“Todos los pueblos del mundo que han lidiado por la libertad han exterminado al fin a sus tiranos”. (Simón Bolívar)
La nueva estrategia de la derecha en nuestro continente, es reconquistar a cualquier costo los parlamentos de nuestro continente, para impulsar desde estas tribunas legislativas todas aquellas políticas que fuercen procesos de supuesta inconstitucionalidad de presidentes o presidentas en estos países que se han opuestos a las políticas norteamericanas.
La lucha político-electoral fue un rotundo fracaso para todos los sectores derechistas en America latina. En casi todos los países fueron derrotados por movimientos políticos-electorales que estaban totalmente desvinculados a los partidos tradicionales y del status.
En Venezuela, Bolivia y Ecuador, las candidaturas triunfadoras se basaron en Movimientos Sociales Emergentes, que acabaron con las hegemonías de los partidos del estatus, aunque recibieron en principio fuerte apoyo de partidos de izquierdas tradicionales, resultando muchos de estos partidos de izquierda, como en el caso de Venezuela, en aliados de la oposición.
La alerta debe estar puesta en nuestros países, en los ataques que comienzan a perfilarse contra los parlamentos de Argentina, Venezuela, Ecuador, Bolivia. Lo ocurrido en Honduras ha sido como una especie de globo de ensayo contra las democracias izquierdistas en America latina.
Por ahora, la prioridad para la oposición venezolana es reconquistar la Asamblea Nacional de Venezuela. La urgencia es dar el zarpazo desde la Asamblea Nacional a otros poderes del estado venezolano, para intentar vivir la aventura de la inconstitucionalidad con el presidente Hugo Chávez. La caída del gobierno revolucionario de Venezuela, desencadenaría una reacción en cadena en contra de otros gobiernos progresistas de la región.
El objetivo es el derrocamiento, no como estrategia militar, sino como estrategia eminentemente política. Este golpe de Honduras ha dejado al descubierto las estrategias y respuestas políticas de los organismos internacionales.
El rechazo de los organismos y de los países y gobiernos que los conforman ha sido unánime, pero la estrategia de dictadores civiles y las sucesiones forzadas también han dado ciertos resultados a las elites golpistas. Como en el caso de Honduras, han retardado el retorno del presidente constitucional electo por la voluntad popular, Manuel Zelaya, al crear mediaticamente la sensación de existir una sucesión civil supuestamente constitucional.
No dejaran de ser los golpes de estado militares, pero esta vez estarán amparados en manipulados procedimientos legales, que permitan la acción militar como gendarmería de resguardo del supuesto orden constitucional. Se colocarían al frente de estos gobiernos de sucesión forzada a civiles de la derecha financiera y económica, como han sido los casos de Pedro Carmona Estanga, en Venezuela y de Roberto Micheletti en Honduras.
Un ejército detrás de gobernantes de facto civiles, esa es la línea de esta nueva etapa de golpes de estado “civilistas”, que está siendo propiciada por el gobierno de Barack Obama y el Departamento de Estado norteamericano.
Este es un golpe eminentemente económico, los Estados Unidos necesitan con urgencia los recursos naturales de la America Latina para poder salir de la crisis capitalista. Sobre todo necesitan con urgencia el petróleo venezolanazo y los productos agrícolas del hemisferio para salir de esta gran crisis energética que los condujo a esta grave debacle económica y financiera.
Se pueden preveer algunos otros golpes en El Salvador, Guatemala, y en los países miembros del CARICOM. Esto con el objetivo de cercar a Venezuela y a su revolución. El objetivo es que la revolución bolivariana no siga extendiéndose por el continente y en otros escenarios fuera del hemisferio.
Con Venezuela y Nicaragua, se debe proceder de manera distinta por el amplio apoyo que tienen estos gobiernos revolucionarios en sus fuerzas armadas. Aquí la estrategia es potenciar el aparato de guerra mediático y la movilización de calles. Se busca el levantamiento militar a través del soborno y descontento de sectores altos de los ejércitos de ambos países.
Con el presidente Zelaya, se inicia una nueva etapa del Manual del Golpe. Ahora se secuestra a un presidente, se abandona en el aeropuerto de un país vecino y se procede a dar un madrugonazo parlamentario, impidiendo la entrada de legisladores afectos al presidente depuesto. Se procede al nombramiento de un civil de mentalidad fascistoide como presidente de la nación. El ejército entonces comienza su función de fuerza de ocupación de su propio país al servicio de intereses económicos y financieros foráneos.
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