Pensamientos de Jorge BONALDI
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Pensamientos de Jorge BONALDI
En mis habituales conversaciones con José Artigas, jamás le oí decir que él iba a ser el presidente de todos los orientales.
- No sea pendejo, Bonaldi.- me espetó una tarde El Protector, sin desensillar pero apartando brevemente su mirada del horizonte.
Y ya casi me gritó:
- Si yo le digo que voy a ser el presidente de todos, es lo mismo que decirle que no voy a ser el presidente de nadie en concreto. Sería…embanderarme con vaguedades ¿entiende?.
Y se volvió, para seguir oteando en lontananza, actitud muy propia de los próceres y de quienes suelen soñar otra cosa.
Es que la precisión de Artigas Pascual era muy otra: priorizar la atención hacia los buenos americanos, hacia los indios, hacia el paisanaje desposeído y en general, hacia los que se habían jugado la ropa en sus campañas.
Tampoco en nuestras largas jornadas de marcha y acampada le oí declarar pertenencia a ninguna logia, secta, cofradía u organización alguna dedicada al desarrollo del tráfico de influencias. Me permito intuir que El Jefe, ocupado como estaba en afirmar los nuevos rumbos de una nacionalidad naciente, no tenía tiempo para perder en las consabidas ceremonias rituales propias de las logias.
Quizá por eso cayó en desgracia y quienes lo desbancaron se dedicaron primero al exterminio sistemático de su base social y segundo a a fundar una república-estancia con sol arrinconado,cara de limbo y para colmo rodeado de barrotes azules y blancos, como los trajes de algunos presidiarios.
Hace 200 años me persigue la misma pregunta: ¿Llegará a existir algún jefe/jefa de estado con el suficiente carácter para transformar esta república sin nombre en la República Artiguista del Uruguay?
.
Jorge Bonaldi, Maldonado, julio de 2007
- No sea pendejo, Bonaldi.- me espetó una tarde El Protector, sin desensillar pero apartando brevemente su mirada del horizonte.
Y ya casi me gritó:
- Si yo le digo que voy a ser el presidente de todos, es lo mismo que decirle que no voy a ser el presidente de nadie en concreto. Sería…embanderarme con vaguedades ¿entiende?.
Y se volvió, para seguir oteando en lontananza, actitud muy propia de los próceres y de quienes suelen soñar otra cosa.
Es que la precisión de Artigas Pascual era muy otra: priorizar la atención hacia los buenos americanos, hacia los indios, hacia el paisanaje desposeído y en general, hacia los que se habían jugado la ropa en sus campañas.
Tampoco en nuestras largas jornadas de marcha y acampada le oí declarar pertenencia a ninguna logia, secta, cofradía u organización alguna dedicada al desarrollo del tráfico de influencias. Me permito intuir que El Jefe, ocupado como estaba en afirmar los nuevos rumbos de una nacionalidad naciente, no tenía tiempo para perder en las consabidas ceremonias rituales propias de las logias.
Quizá por eso cayó en desgracia y quienes lo desbancaron se dedicaron primero al exterminio sistemático de su base social y segundo a a fundar una república-estancia con sol arrinconado,cara de limbo y para colmo rodeado de barrotes azules y blancos, como los trajes de algunos presidiarios.
Hace 200 años me persigue la misma pregunta: ¿Llegará a existir algún jefe/jefa de estado con el suficiente carácter para transformar esta república sin nombre en la República Artiguista del Uruguay?
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Jorge Bonaldi, Maldonado, julio de 2007
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Pensamientos de Jorge Bonaldi (2)
http://losyoruguas.com/1%C2%BA-de-mayo-y-violin-en-bolsa/
1º de Mayo y violín en bolsa
Escrito por Jorge Bonaldi el día Tuesday, September 29, 2009
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compatriotas
hombres y mujeres artiguistas
aunque este detalle casi siempre pase desapercibido, los cantantes populares somos trabajadores. Nunca hemos sido otra cosa que trabajadores.
En el pasado se nos utilizó como herramienta visible en la lucha contra el fascismo.
Después, con el advenimiento de la neo-democracia, la democracia pactada, en fin la democracia del Club Naval, se nos despidió, agradeciendo los servicios prestados, con palmaditas en el hombro. Palmaditas que, para algunos, se tradujeron con el tiempo en pequeñas prerrogativas, empleos temporarios, pequeños cargos de confianza política y la perspectiva de una cierta estabilidad salarial.
Pero, como suele suceder, quien pone la plata, también termina fijando las reglas.
Así, muchos colegas empezaron a ver destruido y minimizado el patrimonio más importante que puede tener un cantautor: su independencia de opinión.
Hoy, se pretende que los cantantes populares prescindan de su capacidad para enjuiciar y denunciar la estupidez del capitalismo, la crueldad del sistema, la perversión del neo liberalismo y sus personeros, y que en su lugar acompañemos proyectos político-partidarios destinados a apuntalar y mantener el status quo imperante.
Estos son los futuros cantores, los “futuros murguistas” que propone el sistema.
Llegados a este punto conviene recordar que los cantores nunca fuimos ni somos capitalistas. Por lo tanto nada tenemos que hacer al lado de los capitalistas. Salvo, claro, hacer el ridículo, el monigote- mandadero de turno.
En cambio, como siempre, sí tenemos mucho que hacer al lado de los más pobres, de los más cascoteados, de los permanentemente basureados y humillados por el sistema, de los que ya ni siquiera disponen de la palabra precisa para conceptualizar la injusticia y la eterna congelación de las desigualdades; de los que siguen luchando como pueden por la libertad de expresión, de pensamiento y de acción. Y sí seguimos teniendo, como siempre, mucho que hacer junto a quienes han decidido plantar cara al pensamiento único con la dignidad de sus manos vacías y su trabajo solidario.
Jorge Bonaldi, últimos días de abril
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Re: Pensamientos de Jorge BONALDI
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hombres y mujeres artiguistas
aunque este detalle casi siempre pase desapercibido, los cantantes populares somos trabajadores. Nunca hemos sido otra cosa que trabajadores.
En el pasado se nos utilizó como herramienta visible en la lucha contra el fascismo.
Después, con el advenimiento de la neo-democracia, la democracia pactada, en fin la democracia del Club Naval, se nos despidió, agradeciendo los servicios prestados, con palmaditas en el hombro. Palmaditas que, para algunos, se tradujeron con el tiempo en pequeñas prerrogativas, empleos temporarios, pequeños cargos de confianza política y la perspectiva de una cierta estabilidad salarial.
Pero, como suele suceder, quien pone la plata, también termina fijando las reglas.
Así, muchos colegas empezaron a ver destruido y minimizado el patrimonio más importante que puede tener un cantautor: su independencia de opinión.
Hoy, se pretende que los cantantes populares prescindan de su capacidad para enjuiciar y denunciar la estupidez del capitalismo, la crueldad del sistema, la perversión del neo liberalismo y sus personeros, y que en su lugar acompañemos proyectos político-partidarios destinados a apuntalar y mantener el status quo imperante.
Estos son los futuros cantores, los “futuros murguistas” que propone el sistema.
Llegados a este punto conviene recordar que los cantores nunca fuimos ni somos capitalistas. Por lo tanto nada tenemos que hacer al lado de los capitalistas. Salvo, claro, hacer el ridículo, el monigote- mandadero de turno.
En cambio, como siempre, sí tenemos mucho que hacer al lado de los más pobres, de los más cascoteados, de los permanentemente basureados y humillados por el sistema, de los que ya ni siquiera disponen de la palabra precisa para conceptualizar la injusticia y la eterna congelación de las desigualdades; de los que siguen luchando como pueden por la libertad de expresión, de pensamiento y de acción. Y sí seguimos teniendo, como siempre, mucho que hacer junto a quienes han decidido plantar cara al pensamiento único con la dignidad de sus manos vacías y su trabajo solidario.
Jorge Bonaldi, últimos días de abril
hombres y mujeres artiguistas
aunque este detalle casi siempre pase desapercibido, los cantantes populares somos trabajadores. Nunca hemos sido otra cosa que trabajadores.
En el pasado se nos utilizó como herramienta visible en la lucha contra el fascismo.
Después, con el advenimiento de la neo-democracia, la democracia pactada, en fin la democracia del Club Naval, se nos despidió, agradeciendo los servicios prestados, con palmaditas en el hombro. Palmaditas que, para algunos, se tradujeron con el tiempo en pequeñas prerrogativas, empleos temporarios, pequeños cargos de confianza política y la perspectiva de una cierta estabilidad salarial.
Pero, como suele suceder, quien pone la plata, también termina fijando las reglas.
Así, muchos colegas empezaron a ver destruido y minimizado el patrimonio más importante que puede tener un cantautor: su independencia de opinión.
Hoy, se pretende que los cantantes populares prescindan de su capacidad para enjuiciar y denunciar la estupidez del capitalismo, la crueldad del sistema, la perversión del neo liberalismo y sus personeros, y que en su lugar acompañemos proyectos político-partidarios destinados a apuntalar y mantener el status quo imperante.
Estos son los futuros cantores, los “futuros murguistas” que propone el sistema.
Llegados a este punto conviene recordar que los cantores nunca fuimos ni somos capitalistas. Por lo tanto nada tenemos que hacer al lado de los capitalistas. Salvo, claro, hacer el ridículo, el monigote- mandadero de turno.
En cambio, como siempre, sí tenemos mucho que hacer al lado de los más pobres, de los más cascoteados, de los permanentemente basureados y humillados por el sistema, de los que ya ni siquiera disponen de la palabra precisa para conceptualizar la injusticia y la eterna congelación de las desigualdades; de los que siguen luchando como pueden por la libertad de expresión, de pensamiento y de acción. Y sí seguimos teniendo, como siempre, mucho que hacer junto a quienes han decidido plantar cara al pensamiento único con la dignidad de sus manos vacías y su trabajo solidario.
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