Palestina (فلسطين) es un país donde convivieron pacíficamente el judaísmo, el cristianismo y el islamismo hasta 1.918, cuando el gobierno inglés ya había decidido con anterioridad convertirla en sede de un estado artificial a ser habitado únicamente por personas que profesaran la primera de esas religiones antes mencionadas. Ya de por sí esta macabra y retrógrada idea es más propia de una mentalidad medieval europea que la tendenciosa intolerancia religiosa atribuida a la religión musulmana, gracias a los medios privados de comunicación y los enlatados narcotizantes de Hollywood (de tan grato sabor culinario para los sectores escuálidos de la clase media). Tal aberración originada en Europa es parte esencial de las creencias del Sionismo, aparecida en 1.897 como doctrina racial nazifascista de la extrema derecha hebrea, una de cuyas ideas favoritas es considerarse el pueblo elegido por Jehová para dominar a los demás seres humanos, que para ellos son inferiores al no profesar su misma religión.
Los judíos sionistas, distorsionando los fundamentos de su propia religión, buscaban crear una nación para ellos, por lo que tenían en la mira a Argentina, Palestina y Uganda. Como el primero y último de estos países estaban muy lejos del Monte Sinaí y otras zonas sagradas para su religión, se cebaron sobre el más débil de esa terna. Si hubiesen escogido alguno de los otros dos, en estos momentos los argentinos y los ugandeses estarían sufriendo los mismos atropellos que los palestinos padecen por obra y gracia de las hordas hebreas. ¡Esa es la típica conducta de los cobardes y los sádicos!
Con apoyo de Inglaterra emigraron cientos de judíos hacia Palestina, para 1.920 reconocida como país por la Sociedad de Naciones, y con su venia convertida en protectorado de Su Graciosísima Majestad hasta 1.947. Durante ese período de tiempo los judíos sionistas crearon colonias destruyendo y desplazando las aldeas de los antiguos y legítimos pobladores palestinos, mediante las atrocidades cometidas por grupos terroristas sionistas como Irgún y Stern, que también actuaron contra las autoridades inglesas cuando se interponían en sus desmanes.
Durante la II Guerra Mundial el gobierno inglés había prometido a los países árabes la independencia de Palestina a cambio de su apoyo para combatir a las fuerzas de Hitler y Mussolini. En 1.947 la ONU tomó la decisión de dividir a Palestina en dos países, uno para los judíos de origen palestino junto a los judíos invasores (sobre todo de origen europeo), y otro para sus legítimos habitantes (palestinos cristianos y musulmanes), lo cual aparece plasmado en la Resolución 181 de ese Ministerio de Asuntos Internacionales de Estados Unidos que es la ONU. Esta absurda iniciativa fue una descarada traición al apoyo árabe, además de ser un abuso chocante y un anacronismo medieval.
Lógica y legítimamente, los palestinos y sus vecinos árabes reaccionaron contra ese hecho, pero en 1.948 la turba de matarifes hebreos llamada ejército de israel (en minúscula) derrotó a los ejércitos de los países árabes vecinos, con el apoyo de Estados Unidos y la complicidad de la culta Europa Occidental. Al mismo tiempo, esos bandoleros coadyuvaron a los grupos terroristas sionistas para masacrar y desplazar a los palestinos de sus tierras, hasta arrinconarlos sucesivamente en los actuales territorios de Cisjordania y Gaza (y todavía los siguen reduciendo), donde han sido sometidos, humillados, atacados y aterrorizados por la soldadesca hebrea, que ahora se está ensañando en esa última porción de territorio palestino, aplicando prácticas nazis de exterminio, ante las cuales no hacen nada los gobiernos árabes sumisos a Estados Unidos.
Adicionalmente, en sus campañas invasoras arrebataron territorios a Egipto, Jordania, Líbano y Siria, y convirtieron a Jerusalén (القـُدْس) en su capital, cuando la misma Resolución 181 de la ONU la declara como ciudad internacional. El objetivo final de la derecha sionista es crear el eretz israel (ארץ ישראל) o el gran israel, la Tierra Prometida (הארץ המובטחת) supuestamente destinada por Jehová a Abraham según la mitología judía (tan vulgar y fantasiosa como las mitologías egipcia y germánica, siendo más respetable la grecorromana). Esa Tierra Prometida iría extendida entre los ríos Nilo y Eufrates, representados ambos en las franjas azules de la bandera hebrea. ¡No quieren más nada estos angelitos! Actúan peor que los gringos cuando invadieron a México y le robaron más de la mitad de su territorio.
Estas verdades sionistas son tan asquerosas que con razón el embajador israelí en Venezuela fue hace varios meses a exigirle a la presidenta de la emisora Radio Nacional de Venezuela que retirara los programas de gentes indeseables como Cristina González y Vladimir Acosta, a quienes acusó de antisemitas. La respuesta que nuestro Comandante Hugo Chávez le dio a ese mequetrefe de embajador y a su gobierno es tan contundente como el zapatazo que Bush recibió en Irak.
¡Palestinos somos todos! ¡Viva Chávez y Palestina!
*Trabajador Académico de la UBV, miembro del Colectivo Docente UBV
Correo Electrónico: silvachapellin@yahoo.es
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