Los ríos de color púrpura
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Los ríos de color púrpura
Los ríos de color púrpura
El título de la película francesa dirigida por Mathieu Kassovitz resulta ideal para describir un tema de índole nacional cuyas conexiones con San Pedro quedaron justamente bajo las torrentes de las aguas que dividen a las provincias de Buenos Aires y Entre Ríos. Papeleras, asambleas, pretensados y como no podía ser de otra manera el típico negociado argentino que esta vez no llegó a buen puerto; llegó a puerto ajeno.
SIN PENA. Un negocio millonario que se escurriO de las manos como el agua del rIo por decisiOn polItica.
En “Los ríos de color púrpura” se producen dos situaciones a más de 300 kms. de distancia que en un primer momento no tienen una conexión aparente pero que, como suele suceder sólo en las películas terminan conectándose increíblemente. ¿Sucede sólo en las películas? Esta es una pregunta que vale la pena hacerse.
Hace ya cuatro años que la ciudad de Gualeguaychú dejó de ser conocida sólo por los increíbles carnavales que decoraban Febrero a Febrero las costas del río Uruguay. Desde el año 2003 las costas de la frontera natural que divide a la Argentina de la República Oriental del Uruguay tienen un paisaje cada vez más industrial. Cualquiera que se jacte de ser una persona mínimamente informada está al tanto de que hace ya algunos meses funciona una planta de celulosa de origen finlandés, en la vecina ciudad de Fray Bentos, llamada Botnia.
Todo episodio en este mundo tiene una historia atrás, todo tiene un orígen. El caso de la pastera que ahora funciona en la costa uruguaya no es la excepción. A comienzos del Siglo XXI los países más industrializados y avanzados del llamado primer mundo tomaron la decisión de proteger más su medio ambiente y, aprovechando el mundo globalizado, instalar fábricas o plantas en áreas del mundo que sean menos cuidadosos con la naturaleza circundante. Finlandia es considerada una de las pioneras en esta materia. A pesar de tratarse de inversiones más riesgosas se las prefiere a dañar el medio ambiente en su país de origen.
Es evidente para toda la comunidad internacional que una planta de celulosa contamina. No importa el proceso que utilice para fabricar la pasta que luego se procesa con el fin de obtener papel, siempre se produce algún tipo de contaminación. Ni Botnia en Fray Bentos ni Papel Prensa en San Pedro quedan exentas de esta cuestión. Toda papelera contamina y toda papelera necesita un río donde arrojar sus desechos.
Como es sabido el Río Uruguay es compartido y según dicen algunas fuentes las papeleras Botnia y Ence se habían acercado a la provincia de Entre Ríos interesadas en instalar en la ciudad de Gualeguaychú las plantas de celulosa que ahora lucen flamantes en las costas de enfrente. ¿Qué pasó? ¿Fue un ferviente deseo de cuidar el medio ambiente lo que llevó a las autoridades de esa provincia a decir que no? ¿Fueron las autoridades las que frustaron la operación? ¿Qué conexión tiene esto con San Pedro? ¿Por qué nadie habló ni habla del tema?
Éstas y otra innumerable cantidad de preguntas se presentan a la hora de plantear el caso lo cual abre un abanico de respuestas posibles. Las malas lenguas dicen que un pedido de dinero excesivo para la instalación de las empresas de este lado del río hizo que éstas desestimen la posibilidad y vayan en busca de costas más propicias para los negocios como aquellas en la vereda de enfrente. Sin embargo, no fue sólo en Gualeguaychú donde se frustró un negocio millonario a poco menos de 300 kilómetros de allí; aquí, en Río Tala se caía otro negocio de casi 3 millones de dólares y más de 100 puestos de trabajo que habrían sido mano de obra sampedrina. Las presiones gubernamentales impidieron que Prear pudiera vender dos estructuras de hormigón a las papeleras uruguayas argumentando una resolución en protección del medio ambiente.
Esta noticia fue tapa de la edición número 711 de este medio el 16 de Noviembre de 2005. Hubo en ese entonces un gran hermetismo en relación a esta situación. Desde la empresa no se mostró, al menos públicamente, un gran lamento por haber perdido tanta cantidad de dinero. UOCRA, por su parte, tampoco levantó mucho revuelo al respecto lo cual resulta cuanto menos curioso si tenemos en cuenta la cantidad de empleos que esto generaría. Las autoridades locales tampoco mostraron una gran inquietud frente a un hecho que resultó de gran pérdida para el municipio a nivel económico y a nivel social.
Ya ha pasado mucha agua por debajo y muy poca gente por encima del puente que se mantiene cortado entre Argentina y Uruguay. Las papeleras supieron esperar, causalmente, a las elecciones nacionales de Octubre para comenzar a funcionar a partir de una actuación grotesca en una convención de presidentes, digna del peor teatro de comedia.
Cabe preguntarse desde lo local a lo nacional, ¿Cuál es el saldo de este avatar producto de un capitalismo desmesurado? Como argentinos tenemos que pagar el precio de ver como una empresa internacional genera puestos de trabajo en la vereda de enfrente pudiendo haber estado en nuestro país empleando mano de obra nuestra. La excusa del medio ambiente reduciendo el costo político que esto significaría si se supiera la versión original de los hechos. A su vez, la cuestión ambiental generando otro costo político muchísimo más manejable desde la inoperancia y el desentendimiento que nos llevó a La Haya sin pasar siquiera por una negociación local entre dos países que desde siempre tuvieron una relación envidiablemente buena.
A nivel local nos resta lamentar aquel negocio que hubiese sido importantísimo para la región mientras observamos como funciona en nuestras costas una de las papeleras más importantes de nuestro país. Cabe preguntarse entonces, como es que la contaminación obvia e inevitable de Papel Prensa no parece preocupar al gobierno nacional y sí, la contaminación de las papeleras en las costas uruguayas. Quizá sea una buena idea agregar a las calcomanías que lucen en las lunetas de los autos y camiones “NO A LAS PAPELERAS” una frase que exprese la realidad de la cuestión: “NO A LAS PAPELERAS (en costas ajenas, sí en las nuestras)”. Es increíble como, no sólo en las películas, dos historias a casi 300 kilómetros de distancia tienen una conexión inesperada. Esperemos que esta vez los ríos no queden color púrpura.
El título de la película francesa dirigida por Mathieu Kassovitz resulta ideal para describir un tema de índole nacional cuyas conexiones con San Pedro quedaron justamente bajo las torrentes de las aguas que dividen a las provincias de Buenos Aires y Entre Ríos. Papeleras, asambleas, pretensados y como no podía ser de otra manera el típico negociado argentino que esta vez no llegó a buen puerto; llegó a puerto ajeno.
SIN PENA. Un negocio millonario que se escurriO de las manos como el agua del rIo por decisiOn polItica.
En “Los ríos de color púrpura” se producen dos situaciones a más de 300 kms. de distancia que en un primer momento no tienen una conexión aparente pero que, como suele suceder sólo en las películas terminan conectándose increíblemente. ¿Sucede sólo en las películas? Esta es una pregunta que vale la pena hacerse.
Hace ya cuatro años que la ciudad de Gualeguaychú dejó de ser conocida sólo por los increíbles carnavales que decoraban Febrero a Febrero las costas del río Uruguay. Desde el año 2003 las costas de la frontera natural que divide a la Argentina de la República Oriental del Uruguay tienen un paisaje cada vez más industrial. Cualquiera que se jacte de ser una persona mínimamente informada está al tanto de que hace ya algunos meses funciona una planta de celulosa de origen finlandés, en la vecina ciudad de Fray Bentos, llamada Botnia.
Todo episodio en este mundo tiene una historia atrás, todo tiene un orígen. El caso de la pastera que ahora funciona en la costa uruguaya no es la excepción. A comienzos del Siglo XXI los países más industrializados y avanzados del llamado primer mundo tomaron la decisión de proteger más su medio ambiente y, aprovechando el mundo globalizado, instalar fábricas o plantas en áreas del mundo que sean menos cuidadosos con la naturaleza circundante. Finlandia es considerada una de las pioneras en esta materia. A pesar de tratarse de inversiones más riesgosas se las prefiere a dañar el medio ambiente en su país de origen.
Es evidente para toda la comunidad internacional que una planta de celulosa contamina. No importa el proceso que utilice para fabricar la pasta que luego se procesa con el fin de obtener papel, siempre se produce algún tipo de contaminación. Ni Botnia en Fray Bentos ni Papel Prensa en San Pedro quedan exentas de esta cuestión. Toda papelera contamina y toda papelera necesita un río donde arrojar sus desechos.
Como es sabido el Río Uruguay es compartido y según dicen algunas fuentes las papeleras Botnia y Ence se habían acercado a la provincia de Entre Ríos interesadas en instalar en la ciudad de Gualeguaychú las plantas de celulosa que ahora lucen flamantes en las costas de enfrente. ¿Qué pasó? ¿Fue un ferviente deseo de cuidar el medio ambiente lo que llevó a las autoridades de esa provincia a decir que no? ¿Fueron las autoridades las que frustaron la operación? ¿Qué conexión tiene esto con San Pedro? ¿Por qué nadie habló ni habla del tema?
Éstas y otra innumerable cantidad de preguntas se presentan a la hora de plantear el caso lo cual abre un abanico de respuestas posibles. Las malas lenguas dicen que un pedido de dinero excesivo para la instalación de las empresas de este lado del río hizo que éstas desestimen la posibilidad y vayan en busca de costas más propicias para los negocios como aquellas en la vereda de enfrente. Sin embargo, no fue sólo en Gualeguaychú donde se frustró un negocio millonario a poco menos de 300 kilómetros de allí; aquí, en Río Tala se caía otro negocio de casi 3 millones de dólares y más de 100 puestos de trabajo que habrían sido mano de obra sampedrina. Las presiones gubernamentales impidieron que Prear pudiera vender dos estructuras de hormigón a las papeleras uruguayas argumentando una resolución en protección del medio ambiente.
Esta noticia fue tapa de la edición número 711 de este medio el 16 de Noviembre de 2005. Hubo en ese entonces un gran hermetismo en relación a esta situación. Desde la empresa no se mostró, al menos públicamente, un gran lamento por haber perdido tanta cantidad de dinero. UOCRA, por su parte, tampoco levantó mucho revuelo al respecto lo cual resulta cuanto menos curioso si tenemos en cuenta la cantidad de empleos que esto generaría. Las autoridades locales tampoco mostraron una gran inquietud frente a un hecho que resultó de gran pérdida para el municipio a nivel económico y a nivel social.
Ya ha pasado mucha agua por debajo y muy poca gente por encima del puente que se mantiene cortado entre Argentina y Uruguay. Las papeleras supieron esperar, causalmente, a las elecciones nacionales de Octubre para comenzar a funcionar a partir de una actuación grotesca en una convención de presidentes, digna del peor teatro de comedia.
Cabe preguntarse desde lo local a lo nacional, ¿Cuál es el saldo de este avatar producto de un capitalismo desmesurado? Como argentinos tenemos que pagar el precio de ver como una empresa internacional genera puestos de trabajo en la vereda de enfrente pudiendo haber estado en nuestro país empleando mano de obra nuestra. La excusa del medio ambiente reduciendo el costo político que esto significaría si se supiera la versión original de los hechos. A su vez, la cuestión ambiental generando otro costo político muchísimo más manejable desde la inoperancia y el desentendimiento que nos llevó a La Haya sin pasar siquiera por una negociación local entre dos países que desde siempre tuvieron una relación envidiablemente buena.
A nivel local nos resta lamentar aquel negocio que hubiese sido importantísimo para la región mientras observamos como funciona en nuestras costas una de las papeleras más importantes de nuestro país. Cabe preguntarse entonces, como es que la contaminación obvia e inevitable de Papel Prensa no parece preocupar al gobierno nacional y sí, la contaminación de las papeleras en las costas uruguayas. Quizá sea una buena idea agregar a las calcomanías que lucen en las lunetas de los autos y camiones “NO A LAS PAPELERAS” una frase que exprese la realidad de la cuestión: “NO A LAS PAPELERAS (en costas ajenas, sí en las nuestras)”. Es increíble como, no sólo en las películas, dos historias a casi 300 kilómetros de distancia tienen una conexión inesperada. Esperemos que esta vez los ríos no queden color púrpura.
dayrdan- Cantidad de envíos : 1897
Fecha de inscripción : 07/12/2007
Críticas al informe Hatfield del Banco Mundial
Críticas al informe Hatfield del Banco Mundial
Nuevo informe del Banco Mundial: El borrador de impacto acumulado de las plantas de celulosa era realmente eso: un (mal) borrador.
Durante la Semana de Turismo se hizo público el análisis crítico del Estudio de Impacto Acumulado (CIS) de las plantas de celulosa de Ence y Botnia en Uruguay.El CIS había sido duramente cuestionado por el Grupo Guayubira, considerándolo "totalmente sesgado a favor de la forestación y de las fábricas de celulosa" y carente de "la objetividad necesaria como para constituirse en base de una discusión seria e informada sobre un tema tan importante como éste". Guayubira recomendó al Banco que exigiera a la empresa consultora que mejorara sustancialmente su informe para que entonces pudiera servir de base para la consulta amplia que el Banco deseaba realizar. Sin embargo, eso no se hizo y el Banco igualmente llevó a cabo una consulta en la que Guayubira se negó a participar.
El análisis crítico del CIS llevado posteriormente a cabo por la empresa Hatfield Consultants -contratada a tales efectos por el Banco Mundial- viene a corroborar las críticas que Guayubira viene planteando desde que comenzó el proceso de la instalación de las fábricas de celulosa. En efecto, lo que los consultores de Hatfield están diciendo es que:
1) Los estudios de impacto ambiental presentados tiempo atrás por las empresas Ence y Botnia fueron totalmente insuficientes, tanto en materia de la información aportada como en cuanto a sus conclusiones
2) El análisis que de los mismos hizo la DINAMA fue igualmente poco riguroso, dado que los consideró básicamente aceptables para aprobar la licencia ambiental a ambos proyectos, cuando ahora se demuestra su insuficiencia.
3) El informe de impacto acumulado encomendado por el Banco Mundial a la empresa consultora Pacific Consultants International careció de la seriedad necesaria como para servir de base a las audiencias públicas, tal como lo sostuvo Guayubira y que motivó su negativa a participar en la audiencia llevada a cabo en Montevideo.
Sin entrar a analizar en detalle las abundantes observaciones hechas por la consultora Hatfield al CIS, los siguientes dos ejemplos apuntan a demostrar la falta de seriedad del CIS:
Por ejemplo, el informe de impacto acumulado (CIS) afirmaba que "…las plantaciones [de eucaliptos] proveen una estructura de hábitat mejorado con más nichos para una mayor variedad de flora y fauna, aumentando así la biodiversidad….".
Al respecto Guayubira comentó: "Ni los más ardientes defensores de los monocultivos de árboles se han atrevido nunca a hacer esa afirmación, con la que los consultores demuestran su falta total de seriedad".
La consultora Hatfield dice que "Si debe aceptarse esta afirmación, el CIS debe reseñar investigaciones de campo sobre estructura de biodiversidad en plantaciones de eucaliptus versus praderas, estudios previos y posteriores brindarían los mejores datos. Históricamente ¿qué estudios sobre este tema, que involucren plantaciones de eucaliptus, han sido realizados que conducirían a la conclusión anterior respecto de un aumento en los nichos ecológicos? Como recomendación, dice que "El CIS debe proveer/describir investigaciones de campo cuantitativas y la bibliografía que sustancien la afirmación realizada en la página". Es decir, que el CIS no aportó ni una prueba, demostrando así, como dijo Guayubira, "su falta total de seriedad".
En materia de dioxinas y furanos, el CIS afirmó que:"...el reemplazo total de cloro elemental por dióxido de cloro produce la disminución de dioxinas y furanos en el efluente hasta niveles indetectables".
Guayubira argumentó que: "El nivel 'detectable' obviamente dependerá de la escala de la operación. En este caso estaríamos ante dos emprendimientos cuya escala acumulada los ubica entre los más grandes del mundo, pero igual el informe descarta que las dioxinas y furanos vayan a ser 'detectables'".
El análisis de Hatfield va mucho más lejos y dice que "Las referencias a dioxinas/furanos en los vertidos de las plantas parecen haber sido manejadas algo a la ligera. Estos compuestos son de significativa preocupación para el público en general y deben ser plenamente analizados. Dejar de lado el tema mediante la conclusión de que las dioxinas/furanos estarán en 'niveles indetectables' es inaceptable". Es decir, que en este aspecto el CIS también demostró "su falta total de seriedad".
Lo anterior se refuerza en el preámbulo del informe de Hatfield, donde refiriéndose a los comentarios recibidos sobre el CIS dice que "Las afirmaciones de que el CIS, Botnia y CMB [Ence] no han suministrado suficiente información sobre la propuesta de diseño, procedimientos de operación y monitoreo ambiental de las plantas son en general válidas". Agregan que "algunos comentarios que sugieren mejoras en ciertos aspectos del diseño, definiciones de procedimientos operativos y monitoreo de las descargas ambientales de las plantas son válidos, y ameritan implementación".
En materia de blanqueo de la celulosa, dice que "El proceso TCF [totalmente libre de cloro] cuenta con ciertas ventajas ambientales, algunas de las cuales pueden obtenerse si se modifica el diseño de la planta a una versión "ECF-light" [con menos dióxido de cloro que el planeado en ambos proyectos] en la que la cantidad de dióxido de cloro utilizada es relativamente baja, o si el efluente alcalino de la planta blanqueadora es reciclado en el sistema de recuperación química de la planta". Es decir, que la DINAMA podría haber exigido un sistema de blanqueo menos contaminante que el aprobado.
En resumidas cuentas, este último informe hace críticas fundadas, tanto a las dos empresas, como a los consultores que produjeron el CIS, como a nuestro gobierno, cuyos funcionarios no se han cansado de asegurar públicamente que estas plantas de celulosa no contaminarán. El solo hecho de que el informe Hatfield esté planteando numerosas mejoras en todos los procesos de producción de estas plantas está diciendo a las claras que -por lo menos en la versión aprobada por la DINAMA- estas plantas sí contaminarían.
- Ecologia
Nuevo informe del Banco Mundial: El borrador de impacto acumulado de las plantas de celulosa era realmente eso: un (mal) borrador.
Durante la Semana de Turismo se hizo público el análisis crítico del Estudio de Impacto Acumulado (CIS) de las plantas de celulosa de Ence y Botnia en Uruguay.El CIS había sido duramente cuestionado por el Grupo Guayubira, considerándolo "totalmente sesgado a favor de la forestación y de las fábricas de celulosa" y carente de "la objetividad necesaria como para constituirse en base de una discusión seria e informada sobre un tema tan importante como éste". Guayubira recomendó al Banco que exigiera a la empresa consultora que mejorara sustancialmente su informe para que entonces pudiera servir de base para la consulta amplia que el Banco deseaba realizar. Sin embargo, eso no se hizo y el Banco igualmente llevó a cabo una consulta en la que Guayubira se negó a participar.
El análisis crítico del CIS llevado posteriormente a cabo por la empresa Hatfield Consultants -contratada a tales efectos por el Banco Mundial- viene a corroborar las críticas que Guayubira viene planteando desde que comenzó el proceso de la instalación de las fábricas de celulosa. En efecto, lo que los consultores de Hatfield están diciendo es que:
1) Los estudios de impacto ambiental presentados tiempo atrás por las empresas Ence y Botnia fueron totalmente insuficientes, tanto en materia de la información aportada como en cuanto a sus conclusiones
2) El análisis que de los mismos hizo la DINAMA fue igualmente poco riguroso, dado que los consideró básicamente aceptables para aprobar la licencia ambiental a ambos proyectos, cuando ahora se demuestra su insuficiencia.
3) El informe de impacto acumulado encomendado por el Banco Mundial a la empresa consultora Pacific Consultants International careció de la seriedad necesaria como para servir de base a las audiencias públicas, tal como lo sostuvo Guayubira y que motivó su negativa a participar en la audiencia llevada a cabo en Montevideo.
Sin entrar a analizar en detalle las abundantes observaciones hechas por la consultora Hatfield al CIS, los siguientes dos ejemplos apuntan a demostrar la falta de seriedad del CIS:
Por ejemplo, el informe de impacto acumulado (CIS) afirmaba que "…las plantaciones [de eucaliptos] proveen una estructura de hábitat mejorado con más nichos para una mayor variedad de flora y fauna, aumentando así la biodiversidad….".
Al respecto Guayubira comentó: "Ni los más ardientes defensores de los monocultivos de árboles se han atrevido nunca a hacer esa afirmación, con la que los consultores demuestran su falta total de seriedad".
La consultora Hatfield dice que "Si debe aceptarse esta afirmación, el CIS debe reseñar investigaciones de campo sobre estructura de biodiversidad en plantaciones de eucaliptus versus praderas, estudios previos y posteriores brindarían los mejores datos. Históricamente ¿qué estudios sobre este tema, que involucren plantaciones de eucaliptus, han sido realizados que conducirían a la conclusión anterior respecto de un aumento en los nichos ecológicos? Como recomendación, dice que "El CIS debe proveer/describir investigaciones de campo cuantitativas y la bibliografía que sustancien la afirmación realizada en la página". Es decir, que el CIS no aportó ni una prueba, demostrando así, como dijo Guayubira, "su falta total de seriedad".
En materia de dioxinas y furanos, el CIS afirmó que:"...el reemplazo total de cloro elemental por dióxido de cloro produce la disminución de dioxinas y furanos en el efluente hasta niveles indetectables".
Guayubira argumentó que: "El nivel 'detectable' obviamente dependerá de la escala de la operación. En este caso estaríamos ante dos emprendimientos cuya escala acumulada los ubica entre los más grandes del mundo, pero igual el informe descarta que las dioxinas y furanos vayan a ser 'detectables'".
El análisis de Hatfield va mucho más lejos y dice que "Las referencias a dioxinas/furanos en los vertidos de las plantas parecen haber sido manejadas algo a la ligera. Estos compuestos son de significativa preocupación para el público en general y deben ser plenamente analizados. Dejar de lado el tema mediante la conclusión de que las dioxinas/furanos estarán en 'niveles indetectables' es inaceptable". Es decir, que en este aspecto el CIS también demostró "su falta total de seriedad".
Lo anterior se refuerza en el preámbulo del informe de Hatfield, donde refiriéndose a los comentarios recibidos sobre el CIS dice que "Las afirmaciones de que el CIS, Botnia y CMB [Ence] no han suministrado suficiente información sobre la propuesta de diseño, procedimientos de operación y monitoreo ambiental de las plantas son en general válidas". Agregan que "algunos comentarios que sugieren mejoras en ciertos aspectos del diseño, definiciones de procedimientos operativos y monitoreo de las descargas ambientales de las plantas son válidos, y ameritan implementación".
En materia de blanqueo de la celulosa, dice que "El proceso TCF [totalmente libre de cloro] cuenta con ciertas ventajas ambientales, algunas de las cuales pueden obtenerse si se modifica el diseño de la planta a una versión "ECF-light" [con menos dióxido de cloro que el planeado en ambos proyectos] en la que la cantidad de dióxido de cloro utilizada es relativamente baja, o si el efluente alcalino de la planta blanqueadora es reciclado en el sistema de recuperación química de la planta". Es decir, que la DINAMA podría haber exigido un sistema de blanqueo menos contaminante que el aprobado.
En resumidas cuentas, este último informe hace críticas fundadas, tanto a las dos empresas, como a los consultores que produjeron el CIS, como a nuestro gobierno, cuyos funcionarios no se han cansado de asegurar públicamente que estas plantas de celulosa no contaminarán. El solo hecho de que el informe Hatfield esté planteando numerosas mejoras en todos los procesos de producción de estas plantas está diciendo a las claras que -por lo menos en la versión aprobada por la DINAMA- estas plantas sí contaminarían.
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