LEJOS DE LA HISTORIA LA VOZ DE UN POLÍTICO COLORADO
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LEJOS DE LA HISTORIA LA VOZ DE UN POLÍTICO COLORADO
Marisa Silva Schultze (Brecha)
Es libro, seguramente no se hubiera escrito si la tesis de los ojos en
la nuca hubiera triunfado. A su vez, son las novedades de este presente
las que promueven la necesidad de una versión colorada de nuestra
historia reciente. Los libros son su contenido y son, también, un
emergente de las realidades sociales que los producen. La agonía de la
democracia debe así evaluarse como el resultado de una sociedad que ha
logrado combinar su capacidad para los cambios con una persistente y
creciente revisión de su pasado reciente. El pasado es un asunto que se
puede discutir. Empecemos por aceptar esto. Bienvenido, pues, este
aporte que se suma al debate. Sanguinetti ha escrito un libro polémico,
sustancioso, que por la carga ideológica que lo sostiene convoca a
leerlo detenidamente. Sus afirmaciones merecen ser discutidas por
economistas, sociólogos, historiadores y politólogos.
¿QUÉ ES Y QUÉ NO ES ESTE LIBRO?
El autor presenta su obra como un aporte "a la necesaria reconstrucción
historiográfica que aún no ha madurado lo suficiente". Explícita su
"pretensión de hacer historia". Sin embargo éste no es el libro de un
historiador. Y no porque Sanguinetti haya sido protagonista de los
hechos que narra -esto no es en sí mismo un obstáculo-, sino porque su
obra no es el producto de la investigación de un historiador.
En primer lugar, no hay un relevamiento de lo ya investigado: llama la
atención que no se hayan usado ni se mencionen en la bibliografía
trabajos sobre el período provenientes de la academia. En segundo
lugar, no parece haber habido un riguroso trabajo con las fuentes.
Numerosas afirmaciones no son demostradas. Basten tres ejemplos entre
muchos. Haciendo referencia a los llamados liceos populares de 1970 se
plantea: "Los estudiantes agremiados desafían abiertamente la autoridad
y realizan contracursos en los que se leen proclamas opositoras y
sostienen las tesis más proclives al MLN" (?). En relación a la huelga
general de 1973 se afirma: "La huelga comienza a desmoronarse en pocas
horas" (?). Narrando el nacimiento del Frente Amplio (FA) se afirma que
los tupamaros "le exigen al Frente la creación de los comités de base"
(?). No se cita ningún documento, no se hace referencia a ningún tipo
de fuente ni oral ni escrita, se enuncia sin intentar siquiera una
elemental demostrac
ión.
En tercer lugar, los propios años elegidos como eje de una
periodización muy discutible son significativos por lo que incluyen y
por lo que omiten. Son, pues, funcionales a una intencionalidad a
priori de lo expuesto. Los libros no siempre son lo que sus autores
dicen que son. Y pensando en esas nuevas generaciones a las que está
dedicado este libro, es importante diferenciar el ensayo de la
investigación histórica. La frontera no pasa por cuánto se acerca uno u
otra a la objetividad sino en el tipo de trabajo que hay detrás de una
conclusión en un caso y en el otro. El asunto no es tanto el qué sino
el cómo y, especialmente, el para qué.
EL IMAGINARIO MARXISTA
"En el principio fue Cuba". Pocas veces la primera oración de un libro
sintetiza tan bien -tanto en la forma como en el contenido- la
orientación de una obra. Suprimiendo la idea de proceso en lo que hace
a lo nacional y sin tomar en cuenta lo que fue la historia universal
del siglo XX, el autor elabora una visión creacionista: un tanto mágica
y muy simplificadora del sacudimiento continental y uruguayo de los
sesenta. Un factor exógeno explica dé la nada el surgimiento de los
tupamaros. Pero no queda claro si también las intensas luchas
sindicales, la unificación de la izquierda, el movimiento universitario
y los cambios culturales se pueden explicar como efecto de la
revolución cubana.
Porque si algo resulta novedoso de esta historia de la violencia es
cómo el autor estructura el relato intercalando y mezclando las
acciones violentas de los guerrilleros con las luchas sindicales y
estudiantiles. En pocos libros se ha narrado con tanto detalle algunas
huelgas de la década del 60 y esto es así porque el autor sostiene que
el movimiento sindical fue un factor fundamental en la
desestabilización que condujo a la caída de la democracia. Así como
pocas veces se ha jerarquizado en la narrativa sobre esta coyuntura al
movimiento estudiantil liceal y el papel jugado por los profesores en
aquellos años. "Los mentores intelectuales de la rebeldía, literatos o
universitarios, seducen a los docentes medios y éstos, a su vez,
trasladan ese sentimiento revolucionario a sus alumnos."
Para el libro, las luchas sindicales sin motivos económicos reales, el
movimiento estudiantil impregnado de una embriaguez revolucionaria, los
intelectuales ganados por el pesimismo, todos fueron gestores, junto
con los que tomaron la opción armada y protagonizaron hechos Violentos,
de un clima de confrontación que llevó al Estado a defenderse con
instrumentos que no sólo no son cuestionados sino que son defendidos.
La parte medular del ensayo es la visión que se da del gobierno de
Pacheco Areco contradiciendo numerosos trabajos académicos sobre este
período. En síntesis, se plantea que no fue un gobierno autoritario,
que no violó la Constitución, que su gabinete no fue integrado
mayoritariamente por representantes del gran capital, que no bajó el
salario real, que no perjudicó a los. trabajadores, que no existieron
en este período "métodos sofisticados de apremio". En fin, que su tarea
como gobernante se concentró en la defensa de la institucionalidad
atacada no sólo por la guerrilla sino también por los sindicatos
manejados por los comunistas y los gremios estudiantiles.
Pero este ataque fue también simbólico pues: "La sociedad tradicional
es fuertemente atacada por un imaginario marxista, de estirpe
revolucionaria, que cuestiona el Uruguay tal cual es". De esto son
responsables Marcha, Galeano, Benedetti, Zitarrosa, Viglietti, los
intelectuales, los artistas, los profesores. Incluso el autor analiza
las contradicciones en la Iglesia, mencionando en varias ocasiones a
monseñor Partelli. La narración de los hechos busca recrear el clima de
aquellos años pero, más allá de que no haya sido la intención del autor
y de que su trayectoria como político no se pueda vincular a la
dictadura, su visión de algunos protagonistas de la historia sirve de
fundamento a lo que -después de derrotar al MLN- hicieron las FFAA con
la CNT, con los gremios estudiantiles, con los cientos de profesores
destituidos, con la cultura, con una izquierda que se buscó destrozar
para que nunca más existiera en nuestro país. Los demonios eran muchos,
muchísimos.
REPRESENTATIVIDAD
Queda claro, entonces, que no es la voz de Sanguinetti la que puede
representar -como él se propone- a los tres millones de uruguayos no
violentos. Habría que restar a los cientos dé miles de blancos que
liderados por Wilson se opusieron a Pacheco y que, seguramente, tendrán
otra visión de estos mismos hechos (especialmente de las páginas
dedicadas a las elecciones del 71 y al papel del líder blanco), a los
miles de sindicalistas, de profesores, de artistas, de estudiantes, de
izquierdistas de diferentes corrientes a los que se les puede criticar
por muchas cosas pero a los que no se les puede imputar haber tomado
las armas. Incluso habría que restar también de los "representados" a
los miles de batllistas que en aquellos momentos dejaron el Partido
Colorado. La pluma de Sanguinetti expresa sí cabalmente una visión
colorada de nuestro pasado reciente. Es sano que la llamemos por su
nombre, incluso, para respetarla más: Una visión con la cual también se
construye, en el presen
te, a
quel pasado.
Es libro, seguramente no se hubiera escrito si la tesis de los ojos en
la nuca hubiera triunfado. A su vez, son las novedades de este presente
las que promueven la necesidad de una versión colorada de nuestra
historia reciente. Los libros son su contenido y son, también, un
emergente de las realidades sociales que los producen. La agonía de la
democracia debe así evaluarse como el resultado de una sociedad que ha
logrado combinar su capacidad para los cambios con una persistente y
creciente revisión de su pasado reciente. El pasado es un asunto que se
puede discutir. Empecemos por aceptar esto. Bienvenido, pues, este
aporte que se suma al debate. Sanguinetti ha escrito un libro polémico,
sustancioso, que por la carga ideológica que lo sostiene convoca a
leerlo detenidamente. Sus afirmaciones merecen ser discutidas por
economistas, sociólogos, historiadores y politólogos.
¿QUÉ ES Y QUÉ NO ES ESTE LIBRO?
El autor presenta su obra como un aporte "a la necesaria reconstrucción
historiográfica que aún no ha madurado lo suficiente". Explícita su
"pretensión de hacer historia". Sin embargo éste no es el libro de un
historiador. Y no porque Sanguinetti haya sido protagonista de los
hechos que narra -esto no es en sí mismo un obstáculo-, sino porque su
obra no es el producto de la investigación de un historiador.
En primer lugar, no hay un relevamiento de lo ya investigado: llama la
atención que no se hayan usado ni se mencionen en la bibliografía
trabajos sobre el período provenientes de la academia. En segundo
lugar, no parece haber habido un riguroso trabajo con las fuentes.
Numerosas afirmaciones no son demostradas. Basten tres ejemplos entre
muchos. Haciendo referencia a los llamados liceos populares de 1970 se
plantea: "Los estudiantes agremiados desafían abiertamente la autoridad
y realizan contracursos en los que se leen proclamas opositoras y
sostienen las tesis más proclives al MLN" (?). En relación a la huelga
general de 1973 se afirma: "La huelga comienza a desmoronarse en pocas
horas" (?). Narrando el nacimiento del Frente Amplio (FA) se afirma que
los tupamaros "le exigen al Frente la creación de los comités de base"
(?). No se cita ningún documento, no se hace referencia a ningún tipo
de fuente ni oral ni escrita, se enuncia sin intentar siquiera una
elemental demostrac
ión.
En tercer lugar, los propios años elegidos como eje de una
periodización muy discutible son significativos por lo que incluyen y
por lo que omiten. Son, pues, funcionales a una intencionalidad a
priori de lo expuesto. Los libros no siempre son lo que sus autores
dicen que son. Y pensando en esas nuevas generaciones a las que está
dedicado este libro, es importante diferenciar el ensayo de la
investigación histórica. La frontera no pasa por cuánto se acerca uno u
otra a la objetividad sino en el tipo de trabajo que hay detrás de una
conclusión en un caso y en el otro. El asunto no es tanto el qué sino
el cómo y, especialmente, el para qué.
EL IMAGINARIO MARXISTA
"En el principio fue Cuba". Pocas veces la primera oración de un libro
sintetiza tan bien -tanto en la forma como en el contenido- la
orientación de una obra. Suprimiendo la idea de proceso en lo que hace
a lo nacional y sin tomar en cuenta lo que fue la historia universal
del siglo XX, el autor elabora una visión creacionista: un tanto mágica
y muy simplificadora del sacudimiento continental y uruguayo de los
sesenta. Un factor exógeno explica dé la nada el surgimiento de los
tupamaros. Pero no queda claro si también las intensas luchas
sindicales, la unificación de la izquierda, el movimiento universitario
y los cambios culturales se pueden explicar como efecto de la
revolución cubana.
Porque si algo resulta novedoso de esta historia de la violencia es
cómo el autor estructura el relato intercalando y mezclando las
acciones violentas de los guerrilleros con las luchas sindicales y
estudiantiles. En pocos libros se ha narrado con tanto detalle algunas
huelgas de la década del 60 y esto es así porque el autor sostiene que
el movimiento sindical fue un factor fundamental en la
desestabilización que condujo a la caída de la democracia. Así como
pocas veces se ha jerarquizado en la narrativa sobre esta coyuntura al
movimiento estudiantil liceal y el papel jugado por los profesores en
aquellos años. "Los mentores intelectuales de la rebeldía, literatos o
universitarios, seducen a los docentes medios y éstos, a su vez,
trasladan ese sentimiento revolucionario a sus alumnos."
Para el libro, las luchas sindicales sin motivos económicos reales, el
movimiento estudiantil impregnado de una embriaguez revolucionaria, los
intelectuales ganados por el pesimismo, todos fueron gestores, junto
con los que tomaron la opción armada y protagonizaron hechos Violentos,
de un clima de confrontación que llevó al Estado a defenderse con
instrumentos que no sólo no son cuestionados sino que son defendidos.
La parte medular del ensayo es la visión que se da del gobierno de
Pacheco Areco contradiciendo numerosos trabajos académicos sobre este
período. En síntesis, se plantea que no fue un gobierno autoritario,
que no violó la Constitución, que su gabinete no fue integrado
mayoritariamente por representantes del gran capital, que no bajó el
salario real, que no perjudicó a los. trabajadores, que no existieron
en este período "métodos sofisticados de apremio". En fin, que su tarea
como gobernante se concentró en la defensa de la institucionalidad
atacada no sólo por la guerrilla sino también por los sindicatos
manejados por los comunistas y los gremios estudiantiles.
Pero este ataque fue también simbólico pues: "La sociedad tradicional
es fuertemente atacada por un imaginario marxista, de estirpe
revolucionaria, que cuestiona el Uruguay tal cual es". De esto son
responsables Marcha, Galeano, Benedetti, Zitarrosa, Viglietti, los
intelectuales, los artistas, los profesores. Incluso el autor analiza
las contradicciones en la Iglesia, mencionando en varias ocasiones a
monseñor Partelli. La narración de los hechos busca recrear el clima de
aquellos años pero, más allá de que no haya sido la intención del autor
y de que su trayectoria como político no se pueda vincular a la
dictadura, su visión de algunos protagonistas de la historia sirve de
fundamento a lo que -después de derrotar al MLN- hicieron las FFAA con
la CNT, con los gremios estudiantiles, con los cientos de profesores
destituidos, con la cultura, con una izquierda que se buscó destrozar
para que nunca más existiera en nuestro país. Los demonios eran muchos,
muchísimos.
REPRESENTATIVIDAD
Queda claro, entonces, que no es la voz de Sanguinetti la que puede
representar -como él se propone- a los tres millones de uruguayos no
violentos. Habría que restar a los cientos dé miles de blancos que
liderados por Wilson se opusieron a Pacheco y que, seguramente, tendrán
otra visión de estos mismos hechos (especialmente de las páginas
dedicadas a las elecciones del 71 y al papel del líder blanco), a los
miles de sindicalistas, de profesores, de artistas, de estudiantes, de
izquierdistas de diferentes corrientes a los que se les puede criticar
por muchas cosas pero a los que no se les puede imputar haber tomado
las armas. Incluso habría que restar también de los "representados" a
los miles de batllistas que en aquellos momentos dejaron el Partido
Colorado. La pluma de Sanguinetti expresa sí cabalmente una visión
colorada de nuestro pasado reciente. Es sano que la llamemos por su
nombre, incluso, para respetarla más: Una visión con la cual también se
construye, en el presen
te, a
quel pasado.
El Muerto- Cantidad de envíos : 567
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