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PARÍS VALE UNA MISA PERO NO UN DESFALCO

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Mensaje  El Muerto Dom Sep 07, 2008 11:04 pm

Argentina

Jorge Altamira (Argenpress)

La proliferación de medios de comunicación, así como multiplica la
posibilidad de macaneos, también ofrece el resguardo de que queden en
el olvido con la misma rapidez. Es lo que ocurrirá, de no mediar un
accidente, con la declaración de la presidenta del Banco Nación, Marcó
del Pont, una desarrollista nac. & pop., quien aseguró que la
cancelación de la deuda con el Club de París, mediante la utilización
de reservas del Banco Central, constituía un acto de “autonomía
nacional”.

En esa línea la siguió enseguida D’Elía, que tiene el hábito de
confundir la tozudez con la agudeza. Según parece, los kirchneristas
acumulan reservas financieras para saquearlas luego sin el menor pudor,
y encima le ponen al saqueo la etiqueta de patriótico aunque sea
ejecutado al servicio del capital financiero de la ‘vieja Europa’
imperialista.

La señora de la Bolsa

La verdad es que la señora Presidenta procedió por encargo de los
mandamases que el jueves precedente se habían reunido para celebrar el
aniversario de la Bolsa de Comercio. Los principales discursantes
profirieron una catarata de ataques a la política económica, en
especial los representativos de la ‘burguesía nacional’, todos ellos
kirchnerianos - como el presidente de Fiat, el del Banco Macro y el de
la propia Bolsa (“Ejecutivos más o menos cercanos al rumbo oficial”
para Clarín (30/Cool. Es que el ex Néstor siempre tuvo un cariño especial
por la Bolsa como un posible mercado de capitales ‘nacional y popular’
o, en otros términos, desarrollar un mercado de deuda pública en moneda
nacional con todas sus derivaciones. La preferencia le venía de
Felipillo Cavallo, el mismo que le aconsejó que expatriara los fondos
de Santa Cruz, quizá para protegerlo del estallido de su alquimia
financiera en diciembre de 2001.

En síntesis, esos mandamases reclamaron a los Kirchner la cancelación
de la deuda con el Club de París en forma perentoria y prioritaria. Al
Cronista (29/Cool le llamó la atención que “el reelecto titular de la
Bolsa “aborda(ra) con precisión los compromisos pendientes con el Club
de París”, con exclusión de otros temas como podrían ser la situación
del Indek o la de los bonistas que no entraron en la renegociación de
2004. La explicación para esta obsesión, según las propias palabras del
reelecto, es que “no se trata únicamente de la deuda con el organismo
multilateral, sino lo que representa para los inversores”; o sea, para
los reunidos en la Bolsa.

Y es aquí que hay que hacer las ‘precisiones’ que realmente importan y
que la totalidad absoluta de los analistas omite y la misma cantidad de
periodistas ignora: Argentina no tiene ninguna deuda con ningún Club,
sea de París o de Karachi. La tiene en forma separada con cada uno de
los países que lo integran, pero tampoco con ellos mismos sino con sus
agencias estatales, que no operan como tales exactamente porque
financian o aseguran operaciones comerciales de capitales privados. O
sea que los banqueros que estaban sentados en la Bolsa se endeudan con
sus congéneres de la ‘vieja Europa’ imperialista a través de los
Estados y, por sobre todo, lo quieren seguir haciendo.

Por eso están reclamando la cancelación de las deudas incurridas. La
señora Presidenta ha metido la mano en la lata para pagar deudas que
financiaron negocios privados que ella y su marido, menos que nadie, no
tienen interés en investigar. También lo ha hecho por las mismas
razones que asisten a los bolsistas, pues sin esta cancelación no
podrían tener lugar operaciones como las del ‘tren bala’ u otras
alquimias contratistas. El acto de ‘autonomía’ que enorgullece a la
chavista del Banco Nación no es otra cosa, en definitiva, que un
desfalco a los intereses de la Nación y de su pueblo.

La extorsión del default político

Va de suyo que un par de discursos no alcanzan para definir
situaciones, pero ocurre que los de la Bolsa culminaron una crisis
política que, de un lado, ha colocado a la mayoría de la burguesía en
la oposición a la camarilla de palacio del oficialismo y, del otro,
tiene partido al gobierno en dos; la propia UIA se encuentra dividida,
y dentro de ella ocurre eso mismo con el Movimiento Nacional que
pilotea Techint. Una figura tan pusilánime, por ejemplo, como el
presidente del Banco Central, Martín Redrado, tuvo el atrevimiento de
atacar reiteradamente el plan oficial y hasta al escudero Guillermo
Moreno; en la misma onda se pusieron el nuevo jefe de Gabinete y otros
funcionarios. Sergio Massa ya le había advertido a su mujer que tenía
que tener preparadas las oficinas en la municipalidad de Tigre, sin que
importe la contaminación. No hace falta decir que, después del adiós de
Alberto Fernández, una rescisión de contrato por parte de Massa podría
poner al gobierno al borde de
la ju
bilación prematura.

Redrado es un comisionista de los fondos de inversión norteamericanos y
funciona como un chirolita de las reuniones de banqueros, sea de los
del Banco de Ajustes, en Basilea, o de la FED de Estados Unidos, que
acaba de reunirse en Jackson Hole. En uno y otro lado las conclusiones
coinciden: los países emergentes deben financiar el rescate de la banca
internacional que se encuentra en quiebra, aportando para el caso sus
excedentes de comercio exterior atesorados en la forma de reservas.
Pero mientras países como China, Singapur o Qatar reúnen una parte de
sus reservas en Fondos de Inversiones que luego usan para ingresar como
accionistas, a precios de remate, en bancos quebrados, nuestros
luminosos pingüinos “han pagado por la peca” (sor Juana Inés de la
Cruz) sin recibir o reclamar nada a cambio.

Porque, en definitiva, Argentina acaba de aportar casi 7 mil millones
de dólares a la liquidez que reclaman los bancos centrales
metropolitanos para rescatar a sus bancos quebrados. Estamos ante un
acto de humillación colonial. En el siglo XIX, los piratas
imperialistas hacían lo mismo pero ejerciendo la fuerza; ahora les
sobra con el correo electrónico (antes dependían de los flujos de
fondos de las aduanas, ahora recaudan sobre el stock seguro de las
reservas oficiales internacionales).

Que el kirchnerismo ha decidido la cancelación contante de esta deuda
bajo la presión de la amenaza de un derrumbe político, lo prueba sin
atenuantes el que lo ha hecho en circunstancias de salida de capitales
y de caída de los precios internacionales de la exportación nacional,
exactamente lo contrario de lo que ocurría cuando cometió el desfalco
anterior de pagarle al FMI, en que había un incesante ingreso de fondos
extranjeros. En los últimos doce meses han salido unos 22.000 millones
de dólares, que fueron financiados en gran parte por el superávit del
comercio exterior.

Se trata de una fuga relativamente superior a la de 2001, cuando se
fueron unos 35.000 millones de dólares, porque en aquel entonces la
circulación monetaria era equivalente a casi 300.000 millones de pesos
de hoy, en tanto que la circulación actual es inferior a los 150.000
millones. Lo que 2001 tiene también en común con la actualidad es que
Argentina no tiene acceso al mercado financiero internacional, y que
fuera de éste tiene que pagar hoy 1.300 puntos por encima de la tasa de
interés del Tesoro norteamericano para renovar sus préstamos. Este solo
hecho ya implica un crecimiento implícito (o sea potencial pero seguro)
de su deuda pública, porque renovarla es aumentarla abusivamente y no
existen recursos propios para cancelar la totalidad de los vencimientos
a medida que se producen.

De otro lado, esta misma deuda crece entre cinco mil y diez mil
millones de dólares al año como consecuencia de que se ajusta por la
inflación oficial: si lo hiciera por la real habría que multiplicarla
por tres (el ajuste de la deuda por una tasa ficticia constituye una
declaración parcial de quiebra). Casi todos los llamados países
emergentes enfrentan una fuga masiva de capitales, y el más destacado
es Brasil, donde el ingreso de esos capitales, en el período 2003-07,
desarrolló un gigantesco mercado de créditos al consumo, que será
arrastrado al derrumbe junto con la salida de los capitales que
permitieron crearlo; por eso la salida de esos capitales habrá de
provocar un estallido de proporciones superiores a las que conoció
Argentina en 2001.

Hipotéticamente, para atraer capitales y evitar una cesación de pagos,
Argentina debería aumentar la tasa de interés, revalorizar el peso,
incrementar las tarifas de servicios públicos y de energía, y poner fin
a la maraña de subsidios oficiales, pero esto provocaría un estallido
económico y social. Un tránsito gradual está excluido, debido a la
intensidad que ha adquirido este desajuste y a la de la crisis
financiera internacional. El default no es un estado contable sino una
resultante de contradicciones económicas, sociales y políticas
insuperables. Esto es lo que no entienden los economistas oficiales, ni
menos los centroizquierdistas, que confunden a la economía política con
una ecuación estadística o, peor, con una encuesta.

La extorsión del default económico

De esto se desprende que, con el pago al Club de París, el gobierno
cedió a la otra extorsión de la fuga de capitales. Pero este pago no
abre el retorno de éstos a Argentina, ni las puertas del financiamiento
extranjero. La Presidenta desnudó toda la ingenuidad del operativo
cuando dijo que el pago atraería la inversión externa. Apenas quince
minutos después la desmentía el Financial Times, que sobre esto sabe
más que la camarilla. El monto del rescate es mucho más alto: arreglo
con los bonistas, aumento de tarifas, aumento de tasas de interés y
¡ah! seguridad jurídica; o sea, perder y pagar todos los pleitos con
compañías extranjeras. Los Kirchner están en el horno.

A diferencia del pago adelantado al FMI, que suscitó las críticas de
muchos capitalistas aun cuando, en ese momento, entraban fondos
extranjeros a Argentina, el pago al Club de París ha suscitado la
excitación del ‘establishment’, aunque vaya a reforzar la tendencia a
una recesión. ¡Y, claro, si este pago lo había recomendado el propio
presidente del FMI (un amigo francés socialista que todo progresista
tiene en algún lugar del mundo) a poco de asumir hace cerca de un año!
La reducción de la liquidez cuando se le pagó al FMI estaba compensada,
potencialmente, por la posibilidad de emitir más pesos a cambio del
ingreso de nuevos fondos de afuera.

El pago al Club ahora, en cambio, reduce la liquidez internacional de
Argentina cuando esos fondos se evaporan y apunta, por lo tanto, a un
‘enfriamiento’ de la economía, como lo prueba que Redrado exija un
‘ajuste’ fiscal. No hace falta decir que el nuevo escenario provocará
una crisis en el frente agrario, porque un ‘ajuste’ mejorará la
posición relativa de los fondos de inversión agropecuarios -que
financian sus inversiones en los mercados internacionales- y
perjudicará a los chacareros y contratistas capitalistas, que no
contarán con crédito interno. Esta crisis traerá aire fresco al país,
porque meterá la cuña de la lucha de clases incluso en la Mesa de
Enlace.

El desafío, siempre el desafío

La ruina de un régimen de nacionalismo burgués plantea un desafío
enorme, porque agota objetivamente un obstáculo a la revolución
socialista. Pero todo depende - depende de la claridad y disposición de
las fuerzas en lucha. En la superficie, la derecha pro-imperialista
aparece con mayores posibilidades de capitalizar la crisis, pero esto
es olvidar la crisis que la carcome a ella misma, y como telón de fondo
sus gigantescos reveses internacionales - en primer lugar, el derrumbe
económico y financiero en Estados Unidos. Por debajo de la superficie
operan las fuerzas profundas de la rebelión popular.

7 DE SEPTIEMBRE DE 2008
El Muerto
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