La agricultura y los retos para la ciencia del siglo XXI 1ra
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La agricultura y los retos para la ciencia del siglo XXI 1ra
La agricultura y los retos para la ciencia del siglo XXI
21-02-08, Por Dr. Alberto Matías González *
21-02-08, Por Dr. Alberto Matías González *
La agricultura no puede tener un modelo único, ni se pueden imponer modelos. Es diversa, porque la cultura humana y sus ideales son diversos, la naturaleza en que se desarrolla es diversa, por lo que la creencia de hacer extensivos los resultados de las investigación a otros contextos sin entrar a considerar circunstancias culturales, geográficas, históricas es errónea, viola la relativa independencia del otro.
“La agricultura es la única fuente constante, cierta y enteramente pura de riqueza”
José Martí
La agricultura ha sido durante milenios una de las principales fuentes de alimentación y de actividad humana, el hombre ha encontrado en ella un espacio productivo de creación de bienes, entorno al que inventa complejos sistemas de creencias técnicas, sabidurías, cosmovisiones, donde que se confunden lo bello, lo feo, el bien, el mal y los dioses. Sin embargo hoy, ya sea por negligencia, caprichos humanos o por la inevitable lógica o ilógica de la historia, atraviesa una profunda crisis, cuyas evidencias se resumen en:
- Perdida de admiración, de orgullo y del sentido de belleza ante lo grandioso que significa el logro de los sembrados, es la expresión del individualismo consumista que dirige la atención hacia las “altas” tecnologías industriales de la ciudad, lo “bello” se identifica con un fetiche, una marca de confecciones, autos o alimentos procesados. En resumen carencia de proyectos sociales trascendentes.Estos modos de pensar y de hacer generan comportamientos que evidencian el desprecio hacia las labores agrícolas, uno de los ejemplos más representativos acontece en los países industrializados, como tendencia los pueblos asentados en ellos abandonaron las actividades agrícolas en busca del “sueño moderno” de la ciudad llena de consumo y “progreso” dejando estas actividades a inmigrantes del tercer mundo, que obligados por las circunstancias dejan sus orígenes en busca de soluciones económicas a sus precarias existencias tercermundistas.Recientemente salió en los periódicos de Estados Unidos las inquietudes de inconformidad de los citadinos por las políticas de envió de las industrias hacia los países asiáticos en busca de mayores ganancias con la consiguiente pérdida de empleos en la industria, no faltaron las expresiones de quienes se negaban a realizar labores agrícolas por considerarlas humillantes, es la presencia en definitiva de una de las enfermedades espirituales actuales, que por la profundidad de su arraigo y la dificultades para su curación constituyen en la opinión del autor la peor evidencia de crisis.
- Crisis de los patrones de agricultura industrial monoproductiva, que coloca al hombre en el centro del interés, considerando la naturaleza y con ello el suelo y las aguas como fuente inagotable de riquezas, actitud que ha estado en la base de los daños ocasionado al medio ambiente natural y social: entiéndase desertificación, erosión y salinización de los suelos, pérdida de biodiversidad, transformación exagerada de paisajes culturales tradicionales en función del mercado.
- La ruina de muchos agricultores, fundamentalmente pequeños que no pueden sostener la competencia con las grandes transnacionales agrícolas. Esto es muy conocido en América Latina.
- Deformaciones obsoletas asociadas al monocultivo y a la dependencia alimentaria de muchos países, cuyas estructuras agrícolas están invalidadas para asumir un desarrollo independiente, por la incapacidad de sus economías para enfrentar el poder imperialista y transnacional y por falta de estrategias realistas y de valentía política de sus gobernantes para tomar decisiones que favorezcan a sus conciudadanos.
- Incapacidad para alimentar a toda una población creciente. Solamente en los países en vías de desarrollo existen 820 millones de personas subalimentadas. Según estimaciones de la FAO, de los 854 millones de personas subalimentadas en el mundo, 9 millones viven en países industrializados, 25 millones en países en transición, y 820 millones en países en desarrollo.
La ciencia puede jugar un papel activo en la solución de muchos de estos problemas, sin embargo la propensión dominante en la investigación científica de los procesos agrarios ha sido estudiarlos desde perspectivas muy segmentadas, pocos estudios se escapan de esta tendencia, que es de por si un obstáculo, dada la dinámica de interrelaciones de diversos factores que participan en la agricultura.
En las disciplinas históricas se trata el tema desde la participación de los distintos sujetos sociales en los procesos políticos y económicos, podemos encontrar investigaciones de la participación campesina en la Revolución Mexicana, del protagonismo de los hacendados criollos en los procesos de independencia latinoamericana, de los colonos norteamericanos en la Guerra de Secesión de los Estados Unidos, pero es poco recurrente encontrar indagaciones de cómo el desenvolvimiento y la solución de estos procesos económicos y políticos incorporan las repercusiones que los mismos han tenido en el medio natural en que se desenvuelven.
Por citar un ejemplo, en los libros de historia se recogen estudios sobre procesos de reforma agraria que han tenido lugar en diversas partes del mundo, y de las ventajas o desventajas que representaron en su tiempo, pero es poco usual que esas historias describan cómo esos procesos han influido en el paisaje, o en el uso del suelo y del agua. Es una historia parcial que conduce a ocultar relaciones existentes en las extensiones de los hechos, con lo que se pierde todo el potencial educativo que ellos representan, así como el valor cognoscitivo y práctico que poseen.
Se necesita de una apertura al pasado, reconstruirlo en consonancia con la relación hombre-naturaleza, es indispensable y necesario entender que esta relación es un componente del pasado y que no debe ser excluida.
También abundan los estudios sobre agricultura en las ciencias económicas, que han dirigido su atención hacia temas como la movilidad de la fuerza de trabajo, la eficiencia y la sustentabilidad económica o la rentabilidad; y en el caso de la sociología, se pueden encontrar información científica sobre comunidades rurales agrícolas de muy variados contenidos: el género, la educación, las interacciones sociales, etc.
Cada una de estas disciplinas conforman una unidad con una lógica institucional que se ramifica en comunidades de investigadores que a la vez se conectan a través de eventos, publicaciones y de un sistema de relaciones interpersonales más o menos constantes, se puede afirmar que la critica a los modelos y desempeños agrícolas ha estado presente, aunque no en todos los trabajos.
En el caso de las ciencias agropecuarias se han orientado a la búsqueda de mecanismos y modelos agrícolas y ganaderos que aumenten o mejoren la calidad de la producción de alimentos, con propuestas que incluyen desde la agricultura industrial mecanizada hasta estructuras de producción familiar y de subsistencia, cuentan con una red de centros y facultades universitarias dedicadas a la investigación, y con dispositivos instituidos para la difusión de sus resultados, a través de eventos y publicaciones propias.
Estos estudios no escapan de las manipulaciones de las transnacionales, que financian muchos de los proyectos, en consonancia con las exigencias de las estructuras depredadoras de mercado, con una tendencia al triunfalismo acrítico, en que se absolutizan las ventajas de las ideas científicas, pero en muchas ocasiones no se corresponden con los contextos naturales y culturales en que se tratan de introducir y se olvidan de las necesidades reales de alimentación de los más desposeídos del planeta. Los biocombustibles son una muestra clara de este comportamiento.
Indiscutiblemente a la comunidad científica le corresponde un importante papel en el entendimiento de la situación y en la propuesta de soluciones, el devenir necesita de alternativas sociales viables, que sin lugar a dudas, pasan por la solución de los problemas de las producciones alimentarias.
Es innegable los aportes que estos estudios han realizado, pero la situación de la agricultura, en cuanto a magnitud de solución de las necesidades alimentarias de la población mundial, por lo menos de la más empobrecida, no se corresponde con la profundidad y abundancia de conocimientos que las ciencias y los saberes humanos han producido de ella, fundamentalmente después de la Segunda Guerra Mundial en que una parte de la industria de tecnología militar se desvió hacia la actividad agrícola.
Es una de las contradicciones de la totalidad social y natural que rodea la agricultura, en que se combinan en un sistema componentes y dimensiones que necesitan ser comprendidos desde nociones integradas de saber, por lo que la investigación científica debe ser reformada, la realidad no existe fragmentada, y si la ciencia quiere servir a la vida debe ser estructurada en correspondencia con la lógica o la ilógica de los acontecimientos que suceden desde la multidimensionalidad.
En esta noción de multidimensionalidad lo agrícola, a diferencia de otras épocas, ha rebasado su espacio físico geográfico y demográfico, se inserta en un todo donde lo urbano industrial comparece dominador con conceptos de mercado, productos químicos, maquinarias y combustibles fósiles y donde la globalización hace que un evento natural ocurrido en cualquier continente del planeta pueda incidir negativa o positivamente en el resto de los agricultores del planeta.
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