SOMOS CIVILIZADOS PORQUE MATAMOS A TODOS LOS SALVAJES
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SOMOS CIVILIZADOS PORQUE MATAMOS A TODOS LOS SALVAJES
PARA SANGUINETTI
Jorge Majfud
En el artículo editorial del El País de Montevideo de hoy (19 de abril de 2009), el ex
presidente de Uruguay Julio María Sanguinetti reacciona contra la reivindicación de los
charrúas y, sin advertirlo, nos da las claves de una mentalidad que gobernó por dos
períodos y que siguió influyendo en la ideología de un vasto grupo social durante décadas.
El doctor Sanguinetti afirma que "no hemos heredado de ese pueblo primitivo ni una palabra
de su precario idioma [...], ni aun un recuerdo benévolo de nuestros mayores, españoles,
criollos, jesuitas o militares, que invariablemente les describieron como sus enemigos, en
un choque que duró más de dos siglos y les enfrentó a la sociedad hispano-criolla que
sacrificadamente intentaba asentar familias y modos de producción, para incorporarse a la
civilización occidental a la que pertenecemos".
La habilidad literaria y filosófica de Sanguinetti radica en reunir tres o cuatro ideas en
una sola frase: 1) No hemos heredado casi nada de ese pueblo salvaje. Porque los matamos a
casi todos en nombre de la civilización; 2) Perú o Guatemala no pertenecen a la
civilización occidental porque en su mayoría su población lleva sangre indígena. Ni que
hablar de Japón, que lamentablemente no ha podido integrarse a la cultura occidental por
el problema de su raza y sus costumbres. 3) A pesar de que los matamos a todos y no
heredamos nada de ellos, ni una sola palabra, de cualquier forma sabemos que su idioma era
precario. Los charrúas no sabían decir "Hegel" ni "weltanschauung" ni "iPod" ni "ley de
obediencia debida". No sabían conjugar sus propios verbos y cuando hacían el amor
proferían quejidos sin pluscuamperfectos. Como los primitivos quechuas, debían tener sólo
tres fonemas vocálicos, dato por el que se demuestra la inferioridad del español ante el
inglés, idioma de la civilización, como decía otro insigne educador, Domingo Faustino
Sarmiento. Ni que hablar de los escandinavos, quienes van a la punta de la civilización
con el uso de nueve vocales; 4) De los charrúas no conservamos "ni un recuerdo benévolo de
nuestros mayores españoles, criollos, jesuitas o militares, que invariablemente les
describieron como sus enemigos". Si quienes colonizaron, expropiaron y asesinaron a los
primitivos no conservan ningún recuerdo positivo de ellos, ergo los primitivos eran malos
y no dejaron ni un recuerdo rescatable. Salvo la tierra y el honor que las víctimas en
cada guerra siempre confieren al vencedor; 5) Durante dos siglos, los charrúas se
enfrentaron con "la sociedad hispano-criolla que sacrificadamente intentaba asentar
familias y modos de producción, para incorporarse a la civilización occidental a la que
pertenecemos". Sacrificadamente expoliamos a los primitivos, de eso no hay dudas. No fue
fácil. No se dejaban.
El autor, para demostrar que es capaz de ver algo bueno en un pueblo primitivo elogia a
los guaraníes: "la etnia guaraní misionera, esa sí fundamental en la construcción de
nuestra sociedad, desde las murallas montevideanas, por ella levantadas, hasta la
formación de nuestro ejército". Es decir, los guaraníes (corregidos) contribuyeron a la
construcción de las murallas y los ejércitos de los colonizadores que se asentaron en la
franja de tierras charrúas. Aunque el número de estos esclavos que colaboraron en la
empresa era ínfimo en relación al pueblo que se extendía desde Paraguay hasta Uruguay,
conviene identificarlos con todo el pueblo. Esos salvajes sí eran buenos porque
colaboraron "en la construcción de nuestra sociedad", trabajaron en las murallas y se
hicieron matar por los nobles colonos blancos.
No dice Sanguinetti que la sociedad de ningún país se construyó en un par de décadas al
inicio de su historia política, sino que se sigue construyendo mientras ese país existe, y
un factor central de esa construcción surge cuando cada pueblo admite, reconoce y mira de
frente los crímenes y genocidios de su propia historia.
Alegremente, Sanguinetti cita el caso de una matanza guaraní en 1702, "en que el ejército
guaraní, al mando de los padres jesuitas, mató según su versión a 500 guerreros,
destruyó una toldería y envió a 'cristianar' a las mujeres y niñas". Los guaraníes
masacrando en nombre de Cristo... ¿Necesitamos más pruebas del aberrante e hipócrita modus
operandi de esta calaña de colonizadores? ¿No recuerda estas proezas a Hernán Cortés y a
Adolfo Hitler masacrando en nombre del mismo (mil veces) Crucificado, aplaudido por otras
masas de bestias adoctrinadas en nombre de la moral, la civilización, Dios y el progreso?-
¿No recuerda esto a los negros esclavos azotando otros negros esclavos hasta que la
víctima terminaba por reconocer la bondad de los azotes para controlar la mala naturaleza
de las razas inferiores?
"De modo que el tema del enfrentamiento con los charrúas es un 'choque de civilizaciones'
que no se puede reducir a una mera batalla final". La referencia a Samuel Huntington, cuya
teoría sirvió para justificar guerras como la de Irak, le sirve hoy a la mediocre clase
tradicionalista de Uruguay para justificar los crímenes de un pasado que es defendido por
su valor de mitos fundadores.
"No olvidemos que cuando la dominación brasileña, Rivera le propuso a Lecor un plan de
reducción de los charrúas, tratando de preservar sus vidas." Lo que se puede entender como
un intento de control de natalidad mediante la distribución de condones entre los
salvajes, ya que no vamos a pensar que intentaban reducirlos en guetos o matar a algunos,
como era la costumbre y tal cual fue el resultado final. Pero los Riveras no fueron los
únicos responsables de la cacería humana. "Organizada la República, le tocó a Rivera
librar en 1831 la tan discutida campaña, aprobada por la unanimidad del Parlamento, sin
una voz en contra, dado el clamor del vecindario de la campaña."
Señor ex presidente, este dato no exime a un criminal; implica a toda su clase dominante
(los gauchos, los negros y los indígenas no pertenecían al vecindario ni tenían
diputados). Para Sanguinetti, la matanza de charrúas en Sal-si-puedes fue "'poco
genocida". Los sobrevivientes charrúas que "organizados dieron muerte, poco después, a
Bernabé Rivera, principalísima figura del ejército patrio y sobrino del Presidente" fueron
víctimas de una media matanza. Por lo cual Rivera es medio asesino y quienes lo defienden
hoy son medio hipócritas.
"Es doloroso por el país que se use la historia de modo abusivo, fundamentalmente para
denostar al General Rivera, a quien el país le debe los mayores esfuerzos en la lucha por
la independencia." Cualquier historiador sabe que no hubo pura lucha por la independencia,
ni siquiera hubo independencia total y menos revolución. Esa lucha estuvo dominada por una
fuerte lucha de intereses de clase, de raza y hasta por intereses familiares,
individuales.
El primer gobierno de Fructuoso Rivera data de 1830. José Artigas, el héroe máximo de la
rebelión liberadora del Plata y el más humanista entre los jefes políticos, nunca quiso
regresar a vivir bajo el mando de semejantes libertadores. Murió en 1850, tres décadas
después de exiliarse en Paraguay. Hoy sabemos que Rivera propuso asesinar a ese "monstruo
anarquista".
Julio María Sanguinetti, el ex presidente que tantas veces se puso la bandera de haber
asegurado la paz de nuestro país negociando la impunidad de secuestradores y torturadores
del Estado militar América Latina, siempre mendigando derechos, entiende que el
genocidio de los charrúas fue realizado por "magníficos esfuerzos de tantos patriotas para
consolidar la paz y abrir las rutas del progreso".
La paz de los cementerios y del olvido.
Reconocer los crímenes de nuestra historia no nos hace peores países. Defender semejantes
crímenes contra la humanidad nos hace partícipes. Y si fuimos presidentes, nos hace, por
lo menos, sospechosos.
Jorge Majfud
En el artículo editorial del El País de Montevideo de hoy (19 de abril de 2009), el ex
presidente de Uruguay Julio María Sanguinetti reacciona contra la reivindicación de los
charrúas y, sin advertirlo, nos da las claves de una mentalidad que gobernó por dos
períodos y que siguió influyendo en la ideología de un vasto grupo social durante décadas.
El doctor Sanguinetti afirma que "no hemos heredado de ese pueblo primitivo ni una palabra
de su precario idioma [...], ni aun un recuerdo benévolo de nuestros mayores, españoles,
criollos, jesuitas o militares, que invariablemente les describieron como sus enemigos, en
un choque que duró más de dos siglos y les enfrentó a la sociedad hispano-criolla que
sacrificadamente intentaba asentar familias y modos de producción, para incorporarse a la
civilización occidental a la que pertenecemos".
La habilidad literaria y filosófica de Sanguinetti radica en reunir tres o cuatro ideas en
una sola frase: 1) No hemos heredado casi nada de ese pueblo salvaje. Porque los matamos a
casi todos en nombre de la civilización; 2) Perú o Guatemala no pertenecen a la
civilización occidental porque en su mayoría su población lleva sangre indígena. Ni que
hablar de Japón, que lamentablemente no ha podido integrarse a la cultura occidental por
el problema de su raza y sus costumbres. 3) A pesar de que los matamos a todos y no
heredamos nada de ellos, ni una sola palabra, de cualquier forma sabemos que su idioma era
precario. Los charrúas no sabían decir "Hegel" ni "weltanschauung" ni "iPod" ni "ley de
obediencia debida". No sabían conjugar sus propios verbos y cuando hacían el amor
proferían quejidos sin pluscuamperfectos. Como los primitivos quechuas, debían tener sólo
tres fonemas vocálicos, dato por el que se demuestra la inferioridad del español ante el
inglés, idioma de la civilización, como decía otro insigne educador, Domingo Faustino
Sarmiento. Ni que hablar de los escandinavos, quienes van a la punta de la civilización
con el uso de nueve vocales; 4) De los charrúas no conservamos "ni un recuerdo benévolo de
nuestros mayores españoles, criollos, jesuitas o militares, que invariablemente les
describieron como sus enemigos". Si quienes colonizaron, expropiaron y asesinaron a los
primitivos no conservan ningún recuerdo positivo de ellos, ergo los primitivos eran malos
y no dejaron ni un recuerdo rescatable. Salvo la tierra y el honor que las víctimas en
cada guerra siempre confieren al vencedor; 5) Durante dos siglos, los charrúas se
enfrentaron con "la sociedad hispano-criolla que sacrificadamente intentaba asentar
familias y modos de producción, para incorporarse a la civilización occidental a la que
pertenecemos". Sacrificadamente expoliamos a los primitivos, de eso no hay dudas. No fue
fácil. No se dejaban.
El autor, para demostrar que es capaz de ver algo bueno en un pueblo primitivo elogia a
los guaraníes: "la etnia guaraní misionera, esa sí fundamental en la construcción de
nuestra sociedad, desde las murallas montevideanas, por ella levantadas, hasta la
formación de nuestro ejército". Es decir, los guaraníes (corregidos) contribuyeron a la
construcción de las murallas y los ejércitos de los colonizadores que se asentaron en la
franja de tierras charrúas. Aunque el número de estos esclavos que colaboraron en la
empresa era ínfimo en relación al pueblo que se extendía desde Paraguay hasta Uruguay,
conviene identificarlos con todo el pueblo. Esos salvajes sí eran buenos porque
colaboraron "en la construcción de nuestra sociedad", trabajaron en las murallas y se
hicieron matar por los nobles colonos blancos.
No dice Sanguinetti que la sociedad de ningún país se construyó en un par de décadas al
inicio de su historia política, sino que se sigue construyendo mientras ese país existe, y
un factor central de esa construcción surge cuando cada pueblo admite, reconoce y mira de
frente los crímenes y genocidios de su propia historia.
Alegremente, Sanguinetti cita el caso de una matanza guaraní en 1702, "en que el ejército
guaraní, al mando de los padres jesuitas, mató según su versión a 500 guerreros,
destruyó una toldería y envió a 'cristianar' a las mujeres y niñas". Los guaraníes
masacrando en nombre de Cristo... ¿Necesitamos más pruebas del aberrante e hipócrita modus
operandi de esta calaña de colonizadores? ¿No recuerda estas proezas a Hernán Cortés y a
Adolfo Hitler masacrando en nombre del mismo (mil veces) Crucificado, aplaudido por otras
masas de bestias adoctrinadas en nombre de la moral, la civilización, Dios y el progreso?-
¿No recuerda esto a los negros esclavos azotando otros negros esclavos hasta que la
víctima terminaba por reconocer la bondad de los azotes para controlar la mala naturaleza
de las razas inferiores?
"De modo que el tema del enfrentamiento con los charrúas es un 'choque de civilizaciones'
que no se puede reducir a una mera batalla final". La referencia a Samuel Huntington, cuya
teoría sirvió para justificar guerras como la de Irak, le sirve hoy a la mediocre clase
tradicionalista de Uruguay para justificar los crímenes de un pasado que es defendido por
su valor de mitos fundadores.
"No olvidemos que cuando la dominación brasileña, Rivera le propuso a Lecor un plan de
reducción de los charrúas, tratando de preservar sus vidas." Lo que se puede entender como
un intento de control de natalidad mediante la distribución de condones entre los
salvajes, ya que no vamos a pensar que intentaban reducirlos en guetos o matar a algunos,
como era la costumbre y tal cual fue el resultado final. Pero los Riveras no fueron los
únicos responsables de la cacería humana. "Organizada la República, le tocó a Rivera
librar en 1831 la tan discutida campaña, aprobada por la unanimidad del Parlamento, sin
una voz en contra, dado el clamor del vecindario de la campaña."
Señor ex presidente, este dato no exime a un criminal; implica a toda su clase dominante
(los gauchos, los negros y los indígenas no pertenecían al vecindario ni tenían
diputados). Para Sanguinetti, la matanza de charrúas en Sal-si-puedes fue "'poco
genocida". Los sobrevivientes charrúas que "organizados dieron muerte, poco después, a
Bernabé Rivera, principalísima figura del ejército patrio y sobrino del Presidente" fueron
víctimas de una media matanza. Por lo cual Rivera es medio asesino y quienes lo defienden
hoy son medio hipócritas.
"Es doloroso por el país que se use la historia de modo abusivo, fundamentalmente para
denostar al General Rivera, a quien el país le debe los mayores esfuerzos en la lucha por
la independencia." Cualquier historiador sabe que no hubo pura lucha por la independencia,
ni siquiera hubo independencia total y menos revolución. Esa lucha estuvo dominada por una
fuerte lucha de intereses de clase, de raza y hasta por intereses familiares,
individuales.
El primer gobierno de Fructuoso Rivera data de 1830. José Artigas, el héroe máximo de la
rebelión liberadora del Plata y el más humanista entre los jefes políticos, nunca quiso
regresar a vivir bajo el mando de semejantes libertadores. Murió en 1850, tres décadas
después de exiliarse en Paraguay. Hoy sabemos que Rivera propuso asesinar a ese "monstruo
anarquista".
Julio María Sanguinetti, el ex presidente que tantas veces se puso la bandera de haber
asegurado la paz de nuestro país negociando la impunidad de secuestradores y torturadores
del Estado militar América Latina, siempre mendigando derechos, entiende que el
genocidio de los charrúas fue realizado por "magníficos esfuerzos de tantos patriotas para
consolidar la paz y abrir las rutas del progreso".
La paz de los cementerios y del olvido.
Reconocer los crímenes de nuestra historia no nos hace peores países. Defender semejantes
crímenes contra la humanidad nos hace partícipes. Y si fuimos presidentes, nos hace, por
lo menos, sospechosos.
El Muerto- Cantidad de envíos : 567
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