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Un liberal contra el neoliberalismo

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Mensaje  VOLTAIRE Jue Oct 30, 2008 2:14 am

Un liberal contra el neoliberalismo

viernes, 17 de octubre de 2008
La distinción no pudo haber llegado en mejor momento ni haberse posado sobre los hombros de alguien más indicado. Es que la noticia de que el premio Nobel de economía fue otorgado a Paul Robin Krugman indica, indudablemente, la dirección hacia donde “sopla el viento”, un lugar donde ya no mora el pensamiento político y económico neoliberal.

Por Gabriel Papa

Aunque la justificación de la Real Academia Sueca de las Ciencias aluda, justificadamente, a los aportes que Krugman realizara para una mejor comprensión de los carriles por los que transita el comercio internacional y de los determinantes de la localización de la actividad económica, lo cierto es que el premio distingue a uno de los principales críticos de las políticas de la administración Bush y, más en general, del fundamentalismo neoliberal.
“A pesar de la crisis, hay que mantener la apertura de los mercados mundiales. Existen experiencias exitosas en la globalización, especialmente cuando el Estado interviene para redistribuir. Creer que alcanza con el rigor presupuestario, la ortodoxia monetaria y la lógica antiestatista para alcanzar el éxito económico es una herejía”, afirmaba recientemente Krugman,1 quien, por cierto, no adhiere a las posturas antiglobalizadoras.2 Pero “las cosas” (ideas y realidades) han llegado tan lejos que hasta un neokeynesiano y moderado librecambista perteneciente a la mainstream como Krugman se ha convertido, en especial desde que comenzara a escribir en el año 2000 sus columnas semanales en el New York Times, en el enemigo público número uno de los conservadores estadounidenses.
La conciencia de un liberal se llama su último libro, que lamentablemente aún no ha sido editado en español. Su título no es casual sino que alude a otro, La conciencia de un conservador, publicado en 1960 por el senador Barry Goldwater. El senador republicano por el estado de Arizona (que fuera sucedido a su muerte por el mismísimo John McCain) fue un ultraconservador que fracasó con total éxito en sus intentos electorales por llegar a la Casa Blanca pero –de la mano del lema “A la hora de defender la libertad, el extremismo en la defensa de la libertad no es ningún vicio”– dio una lucha en el terreno ideológico y cultural que, por desgracia, conoció mejor suerte que la que tuvo en las urnas. Aquel libro planteaba la necesidad de reaccionar contra el estado de cosas imperante en Estados Unidos desde la época del New Deal y postulaba una nueva relación entre el individuo y el gobierno, esa que comenzara a concretarse con la presidencia de Ronald Reagan y que, fuera de fronteras, de la mano de los diferentes gobiernos, democráticos o dictaduras que se fueron instalando en Occidente, ajustaron cuentas con los trabajadores organizados, las capas medias y su expresión política, el Estado de bienestar.
Casi medio siglo después de que Goldwater emprendiera su cruzada, Krugman plantea la necesidad de emprender similar batalla en el plano cultural, aunque con distinto signo. En sus artículos para el New York Times, recogidos en El gran engaño. Cómo hemos perdido el rumbo en el nuevo siglo,3 Krugman se mostraba particularmente lúcido en su análisis sobre lo que estaba en juego. “A las personas que ahora están gobernando no les gusta Estados Unidos tal como es. Si ustedes combinan sus agendas, el propósito parecería ser algo así: un país que prácticamente no tiene una red de seguridad social, que depende básicamente de la fuerza militar para hacer cumplir su voluntad en el exterior, en el cual los colegios no enseñan la evolución pero sí enseñan religión y –posiblemente– en el cual las elecciones son sólo un formalismo”, escribía. Pero, ¿cómo se llegó a tal estado de cosas? Krugman trae a colación el formidable proceso de concentración del ingreso, y sus consecuencias, que se verificó desde que las tesis neoconservadoras triunfaran. “En 1979 el ingreso de las familias del 1 por ciento más rico de la población era diez veces el de una familia típica, en 1997 esta proporción había aumentado a 23 y seguía en crecimiento. Sería sorprendente que este cambio tectónico en el panorama económico no estuviera reflejado en la política. No es simplemente cuestión de que las personas ricas hayan estado votando por mejorar su situación personal: evidentemente ellas no son tan numerosas. Para entender las tendencias políticas de Estados Unidos probablemente necesitamos pensar en las finanzas de las campañas, el lobby y, en general, el poder del dinero para moldear el debate político”, afirmaba. Obsérvese que, ubicado al inicio del gobierno de George W Bush, el fenómeno de concentración del ingreso descrito comprende el prolongado período de gobierno de Bill Clinton, a cuya esposa, Hillary, apoyara en las recientes primarias.
Más recientemente, preguntado4 sobre por qué, a pesar de experimentar un importante ciclo de expansión económica, la pobreza y desigualdad aumentaron en Estados Unidos, Krugman respondió que, “como explico en La conciencia de un liberal, las condiciones políticas tienen una influencia fundamental en la distribución del ingreso. Bush hizo dos cosas. Por un lado modificó el sistema tributario en un sentido muy regresivo, con fuertes bajas de los impuestos sobre los ingresos más elevados y las ganancias de capital. Esto benefició a los más ricos y, además, redujo la disponibilidad de fondos públicos para financiar las políticas públicas de ayuda a los más desprotegidos. Por otro lado aceleró la pérdida de poder de negociación de los asalariados a través de la fuerte reducción de la posibilidad de organizarse sindicalmente”. Una política tributaria más justa y la reconstrucción del sistema de seguridad social, seguro de salud incluido, son dos de los pilares a partir de los cuales Krugman espera que la clase media y el Estado de bienestar “a la Roosevelt” puedan reconstruirse.
Es en este marco que debe entenderse, por otro lado, su planteo de la necesidad de regular el negocio financiero como medio para atacar la más reciente de las crisis. Esa que fue gestada a partir del neoliberalismo desregulador que este liberal “a la estadounidense” quiere cambiar.

1. Libération, 14-X-08.
2. Entre la extensa bibliografía de Krugman se encuentra la obra La globalización no es la culpable. Virtudes y límites del libre comercio.
3. Este libro fue comentado en la separata Detrás de los Números del 29-IX- 04.
4. Alternatives Economiques, octubre 2008.

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