Desde la llegada de Evo Morales Ayma a la presidencia de Bolivia a finales del año 2005, la injerencia política de Estados Unidos en ese país andino ha incrementada de manera alarmante. Siempre ha habido una presencia fuerte de Estados Unidos en Bolivia, pero a partir del 2005, hubo un giro en la “cooperación oficial” entre los gobiernos, y la manera en que Washington operaba comenzó a asumir un tono agresivo y altamente político. Desde los años cincuenta Estados Unidos ha aportado una ayuda “humanitaria” para asistir a Bolivia con el desarrollo económico, su producción agrícola y la atención social. Luego, gran parte de esa ayuda financiera y técnica estaba enfocada en la lucha contra el narcotráfico. De hecho, Estados Unidos justifica su presencia permanente – y masiva – en Bolivia debido a la necesidad de combatir el narcotráfico y ayudar al gobierno boliviano con sus esfuerzos anti-droga.
En el año 1995, el gobierno estadounidense estableció un programa de “democracia” en Bolivia, que apuntaba hacia la formación de un sistema político que reflejaba la democracia representativa del mercado libre que promovía Washington por el mundo. A través de ese programa, que estaba dentro de la “cooperación oficial” entre los dos países, la Agencia del Desarrollo Internacional de EEUU (“USAID”), comenzó a financiar, asesorar y formar partidos y líderes políticos, ONGs de diversas temas y grupos sociales. De hecho, este apoyo político de Washington hizo llegar muchos líderes políticos y sociales a cargos importantes en Bolivia, incluyendo la presidencia. Pero después del 2002, cuando Bolivia entró en una crisis política debido a la corrupción de los gobernantes y la exclusión de la mayoría indígena en el país, Washington comenzó a ver la figura de Evo Morales, líder cocalero, como una amenaza a su modelo de “democracia” subordinada a los intereses estadounidenses. Fue a partir de esa fecha que comenzaron a utilizar la USAID para establecer y reforzar partidos políticos cápaces de derrotar y servir como contrapeso al partido Movimiento al Socialismo (MAS) que lideraba Evo Morales. Un documento desclasificado de la embajada de Estados Unidos en Bolivia de fecha 26 de julio del 2002, dirigido al Departamento de Energía de EEUU, al Secretario de Defensa, al Departamento del Tesoro, al Departamento de Estado y al Consejo de Seguridad Nacional, titulaba “La transición del 6 de agosto en Bolivia, los desafíos adelante y el papel de EEUU” y decía: “Un proyecto de reforma de los partidos políticos preparado por la USAID apunta a la implementación de una ley boliviana que requiere que los procedimientos internos de los partidos políticos sean más democráticos y transparentes. El proyecto debería apoyar la plataforma de inclusividad del MNR, y a largo plazo, ayudar construir partidos políticos moderados y pro-democráticos que pueden servir como contra-pesos al MAS radical o sus sucesores.”
A pesar de la constante insistencia de los voceros del Departamento de Estado y de la Embajada en Bolivia sobre la ayuda “apolítica” de la USAID, este documento destaca el trabajo político de la USAID en Bolivia y detalla como apoyaron y formaron los partidos políticos de la oposición para lograr impedir la llegada al poder de Evo Morales y su partido MAS. Al mismo tiempo, la National Endowment for Democracy (la “NED”) estableció una fuerte presencia dentro de los partidos políticos tradicionales de la derecha en Bolivia, y a través del Instituto Republicano Internacional (“IRI”) y el Instituto Demócrato Nacional (“NDI”) comenzaron a invertir millones de dólares en ayuda financiera y asesoría estrátegica para reforzar el movimiento opositor y intentar crear (comprar) figuras indígenas que pudieran contrarrestar la popularidad de Evo Morales.
Sin embargo, después de varios años de conflicto y violencia, Evo fue elegido Presidente con una abrumadora mayoría en la primera ronda – en una elección histórica que resultó en la toma del poder del primer presidente indígena en Bolivia.
Justo antes de la inauguración de Evo Morales como Presidente de Bolivia, el gobierno de Estados Unidos decidió desactivar 28 misiles de Tierra-aire que China había donado a Bolivia. Como tenían penetradas y controladas casí todas las fuerzas armadas y cuerpos de policias bolivianas, la Misión Militar de EEUU en Bolivia unilateralmente – y sin autorización oficial – llevó los misiles para una base de EEUU en Paraguay y los desactivaron. Evidentemente estaban “preocupados” de que no iban a poder “controlar” a Evo y su gobierno de la misma manera en que habían controlado a otros gobernantes bolivianos, y no querían que un gobierno “independiente” tuviera acceso a misiles, a pesar de que pertenecían a los bolivianos y no a los estadounidenses.
Luego, Washington comenzó a cortar el presupuesto destinada a ayudar a Bolivia en la lucha contra el narcotráfico (un recorte de 13.2 millones de $ a principios del 2006) mientras que aumentaban el presupuesto destinada a “promover la democracia” y a “fortalecer los partidos políticos” en el país. Fue en 2004, en plena crisis política en Bolivia, que Estados Unidos estableció una Oficina para las Iniciativas hacia una Transición (la “OTI” – muy conocida en Venezuela, en donde una fue establecida en junio del 2002 y se ha quedado hasta la fecha con su presupuesto multi-millonario con que financia las ONGs y partidos políticos de la oposición, buscando desestabilizar al país y derrocar al gobierno del Presidente Chávez). Desde esa oficina en La Paz, invertieron casi 18 millones de dólares en dos años y medio en la derecha boliviana, promoviendo e instigando los proyectos separatistas de las regiones de Santa Cruz, Sucre y otros donde la oposición ha ocupado espacios importantes. Al mismo tiempo, a traves de la “cooperación oficial” entre la USAID y el gobierno boliviano, Washington ha reorientado el destino de gran parte de los aproximadamente 100 millones de dólares anuales que entran a Bolivia en el marco de este acuerdo, y ahora, en lugar de apoyar el desarrollo agrícola y social en las zonas rurales o la lucha contra el narcotráfico, la mayoría de ese monto millonario se invierte en el conflicto político que Washington mismo esta impulsando.
El trabajo de desestabilización de la USAID en Bolivia ya ha sido denunciado publicamente por el Ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, y otros voceros de su gobierno. Sin embargo, Washington, a traves de su embajador en Bolivia, Philip Goldberg, se hace el loco y juega la mentira. Hace poco se hizo público el uso de los becarios estadounidenses “Fulbright” y los voluntarios de los Cuerpos de Paz (Peace Corp) para realizar acciones de espionaje contra los bolivianos y cubanos y venezolanos presentes en Bolivia. Primero, como siempre, la embajada lo negó, y luego de que un becario, John Alexander von Schiak denunció ante los medios de comunicación que a él mismo lo habían pedido espiar, el embajador Goldberg tuvo que admitir que si había ocurrido, pero cínicamente dijo que había sido un “error”.
El embajador Goldberg ha sido declarado un “interlocutor inválido” por el gobierno boliviano luego de que burló de las declaraciones del Presidente Evo Morales sobre la necesidad de contemplar el cambio de sede de las Naciones Unidas (la delegación de Evo tuvo muchos problemas con visas y otras cosas logísticas para poder asistir a la reunión de la Asamblea General de la ONU en septiembre del 2007). Goldberg declaró a la prensa que no le extrañaría si Evo también pidiera el cambio de sede de “disneylandia”. Sin embargo, a pesar de su estatus casi “non grata” en Bolivia, Goldberg sigue muy activa con sus tareas de desestabilización.
Philip Goldberg llegó a Bolivia a comienzos del 2006 justo después de haber servido como Jefe de la Misión de EEUU en Kosovo, donde estuvo durante dos años promoviendo el separatismo. Ahora, con la anuncia de la independencia de Kosovo, vemos el fruto de su trabajo. Goldberg ha impulsado la misma estratégia en el caso de Bolivia, trabajando duramente con la constitución de las “autonomías federales” en las zonas ricas en recursos naturales en el país, como son Santa Cruz, Sucre y Cochabamba. El dinero de la USAID, tanto como de la NED, esta enfocado principalmente en el logro de esta estratégia, ya que Washington esta comenzando pensar que no van a poder derrotar líderes como Evo Morales y Hugo Chávez, y su única alternativa entonces sería promover la división dentro de sus países para asegurar el control sobre los recursos naturales que tanto necesitan los Estados Unidos para mantener su sistema capitalista-consumista.
En febrero pasado, el gobierno de Bolivia anunció la suspensión de todos los programas de intercambio y asistencia militar de Estados Unidos a su país. Ya no irán más militares bolivianos a entrenarse en las instituciones militares del norte, y tampoco permitirán la participación de instructores militares estadounidenses dentro de las fuerzas armadas bolivanas. Esto es un gran paso para Bolivia en su lucha contra la injerencia y la dominación del imperio dentro su país.
Pronto, la USAID, la NED y las otras entidades de intervención de Washington, van a tener que revisar sus acciones en Bolivia, ya que el gobierno boliviano, junto con su pueblo, esta comenzando una campaña para declarar a su país “libre de la USAID” y “libre de la injerencia imperial”. No será mala idea que Venezuela siguiera su ejemplo.
evagolinger@hotmail.com
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