Forestación y cambio climático; entre discurso y evidencia
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Forestación y cambio climático; entre discurso y evidencia
www.ecoportal.net/content/view/full/79414
Uruguay: Forestación y cambio climático. Entre el discurso y la evidencia
23-06-08, Por Víctor L. Bacchetta *
La política forestal aplicada en el país, justificada como modelo de desarrollo sustentable que preservaría la biodiversidad, la calidad de los suelos y los recursos hídricos, es cuestionada por estudios científicos internacionales y por expertos uruguayos.
"COMO PAÍS AGRÍCOLA y en conocimiento de que la agricultura contribuye en gran medida a la emisión de gases de efecto invernadero, (Uruguay) está identificado con la aplicación de estrategias de mitigación para los sectores agrícola y forestal. Es así que, en un proceso que ya lleva más de veinte años, ha desarrollado un importante programa de forestación que tiene hoy sembradas más de 700.000 hectáreas de bosques, superficie importante en relación a su territorio", argumentó el secretario de la presidencia Miguel Toma, delegado uruguayo en la última cumbre de la FAO celebrada este mes en Roma.
Este marco conceptual, compartido por la FAO, el Banco Mundial y otras organizaciones internacionales considera a las plantaciones de árboles como 'sumideros' muy eficaces. Tanto que las incluyen en el singular 'comercio de carbono', por el cual las empresas pueden compensar sus emisiones contaminantes comprando títulos de actividades reductoras de la contaminación. Se conciliaría así la protección ambiental con la continuidad de los depredadores patrones industriales en vigor. Pero los estudios no confirman esa pretensión.
Forestando en pastizales
Si una plantación de árboles es desplegada sobre un área donde antes existía un bosque primario, se sustituye un ecosistema por otro relativamente similar. Pero el problema adquiere otra entidad cuando los árboles suplantan a un ecosistema de pradera pampeana o pastizales, como el que caracteriza los suelos de Uruguay y los países vecinos. A primera vista, la diferencia parece inclinar la balanza a favor de la forestación. El volumen de la biomasa de una plantación de eucaliptos o de pinos, es mucho mayor que las pasturas que sustituye. Por tanto: debería retener mucho más carbono. Sin embargo, los estudios de plantaciones en ecosistemas de pradera, divulgados en las revistas científicas desde 2002, concluyen que las estimaciones anteriores sobre la cantidad de carbono almacenable por los árboles fueron sobrevaloradas.
Investigadores de cuatro universidades de Estados Unidos, publicaron en 'Nature' -en 2002(1)- los resultados de un estudio realizado en ese país para determinar si los árboles y arbustos que invadían los pastizales originarios, ayudaban a absorber las emisiones de dióxido de carbono de vehículos, centrales generadoras de energía y otras fuentes. La novedad que aportaron estas investigaciones, es que el suelo constituye un depósito de carbono tan o más importante que plantas y árboles.
Un equipo de la Universidad de Duke coordinado por el biólogo Robert Jackson, encontró que los árboles en muchos lugares estaban absorbiendo menos carbono que el almacenado por el suelo cubierto por pastizales. La capacidad del suelo de almacenar carbono, es unas dos veces mayor que la de las plantas, pero la pradera puede guardar el carbono en el suelo por siglos, mientras que los árboles lo liberan y no lo compensan con la mayor biomasa de la plantación. "Las evaluaciones basadas en el carbono almacenado por la irrupción de poblaciones de árboles, pueden por lo tanto ser incorrectas", comentó Jackson entonces.
Combinando investigación de campo, la síntesis de más de 600 observaciones y modelos climáticos y económicos, el mismo equipo documentó a escala mundial pérdidas sustanciales de la escorrentía (agua procedente de la lluvia que circula por la superficie y se concentra en los cauces) y una creciente salinización y acidificación del suelo provocados por las plantaciones forestales en áreas de pradera. "Las estrategias de secuestro de carbono dan importancia a las plantaciones de árboles sin considerar todas sus consecuencias ambientales", advirtió el nuevo informe publicado en 'Science' en 2005 (2).
Según este estudio -que consideró parcelas en Argentina y Uruguay- las plantaciones de árboles en conjunto, redujeron el flujo superficial anual del agua en un 52 por ciento. La salinización y acidificación observada, indicaban pérdida de fertilidad del suelo y la inminencia de un proceso de desertificación.
Confrontar dato con dato
Carlos Céspedes, investigador de la Facultad de Ciencias de Uruguay, en su tesis de doctorado (3) analizó los efectos de la plantación de especies exóticas en suelos de pradera en Piedras Coloradas-Algorta, una de las regiones forestales más representativas del país. Estudió en particular la dinámica de la materia orgánica y una serie de parámetros que miden las variaciones del carbono, la acidez y el grado de compactación del suelo en plantaciones de eucaliptos de diferentes edades (10 a 30 años) y evaluó también los efectos de las edades del cultivo.
"Fue posible demostrar la pérdida de carbono del suelo bajo eucalipto en comparación con las praderas", dijo Céspedes. En su opinión, los ingresos de carbono no compensan las pérdidas en el suelo ni en la biomasa porque el manejo forestal -siembra, podas, corte y replantío- involucra un tiempo medio de retención del carbono de escaso valor en el balance global. La pérdida de carbono va acompañada por una caída en la mayoría de los parámetros estudiados y resulta progresiva con la edad de los cultivos.
Céspedes opinó que las diferentes posiciones al respecto, pueden atribuirse a una "casta de tecnócratas" que ha transformado el debate científico en una cuestión de opiniones. "Nunca fueron al campo, nunca leyeron artículos científicos serios, no generan evidencia científica verificada por pares, manipulan datos de terceros, pero son expertos internacionales, manejan recursos. En ciencia, quienes hablan son los datos, hay que tener datos y confrontar dato con dato".
Las primeras evaluaciones ambientales de la forestación(4) -realizadas por autores nacionales a partir de 1989 desde el Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo, Uruguay (CIEDUR)- anticiparon lo que luego sería probado por innumerables estudios científicos dentro y fuera del país: desbasificación y acidificación de los suelos, disminución del rendimiento medio anual de las cuencas forestadas -las napas freáticas superficiales se secan- y pérdida significativa de diversidad biológica.
"Ya en aquellos informes se excluía al eucalipto de cualquier beneficio en el manejo de las cuencas hídricas porque al mismo tiempo que disminuye el rendimiento hídrico de las cuencas, bajo ciertas circunstancias, puede promover inundaciones severas", comenta el profesor Daniel Panario, director de la Unidad de Epigénesis de la Facultad de Ciencias. El estudio de Céspedes, entre otros, determinó que debajo de una delgada capa donde el eucalipto concentra sus raíces superficiales, la densidad del suelo se incrementa sustancialmente con relación a su equivalente de pradera: "Bajo estas condiciones, una lluvia denominada excepcional de más de 200 milímetros en 24 a 48 horas, pero que en los últimos años ocurren frecuentemente, escurrirá violentamente", explicó Panario.
Para el investigador, considerando que esta región del mundo tiene el record de incremento en las precipitaciones -como resultado del calentamiento global- y que la mayor parte de este incremento se debe al pasaje de frentes con lluvias ocasionalmente torrenciales, es esperable que se combinen déficit hídricos severos en verano y posibles inundaciones en otoño, como las que ocurrieron en 2007 en el país (5).
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Notas
1. "Ecosystem carbon loss with woody plant invasion of grasslands", Robert B. Jackson, Jay L. Banner, Esteban G. Jobbágy, William T. Pockman y Diana H. Wall, Letter to Nature, Volume 418 Number 6898, pp. 623, 8/8/2002.
2. "Trading Water for Carbon with Biological Carbon Sequestration", por R. B. Jackson, E. G. Jobbágy, R. Avissar, S. Baidya Roy, D. J. Barrett, Ch. W. Cook, K. A.
Farley, D. C. le Maitre, B. A. McCarl y B. C. Murray, Science, Vol. 310. no. 5756, pp. 1944-1947, 23/12/2005.
3. "Dinámica de la materia orgánica y de algunos parámetros fisicoquímicos en Molisoles, en la conversión de una pradera a cultivo forestal en la región de Piedras
Coloradas-Algorta (Uruguay)", Carlos Céspedes Payret, Tesis de Doctorado presentada ante L´Institut National Polytechnique de Toulouse, de Francia, en noviembre de 2007.
4. "Desarrollo forestal y medio ambiente en Uruguay. Hacia una evaluación de efectos ambientales de la forestación en Uruguay con especies introducidas", Caffera, R., C. Céspedes, A. González, O. Gutiérrez y D. Panario, CIEDUR
(Serie Investigaciones Nº 85), Montevideo, 1991.
5. "La forestación industrial del Uruguay, ¿Política de Estado?", Daniel Panario y Ofelia Gutiérrez, Montevideo, 2008.
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Uruguay: Forestación y cambio climático. Entre el discurso y la evidencia
23-06-08, Por Víctor L. Bacchetta *
La política forestal aplicada en el país, justificada como modelo de desarrollo sustentable que preservaría la biodiversidad, la calidad de los suelos y los recursos hídricos, es cuestionada por estudios científicos internacionales y por expertos uruguayos.
"COMO PAÍS AGRÍCOLA y en conocimiento de que la agricultura contribuye en gran medida a la emisión de gases de efecto invernadero, (Uruguay) está identificado con la aplicación de estrategias de mitigación para los sectores agrícola y forestal. Es así que, en un proceso que ya lleva más de veinte años, ha desarrollado un importante programa de forestación que tiene hoy sembradas más de 700.000 hectáreas de bosques, superficie importante en relación a su territorio", argumentó el secretario de la presidencia Miguel Toma, delegado uruguayo en la última cumbre de la FAO celebrada este mes en Roma.
Este marco conceptual, compartido por la FAO, el Banco Mundial y otras organizaciones internacionales considera a las plantaciones de árboles como 'sumideros' muy eficaces. Tanto que las incluyen en el singular 'comercio de carbono', por el cual las empresas pueden compensar sus emisiones contaminantes comprando títulos de actividades reductoras de la contaminación. Se conciliaría así la protección ambiental con la continuidad de los depredadores patrones industriales en vigor. Pero los estudios no confirman esa pretensión.
Forestando en pastizales
Si una plantación de árboles es desplegada sobre un área donde antes existía un bosque primario, se sustituye un ecosistema por otro relativamente similar. Pero el problema adquiere otra entidad cuando los árboles suplantan a un ecosistema de pradera pampeana o pastizales, como el que caracteriza los suelos de Uruguay y los países vecinos. A primera vista, la diferencia parece inclinar la balanza a favor de la forestación. El volumen de la biomasa de una plantación de eucaliptos o de pinos, es mucho mayor que las pasturas que sustituye. Por tanto: debería retener mucho más carbono. Sin embargo, los estudios de plantaciones en ecosistemas de pradera, divulgados en las revistas científicas desde 2002, concluyen que las estimaciones anteriores sobre la cantidad de carbono almacenable por los árboles fueron sobrevaloradas.
Investigadores de cuatro universidades de Estados Unidos, publicaron en 'Nature' -en 2002(1)- los resultados de un estudio realizado en ese país para determinar si los árboles y arbustos que invadían los pastizales originarios, ayudaban a absorber las emisiones de dióxido de carbono de vehículos, centrales generadoras de energía y otras fuentes. La novedad que aportaron estas investigaciones, es que el suelo constituye un depósito de carbono tan o más importante que plantas y árboles.
Un equipo de la Universidad de Duke coordinado por el biólogo Robert Jackson, encontró que los árboles en muchos lugares estaban absorbiendo menos carbono que el almacenado por el suelo cubierto por pastizales. La capacidad del suelo de almacenar carbono, es unas dos veces mayor que la de las plantas, pero la pradera puede guardar el carbono en el suelo por siglos, mientras que los árboles lo liberan y no lo compensan con la mayor biomasa de la plantación. "Las evaluaciones basadas en el carbono almacenado por la irrupción de poblaciones de árboles, pueden por lo tanto ser incorrectas", comentó Jackson entonces.
Combinando investigación de campo, la síntesis de más de 600 observaciones y modelos climáticos y económicos, el mismo equipo documentó a escala mundial pérdidas sustanciales de la escorrentía (agua procedente de la lluvia que circula por la superficie y se concentra en los cauces) y una creciente salinización y acidificación del suelo provocados por las plantaciones forestales en áreas de pradera. "Las estrategias de secuestro de carbono dan importancia a las plantaciones de árboles sin considerar todas sus consecuencias ambientales", advirtió el nuevo informe publicado en 'Science' en 2005 (2).
Según este estudio -que consideró parcelas en Argentina y Uruguay- las plantaciones de árboles en conjunto, redujeron el flujo superficial anual del agua en un 52 por ciento. La salinización y acidificación observada, indicaban pérdida de fertilidad del suelo y la inminencia de un proceso de desertificación.
Confrontar dato con dato
Carlos Céspedes, investigador de la Facultad de Ciencias de Uruguay, en su tesis de doctorado (3) analizó los efectos de la plantación de especies exóticas en suelos de pradera en Piedras Coloradas-Algorta, una de las regiones forestales más representativas del país. Estudió en particular la dinámica de la materia orgánica y una serie de parámetros que miden las variaciones del carbono, la acidez y el grado de compactación del suelo en plantaciones de eucaliptos de diferentes edades (10 a 30 años) y evaluó también los efectos de las edades del cultivo.
"Fue posible demostrar la pérdida de carbono del suelo bajo eucalipto en comparación con las praderas", dijo Céspedes. En su opinión, los ingresos de carbono no compensan las pérdidas en el suelo ni en la biomasa porque el manejo forestal -siembra, podas, corte y replantío- involucra un tiempo medio de retención del carbono de escaso valor en el balance global. La pérdida de carbono va acompañada por una caída en la mayoría de los parámetros estudiados y resulta progresiva con la edad de los cultivos.
Céspedes opinó que las diferentes posiciones al respecto, pueden atribuirse a una "casta de tecnócratas" que ha transformado el debate científico en una cuestión de opiniones. "Nunca fueron al campo, nunca leyeron artículos científicos serios, no generan evidencia científica verificada por pares, manipulan datos de terceros, pero son expertos internacionales, manejan recursos. En ciencia, quienes hablan son los datos, hay que tener datos y confrontar dato con dato".
Las primeras evaluaciones ambientales de la forestación(4) -realizadas por autores nacionales a partir de 1989 desde el Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo, Uruguay (CIEDUR)- anticiparon lo que luego sería probado por innumerables estudios científicos dentro y fuera del país: desbasificación y acidificación de los suelos, disminución del rendimiento medio anual de las cuencas forestadas -las napas freáticas superficiales se secan- y pérdida significativa de diversidad biológica.
"Ya en aquellos informes se excluía al eucalipto de cualquier beneficio en el manejo de las cuencas hídricas porque al mismo tiempo que disminuye el rendimiento hídrico de las cuencas, bajo ciertas circunstancias, puede promover inundaciones severas", comenta el profesor Daniel Panario, director de la Unidad de Epigénesis de la Facultad de Ciencias. El estudio de Céspedes, entre otros, determinó que debajo de una delgada capa donde el eucalipto concentra sus raíces superficiales, la densidad del suelo se incrementa sustancialmente con relación a su equivalente de pradera: "Bajo estas condiciones, una lluvia denominada excepcional de más de 200 milímetros en 24 a 48 horas, pero que en los últimos años ocurren frecuentemente, escurrirá violentamente", explicó Panario.
Para el investigador, considerando que esta región del mundo tiene el record de incremento en las precipitaciones -como resultado del calentamiento global- y que la mayor parte de este incremento se debe al pasaje de frentes con lluvias ocasionalmente torrenciales, es esperable que se combinen déficit hídricos severos en verano y posibles inundaciones en otoño, como las que ocurrieron en 2007 en el país (5).
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Notas
1. "Ecosystem carbon loss with woody plant invasion of grasslands", Robert B. Jackson, Jay L. Banner, Esteban G. Jobbágy, William T. Pockman y Diana H. Wall, Letter to Nature, Volume 418 Number 6898, pp. 623, 8/8/2002.
2. "Trading Water for Carbon with Biological Carbon Sequestration", por R. B. Jackson, E. G. Jobbágy, R. Avissar, S. Baidya Roy, D. J. Barrett, Ch. W. Cook, K. A.
Farley, D. C. le Maitre, B. A. McCarl y B. C. Murray, Science, Vol. 310. no. 5756, pp. 1944-1947, 23/12/2005.
3. "Dinámica de la materia orgánica y de algunos parámetros fisicoquímicos en Molisoles, en la conversión de una pradera a cultivo forestal en la región de Piedras
Coloradas-Algorta (Uruguay)", Carlos Céspedes Payret, Tesis de Doctorado presentada ante L´Institut National Polytechnique de Toulouse, de Francia, en noviembre de 2007.
4. "Desarrollo forestal y medio ambiente en Uruguay. Hacia una evaluación de efectos ambientales de la forestación en Uruguay con especies introducidas", Caffera, R., C. Céspedes, A. González, O. Gutiérrez y D. Panario, CIEDUR
(Serie Investigaciones Nº 85), Montevideo, 1991.
5. "La forestación industrial del Uruguay, ¿Política de Estado?", Daniel Panario y Ofelia Gutiérrez, Montevideo, 2008.
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