Un momento de reflexión (de la columnista de la A.P.)
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Un momento de reflexión (de la columnista de la A.P.)
COLUMNISTA DE LA ASAMBLEA POPULAR
“Un momento de reflexión”
MUCHAS VECES se ha dicho que el hombre se caracteriza por su inteligencia, a pesar de que no ha desarrollado sus facultades intelectuales, en un máximo nivel; se ha dicho también que el hombre se ha caracterizado por su afán de dominio, y que dentro de la libertad que Dios le asignó, es capaz de adaptar el mundo a su medida y a su gusto. Pero también se ha dicho, con bastante acierto, que el hombre se caracteriza por la estupidez y hay pruebas de ello. De un mundo variado, con múltiples posibilidades, con riquezas y tesoros maravillosos, con una naturaleza pródiga, fértil, disponible y fructífera, ha hecho un mundo de cemento, de torres, de plástico, de clones y ansiedad. Acá no se trata de desconocer y maldecir los adelantos técnicos y científicos, de ninguna manera. Los logros del hombre han sido estupendos y valiosísimos, pero es bueno decirlo, perdió el equilibrio, el hombre se dejó llevar por la estupidez.
Ha exigido tanto, ha sido tan insaciable en sus conquistas, que ha provocado un gran deterioro en el mundo entero. Podríamos decir que prevaleció la estupidez sobre su inteligencia. El hombre ha conquistado muchos
adelantos, es innegable, pero se volvió cada vez más hedonista, más irreflexivo, se dejó llevar por el individualismo y el consumismo. En su soberbia, se creyó que todo lo sabía, que todo lo podía, y mientras por su lado se realizaban, los descubrimientos, los logros científicos y los logros técnicos, por el otro lado se destruía y se aniquilaba.
Y hoy la realidad es muy preocupante; miremos a nuestro alrededor: los desmoronamientos, los tornados las crecientes, los tsunamis, las nevadas, las granizadas.
Miremos lo que hoy pasa en la China y Estados Unidos por citar algunos ejemplos; miremos los muertos y damnificados por las bajas y altas temperaturas, los muertos y los desalojados de las crecientes, de las “catástrofes naturales”.
Miremos a nuestro alrededor y veamos cómo un país como Uruguay, con gran capacidad para ser abastecedor de alimentos, hoy usa sus tierras para plantar árboles para la celulosa y cómo va agotando su agua para alimentar estos árboles de rápido crecimiento que son los eucaliptos y los pinos.
Veamos cómo nuestro país deteriora sus tierras con los transgénicos y los agro combustibles.
Veamos cómo nuestro país ya contamina su aire y su río Uruguay con la planta de celulosa de Botnia, y contribuye a incrementar el calentamiento global con los gases que emiten sus chimeneas.
Veamos cuáles son los proyectos productivos de nuestros gobernantes.
Veamos cómo la ignorancia, la irresponsabilidad, la soberanía, la ambición y la tozudez, son los que impulsan y motivan a nuestros gobernantes y a los empresarios a quienes solo les interesan las ganancias económicas.
La realidad que enfrentamos es muy riesgosa; si no reaccionamos pronto y damos un giro, un cambio de rumbo, el problema no tiene solución ¿Será posible que la inteligencia de los uruguayos no nos sirva para conservar un mundo para nuestros hijos y nietos? ¿Seremos tan torpes que cederemos ante los cantos de sirena del dinero, de la comodidad y el individualismo?
¿Es verdad que somos tan estúpidos?.
(*) Delia Villalba es maestra y militante social, integrante de la Asamblea Popular
De: Diario la Juventud, martes 11 de marzo de 2008, p. 9 (Trabajadores)
“Un momento de reflexión”
MUCHAS VECES se ha dicho que el hombre se caracteriza por su inteligencia, a pesar de que no ha desarrollado sus facultades intelectuales, en un máximo nivel; se ha dicho también que el hombre se ha caracterizado por su afán de dominio, y que dentro de la libertad que Dios le asignó, es capaz de adaptar el mundo a su medida y a su gusto. Pero también se ha dicho, con bastante acierto, que el hombre se caracteriza por la estupidez y hay pruebas de ello. De un mundo variado, con múltiples posibilidades, con riquezas y tesoros maravillosos, con una naturaleza pródiga, fértil, disponible y fructífera, ha hecho un mundo de cemento, de torres, de plástico, de clones y ansiedad. Acá no se trata de desconocer y maldecir los adelantos técnicos y científicos, de ninguna manera. Los logros del hombre han sido estupendos y valiosísimos, pero es bueno decirlo, perdió el equilibrio, el hombre se dejó llevar por la estupidez.
Ha exigido tanto, ha sido tan insaciable en sus conquistas, que ha provocado un gran deterioro en el mundo entero. Podríamos decir que prevaleció la estupidez sobre su inteligencia. El hombre ha conquistado muchos
adelantos, es innegable, pero se volvió cada vez más hedonista, más irreflexivo, se dejó llevar por el individualismo y el consumismo. En su soberbia, se creyó que todo lo sabía, que todo lo podía, y mientras por su lado se realizaban, los descubrimientos, los logros científicos y los logros técnicos, por el otro lado se destruía y se aniquilaba.
Y hoy la realidad es muy preocupante; miremos a nuestro alrededor: los desmoronamientos, los tornados las crecientes, los tsunamis, las nevadas, las granizadas.
Miremos lo que hoy pasa en la China y Estados Unidos por citar algunos ejemplos; miremos los muertos y damnificados por las bajas y altas temperaturas, los muertos y los desalojados de las crecientes, de las “catástrofes naturales”.
Miremos a nuestro alrededor y veamos cómo un país como Uruguay, con gran capacidad para ser abastecedor de alimentos, hoy usa sus tierras para plantar árboles para la celulosa y cómo va agotando su agua para alimentar estos árboles de rápido crecimiento que son los eucaliptos y los pinos.
Veamos cómo nuestro país deteriora sus tierras con los transgénicos y los agro combustibles.
Veamos cómo nuestro país ya contamina su aire y su río Uruguay con la planta de celulosa de Botnia, y contribuye a incrementar el calentamiento global con los gases que emiten sus chimeneas.
Veamos cuáles son los proyectos productivos de nuestros gobernantes.
Veamos cómo la ignorancia, la irresponsabilidad, la soberanía, la ambición y la tozudez, son los que impulsan y motivan a nuestros gobernantes y a los empresarios a quienes solo les interesan las ganancias económicas.
La realidad que enfrentamos es muy riesgosa; si no reaccionamos pronto y damos un giro, un cambio de rumbo, el problema no tiene solución ¿Será posible que la inteligencia de los uruguayos no nos sirva para conservar un mundo para nuestros hijos y nietos? ¿Seremos tan torpes que cederemos ante los cantos de sirena del dinero, de la comodidad y el individualismo?
¿Es verdad que somos tan estúpidos?.
(*) Delia Villalba es maestra y militante social, integrante de la Asamblea Popular
De: Diario la Juventud, martes 11 de marzo de 2008, p. 9 (Trabajadores)
Iris- Cantidad de envíos : 299
Fecha de inscripción : 11/12/2007
Re: Un momento de reflexión (de la columnista de la A.P.)
Iris escribió:COLUMNISTA DE LA ASAMBLEA POPULAR
“Un momento de reflexión”
MUCHAS VECES se ha dicho que el hombre se caracteriza por su inteligencia, a pesar de que no ha desarrollado sus facultades intelectuales, en un máximo nivel; se ha dicho también que el hombre se ha caracterizado por su afán de dominio, y que dentro de la libertad que Dios le asignó, es capaz de adaptar el mundo a su medida y a su gusto. Pero también se ha dicho, con bastante acierto, que el hombre se caracteriza por la estupidez y hay pruebas de ello. De un mundo variado, con múltiples posibilidades, con riquezas y tesoros maravillosos, con una naturaleza pródiga, fértil, disponible y fructífera, ha hecho un mundo de cemento, de torres, de plástico, de clones y ansiedad. Acá no se trata de desconocer y maldecir los adelantos técnicos y científicos, de ninguna manera. Los logros del hombre han sido estupendos y valiosísimos, pero es bueno decirlo, perdió el equilibrio, el hombre se dejó llevar por la estupidez.
Ha exigido tanto, ha sido tan insaciable en sus conquistas, que ha provocado un gran deterioro en el mundo entero. Podríamos decir que prevaleció la estupidez sobre su inteligencia. El hombre ha conquistado muchos
adelantos, es innegable, pero se volvió cada vez más hedonista, más irreflexivo, se dejó llevar por el individualismo y el consumismo. En su soberbia, se creyó que todo lo sabía, que todo lo podía, y mientras por su lado se realizaban, los descubrimientos, los logros científicos y los logros técnicos, por el otro lado se destruía y se aniquilaba.
Y hoy la realidad es muy preocupante; miremos a nuestro alrededor: los desmoronamientos, los tornados las crecientes, los tsunamis, las nevadas, las granizadas.
Miremos lo que hoy pasa en la China y Estados Unidos por citar algunos ejemplos; miremos los muertos y damnificados por las bajas y altas temperaturas, los muertos y los desalojados de las crecientes, de las “catástrofes naturales”.
Miremos a nuestro alrededor y veamos cómo un país como Uruguay, con gran capacidad para ser abastecedor de alimentos, hoy usa sus tierras para plantar árboles para la celulosa y cómo va agotando su agua para alimentar estos árboles de rápido crecimiento que son los eucaliptos y los pinos.
Veamos cómo nuestro país deteriora sus tierras con los transgénicos y los agro combustibles.
Veamos cómo nuestro país ya contamina su aire y su río Uruguay con la planta de celulosa de Botnia, y contribuye a incrementar el calentamiento global con los gases que emiten sus chimeneas.
Veamos cuáles son los proyectos productivos de nuestros gobernantes.
Veamos cómo la ignorancia, la irresponsabilidad, la soberanía, la ambición y la tozudez, son los que impulsan y motivan a nuestros gobernantes y a los empresarios a quienes solo les interesan las ganancias económicas.
La realidad que enfrentamos es muy riesgosa; si no reaccionamos pronto y damos un giro, un cambio de rumbo, el problema no tiene solución ¿Será posible que la inteligencia de los uruguayos no nos sirva para conservar un mundo para nuestros hijos y nietos? ¿Seremos tan torpes que cederemos ante los cantos de sirena del dinero, de la comodidad y el individualismo?
¿Es verdad que somos tan estúpidos?.
(*) Delia Villalba es maestra y militante social, integrante de la Asamblea Popular
De: Diario la Juventud, martes 11 de marzo de 2008, p. 9 (Trabajadores)
dayrdan- Cantidad de envíos : 1897
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