PACIFISTAS MALHUMORADOS,HIPÓCRITAS
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PACIFISTAS MALHUMORADOS,HIPÓCRITAS
Pacifistas malhumorados,hipócritas
Es interesante cómo una líder política ostentosamente cristiana como
Elisa Carrió acentúa cada vez más un mensaje furioso. Como si el calor
de solarium que le arrebata el color de la piel, también abrasara sus
palabras. A medida que brama pide calma; y a la par que exagera
indemostrables trincheras con piquetes armados, recomienda no dejarnos
incitar a la guerra. A su caricatura la resume el guiño de ojo, y su
retórica dogmática. A quienes no profesamos actividad religiosa y
respetamos a quienes lo hacen nos sorprende que sea desde ahí de donde
surjan amenazas que parecen más apropiadas de la Inquisición que del
Cristo piadoso. También el rabino Bergman, de formación de templo, con
la excusa de la paz profiere mensajes incendiarios. Para colmo con rima
y aforismos. Caravanas rurales que se inspiran en la virgen de Luján no
paran de enfurecerse y dicen con evidente impunidad que el que impone
la furia es el gobierno. Si se les consiente un ministro; y se le
otorgan subsidios y créditos y se los invita al diálogo, ellos los
ignoran. Y sacan a relucir otra vez a los chacareros con nafta, que
prometen otro tractorazo fraterno. En las grandes fiestas católicas el
cardenal Bergoglio- el mítico casi Papa, que perdió por un humo la
fumata- habla públicamente y dicta parábolas. Suenan ambiguamente
dulces pero excitan en la oposición reacciones feroces e
interpretaciones tajantes. El obispo Casaretto se afana, codicioso, por
apoderarse de la demagogia de la pobreza. No sea cosa que se la
escamotee más sinceramente Milagro Sala. No menos religiosa, Gabriela
Michetti últimamente calla; de modo que otorga. Sean a las patrullas
urbanas limpiadoras de lastres humanos, o a los espías de maestros y
dirigentes. En tanto, contrariando los deseos de la prensa que los unta
de almíbar, los líderes de la oposición tratan de ponerse de acuerdo
entre sí pero no lo consiguen. Les resulta difícil. Metidos hasta acá
en la rabia contumaz no controlan su pulsión “anti” y no logran ser
socios ni en la parodia de unirse. Intentan ser aliados contra el
enemigo K, pero no pueden construir ni una letra alternativa minúscula.
Creen tener a su merced al objetivo, pero resultan como esos amantes
fanfarrones impotentes que se quedan en inconclusos aprontes. Forzados
a simularse pacifistas disparan a diestra y siniestra recomendaciones
de democracia, mientras la tensan y exasperan. Son líderes rabiosos.
Desatados en la recriminación y la histeria, y por estar todo el santo
día en escena y en el cartel que les diseñan los grandes medios
interesados, acabaron creyéndose que esa ficción mediática es la
realidad política. Por más que luzcan inspirados en biblias parecen
cooptados por diablitos enanos que incontinentes se les desahogan por
la lengua. Charlatanean la paz con sed de discordia. E hipócritamente,
mientras que se aprovechan de la libertad, se quejan del fascismo.
Orlando Barone
26 de octubre de 2009
Es interesante cómo una líder política ostentosamente cristiana como
Elisa Carrió acentúa cada vez más un mensaje furioso. Como si el calor
de solarium que le arrebata el color de la piel, también abrasara sus
palabras. A medida que brama pide calma; y a la par que exagera
indemostrables trincheras con piquetes armados, recomienda no dejarnos
incitar a la guerra. A su caricatura la resume el guiño de ojo, y su
retórica dogmática. A quienes no profesamos actividad religiosa y
respetamos a quienes lo hacen nos sorprende que sea desde ahí de donde
surjan amenazas que parecen más apropiadas de la Inquisición que del
Cristo piadoso. También el rabino Bergman, de formación de templo, con
la excusa de la paz profiere mensajes incendiarios. Para colmo con rima
y aforismos. Caravanas rurales que se inspiran en la virgen de Luján no
paran de enfurecerse y dicen con evidente impunidad que el que impone
la furia es el gobierno. Si se les consiente un ministro; y se le
otorgan subsidios y créditos y se los invita al diálogo, ellos los
ignoran. Y sacan a relucir otra vez a los chacareros con nafta, que
prometen otro tractorazo fraterno. En las grandes fiestas católicas el
cardenal Bergoglio- el mítico casi Papa, que perdió por un humo la
fumata- habla públicamente y dicta parábolas. Suenan ambiguamente
dulces pero excitan en la oposición reacciones feroces e
interpretaciones tajantes. El obispo Casaretto se afana, codicioso, por
apoderarse de la demagogia de la pobreza. No sea cosa que se la
escamotee más sinceramente Milagro Sala. No menos religiosa, Gabriela
Michetti últimamente calla; de modo que otorga. Sean a las patrullas
urbanas limpiadoras de lastres humanos, o a los espías de maestros y
dirigentes. En tanto, contrariando los deseos de la prensa que los unta
de almíbar, los líderes de la oposición tratan de ponerse de acuerdo
entre sí pero no lo consiguen. Les resulta difícil. Metidos hasta acá
en la rabia contumaz no controlan su pulsión “anti” y no logran ser
socios ni en la parodia de unirse. Intentan ser aliados contra el
enemigo K, pero no pueden construir ni una letra alternativa minúscula.
Creen tener a su merced al objetivo, pero resultan como esos amantes
fanfarrones impotentes que se quedan en inconclusos aprontes. Forzados
a simularse pacifistas disparan a diestra y siniestra recomendaciones
de democracia, mientras la tensan y exasperan. Son líderes rabiosos.
Desatados en la recriminación y la histeria, y por estar todo el santo
día en escena y en el cartel que les diseñan los grandes medios
interesados, acabaron creyéndose que esa ficción mediática es la
realidad política. Por más que luzcan inspirados en biblias parecen
cooptados por diablitos enanos que incontinentes se les desahogan por
la lengua. Charlatanean la paz con sed de discordia. E hipócritamente,
mientras que se aprovechan de la libertad, se quejan del fascismo.
Orlando Barone
26 de octubre de 2009
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