El pueblo norteamericano sufre la debacle de un monstruo que no quiere dejarlos en paz después de haberlos dejado sin casas, sin empleos y sin seguridad social. Nuestros hermanos del norte viven dominados por un modelo económico imperialista (fase superior y más agresiva del capitalismo) en el que son las empresas transnacionales las que gobiernan a través de cualquier marioneta que llegue al poder. Mucha razón tuvo el comandante Chávez cuando dijo recientemente “a nosotros nos contenta que haya un hombre decente en el gobierno de Estados Unidos, pero todos sabemos que eso no es para nada suficiente… Allí está un imperio…” Y es que para nadie es un secreto que detrás de cada diputado, detrás de cada gobernador, detrás de cada presidente de ese país norteño, hay una empresa transnacional que les dicta la línea que de no ser acatada la pagan con el desprestigio o la vida; si no lo creen pregúntenle a los Kennedy o a Bill Clinton, por cierto este último que lo sacaron de circulación por la experiencia de sexo oral más costosa de la historia política del hemisferio, para entregarle el país a un cocainómano que a su vez los llevó a la caída económica más estrepitosa de todos los tiempos. Aún así, el imperialismo “forza la barra” para sostener ese modelo de maneras que serían chistosas si no trajeran consigo tanta desgracia, muerte y desolación. Cuando el gobierno lo ejercieron los republicanos en el pasado reciente, el enemigo de los gringos de buen corazón y amplia ingenuidad (el pueblo) se dejaron meter el cuento que su enemigo era Osama Bin Laden que podía estar en cualquier parte y que por lo tanto, había que invertir el dinero de los contribuyentes en una guerra alrededor del mundo para buscar unas armas en Irak (donde años después no han encontrado ni un cortaúñas de destrucción masiva) o una guerra en Afganistán para buscar a un sujeto que no existía… Cada vez que los sondeos de opinión le indicaba el gobierno que el pueblo ya no se estaba tragando la coba, procedían a hacer aparecer -con la misma facilidad con que aparece la virgen de Guadalupe en una parrillera o en una mancha de la pared- algún video donde apareciera Osama jurando por su madre que iba a joder a todos los gringos y hasta implosionaron un edificio donde trabajaban todos los grandes banqueros sionistas del planeta, pero en un horario en el que sólo estaba dentro el personal secretarial y de mantenimiento y en la periferia los testigos de la Watch Tower repartiendo Atalayas. ¿Casualidad? Ahora que están los demócratas, se acabó Bin Laden, tiene tiempo que no le jura a nadie que va a acabar con el “coloso del norte” en un video, o le explotan alguna edificación de ricos donde sólo mueren pobres; es más, en un año se regresarán de Irak y se dice que hasta cerrarán Guantánamo. ¿Será que ya no es negocio? Ahora el enemigo es una enfermedad altamente contagiosa que le daba a los pollos pero se le pegó a los cochinos y como la vaina no quedaba muy creíble, le quitaron en CNN el ridículo nombre de fiebre porcina y le pusieron unas letras y unos números para que diera más miedo oírla nombrar… La enfermedad existe, es contagiosa y ha matado a un gentío, no lo dudamos, pero si dudamos de que su origen sea espontáneo. Detrás del negocio de las armas y detrás del negocio de los fármacos hay una mafia transnacional que pone y quita gobiernos en muchas partes del mundo, fíjense que casualmente la gripe se expandió primero en los países pro Estados Unidos (México, Colombia, Costa Rica) donde también casualmente Estados Unidos puede vender medicinas sin muchos problemas gracias a convenios comerciales generosos firmados en el pasado reciente. Otro dato curioso, A los cuatro días de declarada la alerta en México, el joven gobierno de Obama, hizo saber en un comunicado que los laboratorios estaban trabajando en la producción de cincuenta millones de vacunas ¿Qué empresa tiene materia prima en almacén para producir 50.000.000 de vacunas de una enfermedad que no existía? Profundo misterio… Un último detalle… Los republicanos manejan el negocio de las armas, los demócratas el de los fármacos.
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