguí
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