Una nueva amenaza para la ría del Eo

dayrdan Mar Jun 03, 2008 4:21 pm

Una nueva amenaza para la ría del Eo

La Xunta de Galicia pretende construir en el puerto lucense de Ribadeo una mal denominada terminal flotante de carga -que de flotante no tiene nada- para facilitar la exportación de pasta de celulosa de la planta que la papelera Ence tiene en la localidad asturiana de Navia. La nave ocupa una superficie equivalente a la mitad de un campo de fútbol, gran parte sobre el mar. Oficialmente no existe proyecto, pero por las referencias de instalaciones similares en otros puertos su altura ronda los 25 metros, igual que un bloque de viviendas de ocho plantas.

Ence pretende duplicar su producción, unas 240.000 toneladas en la actualidad, a partir del próximo enero. Necesita más rapidez en la carga y garantizar la regularidad en los tráficos. El pórtico está diseñado para facilitar las actividades de estiba en cualquier circunstancia meteorológica. Los barcos quedan bajo techo, lo que evita paralizar los trabajos con la celulosa en los días de lluvia. La parte que da cobijo a las embarcaciones va anclada al fondo del mar con al menos una veintena de pilares, de ahí que sea falso considerarla flotante.

La terminal está levantando un fuerte movimiento vecinal en su contra. La inquietud es lógica pues, sólo por comenzar por lo más evidente, el impacto visual de la obra en un estuario de dimensiones tan reducidas será enorme: la desproporcionada nave quedará situada en mitad de la desembocadura, frente por frente de la iglesia de Castropol, en la parte más visible de la ría.

Cómo afectarán los pilares submarinos a las corrientes y al equilibrio de este delicado ecosistema es una incógnita, pero el estuario ya está muy tocado desde que en 1994 el puerto ribadense fue ampliado con una escollera de 800 metros de largo y 22.000 metros cuadrados de relleno. Pese a que entonces se garantizó que la escollera no traería consecuencias medioambientales, la sedimentación que ciega varias zonas del estuario es evidente y algunas especies de aves ya han dejado de acudir a este humedal en sus tránsitos migratorios.

La consejera de Medio Ambiente asturiana Belén Fernández anunció la semana pasada en el Parlamento, quizá con demasiada ingenuidad o ligereza, que la terminal estaba desechada. Por ahora no hay signos de que el Gobierno gallego así lo haya decidido, escudándose ambiguamente en que todo depende del Ayuntamiento de Ribadeo. La experiencia de otras ocasiones, como la de la escollera, enseña al Principado que más vale tomar todas las cautelas y actuar con firmeza antes de que sea demasiado tarde.

Hay pocos espacios naturales, en Galicia y en Asturias, con más restricciones que la ría del Eo. Forma parte de la lista internacional «Ramsar» de áreas a conservar, es zona de especial protección de aves, está integrada en la red «Natura 2000», la máxima calificación ambiental europea, y es Reserva de la Biosfera. Todas esas figuras son poco menos que decorativas porque en la práctica no se concretan en nada. Cada poco tiempo surgen actuaciones -un polígono aquí, un aparcamiento allá- que pueden resultar dañinas para el estuario. Incluidas algunas de ayuntamientos asturianos, si bien es cierto que desde esta orilla ha habido en general más respeto a la hora de cumplir la normativa.

¿Qué quieren Asturias y Galicia para la ría? ¿Con qué criterios pretenden gestionar este espacio, cuya territorialidad comparten? Van nueve cumbres interautonómicas, la pasada hace un mes. En todas se habla del Eo y las respuestas siguen siendo una incógnita. Asturias presume de una relación excelente con Galicia, y más ahora que los dos gobiernos comparten color político, pero cada comunidad va por libre, con gestiones distintas en un espacio que necesita actuaciones coordinadas. A cada queja asturiana, Galicia, con iniciativas más voraces, responde con displicencia y con reproches.

El puerto comercial de Ribadeo depende casi en exclusiva de los tráficos de Ence. Si los pierde, tendrá dificultades. La papelera podría plantearse entonces otras alternativas, como transportar celulosa en tren hasta los puertos de Gijón o Avilés. Por muy legítimo que sea un interés económico, hipotecar para siempre en función de ese criterio una ría que, como entorno natural, también es riqueza no parece la mejor salida.

De la disparidad de criterios y las desiguales varas de medir en una y otra orilla el ejemplo más claro está en los pescadores. Según procedan de puerto asturiano o gallego se guían por normas y vedas distintas para faenar en las mismas aguas. Hasta tienen que trazar una línea imaginaria en el estuario, que nadie sabe situar a ciencia cierta, para no rebasar los límites. Los marineros son los primeros en denunciar esta absurda situación, y claman para que sea corregida.

En el Eo, el Principado no puede seguir impasible ante la permisividad del actual Gobierno de Galicia, que sigue comportándose, en cuanto a las relaciones bilaterales y al cuidado de la ría, como la Xunta de Fraga. El nuevo muelle que tanto rechazo suscita en el Occidente asturiano, y también en Ribadeo, es el mejor pretexto para sentarse de una vez en torno a la ría. Tarde o temprano, y más vale que sea temprano, a Asturias y a Galicia no les va a quedar otro camino que superar sus recelos y trazar un plan de actuación conjunta si tienen de verdad interés en salvar uno de sus estuarios más singulares del Norte.