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La historia se repite pero no retrocede !!!

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Mensaje  dayrdan Mar Oct 21, 2008 4:17 pm

Sobre celulosas, refinerias y crisis en Extremadura
Manuel García González


20 oct 2008 actualizado 23:58 CET :: Leído 216 veces
De un tiempo a acá y por razones obvias, resultan frecuentes las apreciaciones públicas acerca de la refinería de crudo pesado Balboa, y la crisis y de cómo la primera afectaría o no debería de afectar a la segunda. Y resulta llamativo que algunas de estas opiniones se expresan en tono incluso de exigencia, como "La crisis no debe de afectar a la refinería de Gallardo", a modo de invocación en la que se percibe no poco nerviosismo ante lo que la coyuntura depare para el proyecto petrolero. Dicho nerviosismo es comprensible, dadas las más que fundadas incertidumbres que se ciernen sobre las inversiones públicas y privadas, sobre la pujanza de las entidades bancarias y sobre la viabilidad de materializar proyectos gestados cuando la economía iba viento en popa y los contextos eran radicalmente distintos.

Esta preocupación se hace mayor aún cuando se trata, como es el caso, de inversiones desorbitadas (el equivalente a más del 50% de los presupuestos de Extremadura en el 2009), de iniciativas con plazos de amortización extremadamente prologados - de décadas- , en sectores cuya decadencia es sólo cuestión de años y cuya viabilidad económica depende de numerosos factores imposibles de controlar, características que no deben de convertir en demasiado sugerente a cualquier proyecto a ojos de posibles inversores. Además de estas certezas que indican un horizonte poco halagüeño para la industria de Gallardo y del PSOE, puede ser interesante para establecer paralelismos, y por aquello de las lecciones que da la historia, analizar cual fue el desenlace de proyectos similares en situaciones análogas. Y en si en la historia extremeña existe un episodio sorprendentemente similar en muchos aspectos al de la refinería de petróleo, se trata del antiguo proyecto de la planta de celulosa de Mérida.
En 1970 se presentó el proyecto de una fábrica de pasta de celulosa blanqueada cuya ubicación sería la margen izquierda del Río Guadiana, en Mérida. Se trataba de un proyecto enmarcado dentro de la política desarrollista del régimen, en la que la única ordenación del territorio contemplada era ubicar los centros industriales en las subdesarrolladas periferias del estado para que administrasen bienes y energía a las comunidades desarrolladas.
Algo que demuestra hasta que punto se apostaba firmemente desde la administración de régimen por este proyecto fue el hecho de que, para surtir a la factoría de materia prima y como parte del Plan Badajoz, se plantaron eucaliptos a lo largo y ancho de la región durante tres décadas (de 1951 hasta 1984), arrasando de paso y para siempre muchas serranías y paisajes extremeños, entre los que se encontraban algunos de los ecosistemas mejor conservados de la Península Ibérica.
En total se plantaron casi 90.000 Has. de eucaliptal, o lo que es lo mismo, el 2,2% del territorio de nuestra región. Según los promotores de la fábrica, ésta vendría a paliar el paro endémico de Extremadura, evitaría la emigración de nuestros jóvenes y, por supuesto, no contaminaría, pues se utilizaría "una planta de aguas residuales que será la primera de sus clases que se instalará de España" (Mejores Técnicas Disponibles, que las llaman ahora). Desde las instituciones franquistas se defendía el proyecto alegando que "la peor contaminación es la miseria" (Eduardo Cercós); que Extremadura, dada su situación, no podía permitirse el rechazar proyectos como este (Manuel Calvo Hernando, en ABC); o que nuestra región podía contaminar más para no caer en un agravio comparativo con otras regiones, según López de Letona, Ministro de Industria franquista, quien también aseguró que, con las técnicas utilizadas, la industria sería compatible con la agricultura.
A veces resulta increíble cómo no hay nada nuevo bajo el sol. Pero las similitudes no acaban aquí, pues el proyecto suscitó un amplio rechazo social que, aunque en un principio se limitaba prácticamente a los regantes de las Vegas Bajas del Guadiana, se fue extendiendo a toda Extremadura en lo que constituyó un fenómeno sin precedentes. Quienes se oponían a la contaminante planta contaban con informes científicos de solvencia que demostraban que se trataba de una aberración de consecuencias desastrosas -Se utilizarían cantidades ingentes de agua limpia y se expulsarían descomunales cantidades de residuos, entre otros efectos- , pero eran sistemáticamente silenciados por la mordaza de los medios de la época que sólo se hacían eco de los supuestos parabienes.
Se trataba de una decisión política y los promotores políticos no estaban dispuestos a discutir con nadie, por lo que en 1972 se acordó instruir un expediente para la enajenación de una parcela de 95 Has. en Mérida para posteriormente adjudicársela a "Celulosas Extremadura S.A.". En el Ayuntamiento de Mérida se presentaron más de 300 alegaciones - todo un record para la época- que, evidentemente, no fueron tenidas en cuenta. Estaba todo atado y bien atado, y no iba a ser ningún obstáculo la movilización ciudadana ni que el caso hubiese sido llevado a los tribunales y admitido a trámite por la Audiencia Territorial de Cáceres. Pero estos pequeños obstáculos para el gran proyecto, consiguieron concatenarse y retrasar los planes de los tecnócratas de Madrid y Mérida un poco, lo suficiente como para que entrara en escena algo que cambiaría radicalmente el rumbo de los acontecimientos.
En octubre del 73 comenzó la crisis del petróleo que hizo que el caos económico se extendiese por todos los países occidentales, lo que a su vez acarreó una repentina inflación y una recesión económica sin precedentes. El impacto de la crisis sobre las sociedades del primer mundo fue brutal y trajo consigo una ralentización de las economías, desconfianza generalizada en los mercados y la consiguiente paralización en las inversiones. Y entre las inversiones paralizadas, la Celulosa de Mérida. El proyecto fue aparcado discretamente en espera de tiempos mejores, pues la economía no estaba para florituras. Y aparcado permaneció mientras el viejo régimen se apagaba, surgía el nuevo y poco a poco y sin aspavientos, la fábrica de celulosa de Mérida quedó frustrada y olvidada para siempre mientras los ecos de su polémica y de su propaganda fueron diluyéndose al entrar en escena otros intensos episodios de la historia reciente extremeña, como el nuclear.
Como hace tres décadas, la crisis supondrá numerosas dificultades y acarreará situaciones no deseables, pero si hemos de buscarle algún lado positivo, este bien podría ser el convertir a proyectos impuestos, contaminantes y anacrónicos, como el de la refinería de petróleo Gallardo-PSOE, y como en su día fue el de la celulosa- , en inviables. O dicho de otra manera: Lo que los argumentos irrefutados, la movilización ciudadana y la necesidad de preservar la salud y el medio ambiente no han conseguido por sí solos, que lo consigan los números. Los números rojos en este caso.

Manuel García González. Plataforma Ciudadana Refinería No

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