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Periodista colombiano Jorge Enrique Botero
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Credito: Archivo
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| Caracas, 18 Feb. ABN.- Uno de los temas tabú del conflicto armado en Colombia y del intercambio humanitario es el referente a la situación de los guerrilleros presos en las cárceles, “eso que las Farc llamaron en una carta “humanitarismo tuerto”, ese humanitarismo que sólo mira el dolor de las personas que están en cautiverio en la selva y sus familias, pero que evita mirar hacia el otro lado, donde también hay sufrimiento”.
Con estas palabras el periodista colombiano Jorge Enrique Botero se refirió acerca de una de las partes en conflicto en Colombia, a los “presos legales” de las Farc en manos del gobierno colombiano.
“La situación de estas personas es muy difícil, viven en condiciones de aislamiento, muchos de ellos están confinados, permanentemente son trasladados de cárcel para impedir que sus familiares los visiten, hay muchos guerrilleros en estado de salud deplorable”
Botero lleva más de tres años escribiendo un libro sobre las guerrilleras presas en la cárcel El Buen Pastor, de Bogotá, “un libro fabuloso, escrito como a 50 manos, ahí he sido testigo de situaciones anómalas, como niños despidiendo a las mamás detrás de los barrotes, porque ellas se van a trabajar dentro de la cárcel dando clases a otras reclusas, o la existencia de jardines de infancia detrás de las rejas”.
El nacimiento de Enmanuel en la selva causó gran revuelo en los medios internacionales, “pero resulta que anualmente en las cárceles nacen unos seis hijos de guerrilleras, que nacen ahí y crecen ahí; es impresionante verlos crecer en medio de los barrotes y las paredes”.
Los traslados crean una situación que no puede catalogarse sino de inhumana, pueden enviar a una reclusa “sin previo aviso y sin ninguna contemplación desde Bogotá hasta Valle Dupar, a unos 1.200 kilómetros de distancia; los familiares de las guerrilleras presas a duras penas llegan a Bogotá porque son personas muy pobres, así que con estos traslados, ilegales además, logran romper los vínculos familiares de las reclusas”.
La senadora Piedad Córdoba lleva tres años haciendo una tarea extraordinaria que consiste en visitar las cárceles para empaparse de la situación que se vive en estos centros penitenciarios y a conocer los casos llevados en contra de estas personas “porque los procedimientos jurídicos empleados son joyas de la falta de justicia, verdaderos despropósitos, descomunales violaciones al Código de Procedimiento Penal”, señaló el periodista.
Hay personas con condenas absurdas de 50 ó 60 años de prisión sin elementos probatorios suficientes por “rebelión” o por “apoyo a la guerrilla” y todos esos casos están basados en testimonios de desertores de la guerrilla, “que reciben a cambio de esas confesiones beneficios, dinero o nacionalidad norteamericana”.
Los retenidos por la guerrilla, sin duda, también viven una situación muy dura, normal para las condiciones de la selva, “condiciones en las que el ser humano debe acopiar todas sus fuerzas para sobrevivir y las condiciones de cautiverio son muy complicadas”.
La prensa colombiana ha insistido mucho en el tema de la crueldad de las Farc para con sus retenidos, “en la venganza contra la sociedad burguesa... pero yo no creo que en verdad haya esa vocación, que en verdad sea ésa la inspiración que mueve a la guerrilla; es cierto que han habido excesos y actos muy reprochables, pero coincido en la tesis del humanitarismo tuerto”.
“Por eso me parecen muy valientes las palabras de Alan Jara una vez liberado, al referir que “Nos dan lo que está a su alcance. No hay maltrato, ni grosería, ni humillaciones. Simplemente nos dan lo que hay”, lo que contrasta ambas situaciones de cautiverio de manera impublicable por la prensa”.
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